El ingreso principal es por la calle Godoy Cruz, pero muchos llegan desde Distrito Arcos. FoLa (Fototeca Latinoamericana) está en el segundo piso, apenas unas escaleras y ya estás dentro de este gran museo de la fotografía. Los que naufragan por el shopping suelen caer aquí, perdidos e ilusionados, encontrando algo mucho más que interesante: un homenaje vivo y permanente a lo mejor de la fotografía, no sólo argentina, sino también internacional.
Este año FoLa cumple cinco, lo cual no es poco. Y como siempre ya están montando dos nuevas exposiciones. En la Sala principal, el proyecto Vivian Maier - Color Work, una selección especial de las fotos a color más emblemáticas de esta enigmática artista y fotógrafa norteamericana. Y en las Salas 2 y 3, una muestra que es también una investigación: Fotografía Estereoscópica Argentina. Curada por Esteban Pastorino en colaboración con el historiador Abel Alexander, reúne postales de comienzos de siglo XX de diferentes autores que trabajan la técnica como Constancio González, José María Jorge, Bernardo Croce y Walter Kirby junto a máquinas de época y proyecciones 3D en sala.
Para conocer mejor el universo de la fotografía, los montajes, el coleccionismo y cómo es el trabajo de programar exposiciones donde la obra de arte no sean ya pinturas y esculturas sino fotografías, hablamos con Gastón Delau, fundador y director de FoLa. ¿Qué significa apostar a este arte en medio de tanta inmediatez y revoluciones tecnológicas?
—¿Cómo describirías a FoLa hoy, con 5 años de vida y cientos de exposiciones en la espalda?
—En 5 años FoLa cumplió la mayoría de edad, por decirlo de algún modo, por todo lo acontecido a nivel país y otras tantas situaciones. Que se mantenga con la calidad artística con la que produce y la convocatoria que genera pareciera que más cinco son 18. Fueron cinco años maravillosos los que desarrollaremos. Casi cien inauguraciones, eventos, de todo esto que se fue transformado en un referente de la fotografía. Estamos muy orgullosos y hemos aprendido muchísimo.
—Si tuvieras que mencionarme las mejores exposiciones que se hayan montado en FoLa durante estos cincos años, ¿cuáles elegirías?
—Con todas he aprendido. Voy a ser muy injusto con muchas de ellas porque me traen infinidad de recuerdos. Voy a mencionar siete. Tiempo suspendido de Graciela Iturbide, Ocurrencias y regalos (para la vista) de Chema Madoz, la que hicimos de Vivian Maier, Blanco y negro, la de Alberto García Alix, De donde no se vuelve. La de Jorge Aguirre, Antología 1957-1993, y la que me movilizó mucho y quedó grabado en mi corazón que es la de Daniel Muchiut, La vida de Oscar. Y Espejos de plata, la recuperación del archivo de Olds-Srur que hicimos junto a Alfredo Srur en ese trabajo que duró casi un año y que nos trajo muchas gratitudes en todo su proceso.
—¿Creés que el mundo virtual, las redes sociales y la lógica de la inmediatez atentan contra el arte fotográfico?
—Creo que el mundo de las redes sociales es un complemento y ayuda a divulgar que más gente se entere, que más gente comparta, pero como siempre digo, cuando puedo en las notas y en los comentarios y en las reuniones: la experiencia de visitar un museo, de tener la obra frente a tus ojos es incomparable a verla a través de un monitor o de un celular. Te puede llegar, pero no te conmueve, ya sea por su tamaño, por su iluminación; hay un montón de datos del contexto que hacen que el trabajo sea distinto. Pero creo que las redes sociales ayudan por lo menos a difundir, que es fundamental en esta época, dar un primer pantallazo de algo que te puede gustar, que te puede interesar, que te llame la atención estéticamente y visualmente, y eso te de ganas de ir a conocer la obra, el artista o el museo.
—¿Qué momento atraviesa la fotografía argentina?
—Yo creo que está en un buen momento, en un período de crecimiento continuo. Creo que la fotografía, desde que comenzamos, allá por el 2005 con Buenos Aires Photo, empezó a incorporarse dentro del código del coleccionismo. Antes había un concepto más ligado a que los artistas intercambiaban y era mucho más de documentar, mucho más fotoperiodismo y estaba más vinculada a otra cosa que a las artes plásticas. Creo que desde el inicio de Buenos Aires Photo y después, con el nacimiento de FoLa y de las ferias que se fueron haciendo y de todo ese montón de proyectos, la fotografía se empezó a ver desde otro aspecto. Hoy ya está mucho más respetada y entendida como obra de arte. La virtud de la multiplicidad de la obra es la característica física que tiene la fotografía, a diferencia de la pintura o de la escritura, que son piezas únicas. En ese sentido creo que siempre va a estar un poquitito por debajo, por eso de la multiplicidad, pero entendiendo de que la tengan diez o quince personas en todo el mundo es casi como tener una pieza única en algún sentido.
—¿Por qué apostar a la divulgación del arte fotográfico en estos tiempos?
—En principio, por una pasión personal que le puse cuando comenzó con Buenos Aires Photo y continuó con la Fundación de FoLa, que cumplimos este año los cinco. Estamos muy orgullosos de haber llegado hasta acá con muestras, talleres, conferencias, visitas internacionales, revisiones de portafolios. Y todo eso nos pone en un lugar para seguir apostando y le seguimos creyendo a la fotografía para que tenga su espacio. Me acuerdo que antes, para ver cosas de fotografía, eran muy puntuales, y ahora todas las galerías, todos los museos tienen en sus programaciones gran parte de fotografía. Cuando yo pensaba en una primera instancia eran muy poco los que programaban fotografía. Así que bienvenido esto, no la competencia sino la propagación de la fotografía como arte y que ojalá que cada vez haya más espacios que permitan que la fotografía siga cubriendo ese lugar dentro de las artes plásticas.
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