Suculenta y humeante, la organización de las mujeres en el diseño bulle como un caldero: un recorte temporal de los años 30 a los 70 visibiliza a las pioneras locales en una muestra de nombre oportuno: Matrices, en el CCK. A la par, se presenta la primera colectiva feminista de trabajadoras que, mientras aspira a federalizarse, ya conecta con colegas de México, Chile o Berlín que se mueven en la intersección de género y diseño para replicar aprendizajes y actividades en red.
Eso que llaman creatividad, es trabajo mal pago, se lee escrita a mano, la presentación en sociedad de Hay Futura, la colectiva de diseñadoras cuyo nombre elegido por votación, además del mensaje explícito, hace referencia a una de las tipografías más usadas desde que se creó en 1927: la Futura, de Paul Renner.
Inspirada en la frase de la teórica feminista Silvia Federici, la muestra de esta red que ya alista 154 diseñadoras de distintas ramas, eligió exhibir su “cocina”: los medios y modos de hacer de todas, mezclados en los muros, antes que los proyectos o productos de cada una.
Emocionante, la megainstalación de bocetos reunidos en la sala 505 del CCK, tiene las marcas del trabajo diario, realizado en estudios o de modo free lance en el espacio hogareño, que se comparte con la gestión doméstica y el maternaje. Las manchas de mate o café, las ecografías, los dibujitos que dejan les hijes en las agendas o ¡en los originales!, ilustran la vida misma de quienes están detrás de este quehacer que comunica y da forma al mundo.
La decisión de la muestra tiene que ver con el perfil de la colectiva: “Una forma de confrontar esa inercia que fija al diseño como socio dilecto del capitalismo para terminar de hundirnos en el consumo, en lugar de rescatar su poderosa capacidad de producción de sentidos, comunicación y organización social”, explican. Pero a la vez: qué pasa que en las aulas hay 80% de mujeres y a medida que egresamos y nos insertamos en el mundo laboral los porcentajes de cupo se achican hasta el 15% o menos.
“No venimos a poner diseño a la lucha colectiva de las mujeres sino a aprender a construir de forma horizontal modos nuevos, y a deconstruir también una idea caduca del diseño. La disciplina está mutando, ya no hay diseños por rama como cuando estudiábamos en las últimas décadas”, apuntan las integrantes o “futuras” -como ya se las apoda- antes de anunciar las charlas que compartirán en el CCK durante el próximo mes y medio (Diseño Gráfico y ESI: como ayudar a comunicar en las escuelas; Todes. La opinión pública frente al feminismo y el lenguaje inclusivo; y Diseño, ética y gestión de trabajo). Emocionadas, tras la inauguración oficial del día 4, integrantes de la colectiva leyeron en cadena el manifiesto #hayfutura, que también está impreso en un muro de la sala 505.
En días de movilización, dolor y furia por las estadísticas intolerables (68 femicidios en 2020), es también gracias a la organización de las mujeres que los alcances del diseño sorprenden desde otros ámbitos inesperados. Sin ir más lejos, una campaña de YPF por el 8M, que arrancó el día 5 en Buenos Aires y se extenderá en por todo el país en estaciones de servicio, diarios y vía pública. Según la empresa, el fin es “un momento de reflexión sobre los logros alcanzados en materia de igualdad de género, que nos ayuda a repasar las desigualdades que continúan arraigadas en las estructuras sociales, económicas y políticas”.
Pibas y cooperativas
Compartiendo la sala 505 del CCK con Hay Futura, está la poderosa Coope de Diseño, integrada desde 2011 por seis diseñadoras egresadas de la universidad pública en las áreas de industrial, gráfico y audiovisual, la Coope funciona en IMPA y apuesta al rol sociopolítico de los diseñadores en el país y la región. Conocidas por su trabajo de diseño de producto y marca con fábricas recuperadas como Dúrax, y también por sus “remeras que hablan”, presentaron una pirámide deconstruida como declaración política de principios.
“Nos resulta fundamental situarnos en la perspectiva histórica, a contrapelo de lo que incita nuestra profesión, que es diseñar para las clases dominantes. Creemos que trabajar para la base de la pirámide es un camino a construir: el diseño desde y para el pueblo, por eso nos interesa mostrarlo, problematizarlo y concientizar sobre el diseño como una herramienta en disputa”, explica Silvina; evitar los apellidos es una modalidad que también toma Hay Futura: fundirse en el hecho colectivo.
En la Coop dicen que ser todas mujeres no fue un condicionante cuando arrancaron en 2011, pero que sí se volvió relevante años después, al reconocerse como trabajadoras atravesadas por la perspectiva de género. “Tuvo impacto en nuestro trabajo, en nuestras prácticas activistas, también en pensar cómo garantizar derechos, por caso las licencias por maternidad. También que seamos cooperativa ya es un hecho en sí: es una organización horizontal buscamos que las acciones estén centradas en las personas y no en el capital”.
Desde 2014, en las redes que se traman en prácticas de sororidad entre mujeres y disidencias, desde la Universidad Nacional de Avellaneda las diseñadoras Constanza Dellea y Lucrecia Piattelli trabajan junto a un equipo de estudiantes en la Nadia Echazú, como se conoce a la Cooperativa Escuela Textil de Trabajo para travestis y trans que fundó la lideresa trans Lohana Berkins, en 2008.
La Echazú de Sarandí es la primera empresa social gestionada y administrada por travestis: “Lo más importante es que se abre una posibilidad de aprendizaje y trabajo para las chicas, que no tienen otra, y así pueden dejar el trabajo de la calle. Es un espacio de construcción colectivo que atravesó la muerte de su referente, Lohana; es un grupo resiliente y vulnerado, que está resurgiendo con un proyecto de ropa para cuerpos disidentes”, explica Dellea, diseñadora de indumentaria.
Tiembla la tierra
Desde Cuyo, la diseñadora gráfica Tite Barbuzza lleva 12 años comprometida en lo que llama “artivismo”, primero fue dándole voz con imágenes a las disidencias y ahora, apuntando todas las naves a la que considera la “causa madre”: la ambiental. A la serie de artistas contra el fracking, le siguió la de la lucha por el agua, que logró hacer retroceder al gobierno mendocino en la modificación de la Ley 7722 .
También de la tierra mendocina, literalmente de las canteras de gres de Cacheuta, en la muestra del CCK se pueden ver preciosas piezas de una pionera por partida doble: del diseño que llegó a la mesa de los argentinos y de la enseñanza, ya que estuvo involucrada en los orígenes de la primera carrera universitaria de Diseño del país, en la Universidad Nacional de Cuyo. Pero Colette Boccara y su emprendimiento de vajilla cerámica Colbo, tuvo un valor desconocido, que hoy cobra nueva dimensión sorora: “No se si era feminista, era libre. Y refugiaba en el taller a mujeres que habían sufrido violencia doméstica, les daba techo y trabajo”, cuenta desde Mendoza su hijo Matías Jannello.
Sororidad que suena en guaraní
En los días previos al 8M y durante el mes de la mujer, toda la artillería está puesta en la demostración de fuerza de la revolución en curso: algunas de las marchas y manifestaciones integrarán el registro de Public Voices, un proyecto colectivo entre artistas y diseñadoras activistas de Latinoamérica (Argentina, Chile, Paraguay, Perú, Uruguay) y Suiza. “Es un registro sonoro de las manifestaciones feministas en el espacio público, que se presentará en noviembre en el Parque de la Memoria en CABA y en diciembre en Basilea, Suiza”, explica Griselda Flesler, titular de la material Género y Diseño en la FADU UBA, cuyo reconocimiento generó la invitación. Lo registrado integrará el Archivo Público del Parque de la Memoria.
En la historia argentina, como en todas, el hacer proyectual está híper poblado de nombres masculinos. Eso quiere decir que hay otra historia: una HERstory (ese neologismo maravilloso del inglés para arrebatarle a la HIStory el sujeto masculino HIS y suplantarlo por el femenino HER).
Así, mientras en el mundo cunden los homenajes a las pioneras que la historia patriarcal tapó, en la sala 504 del CCK, bella y oportunamente titulada, la muestra Matrices hace lo propio con las locales. Y se abre como un antiguo cofre del hacer de 31 diseñadoras desde los años 30 a los 70. Una de ellas es Lucrecia Moyano, maestra del vidrio, quien dirigió el Area Artística de Rigolleau desde 1934 hasta entrados los 50. Moyano fue también de las primeras en diseñar alfombras para Dándolo & Primi.
En una suerte de puente histórico, la artista-diseñadora platense Marcela Cabutti, que funde las artes plásticas con los procesos del pasado industrial y de las tradiciones artesanales, homenajeó recientemente a Moyano con dos temas recurrentes en ambas: las flores, y el amor por la materialidad y las transparencias del vidrio. La muestra Con flor quiero, en el Centro de Arte de la UNLP, se alista para otros destinos.
Por estos días también, pero en el Centro Cultural Recoleta, Cabutti integra la muestra Cosmovisión Natural: trabajos que realizó con los materiales de la naturaleza, cerca de los oficios y de las mujeres durante su estadía en Areguá, el pueblo paraguayo de tradición artesanal en cerámica, al borde del lago Ypacaraí.
El pixel antes del pixel
En Matrices, una sala negra exalta los hitos coloridos que es posible encontrar, capaces de conmover el cronómetro pop de cada una. Por caso, la Fototrama de Fanny Fingerman un sistema innovador de comunicación para la vía pública, que encastra los puntos de colores en una grilla: el píxel antes del píxel. La etapa del plástico, motor material de los 60 y los 70 posa la mirada en las vanguardias visuales: alegra el corazón ver los trabajos de Sonia Maissa (pisos hidráulicos y gráficas que estallan la vista) Margarita Paksa, entre otras. Son los años del acrílico y el PVC, que acompañan los nuevos modos de habitar y consumir.
Los nombres, los trabajos de Angela Vasallo, Lala Méndez Mosquera –alma mater de la revista Summa–, Mary Tapia, de las inefables y poperas Dalila Puzzovio y Renata Schuscheim, maestras del color y la buena onda en sus diseños sean gráficos o de prendas, de la mueblera Susi Aczel integran una selección que curiosamente incluye entre las diseñadoras a ¿Victoria Ocampo?
Silvia Fernández –curadora de la muestra junto a la ubicua Fundación IDA–, investigó la conexión entre la embajadora local de la modernidad europeísta, Ocampo, y los estímulos que sintonizó de la centenaria escuela alemana. Así, en el libro Victoria / Señal Bauhaus Fernández desentraña al diseño de la tapa de Sur como un objeto gráfico disruptivo, un proto moderno del diseño editorial nacional.
Coherente, la puesta gráfica de Matrices es del estudio SkyZky (Julieta Ulanovsky y Valeria Dulitzky) y la tipografía utilizada, la hermosa Gabriella, de Fer Cozzi.
La forma en que habitamos nuestros espacios las mujeres también cambió y nos linkea en una red de acciones políticas que van de lo macro a lo micro. En casa, el libro de la feminista francesa Mona Chollet (editorial Hekht), es una joya que recupera el rol del hogar como trinchera.
Con ese espíritu, mientras en tantas casas se preparan las prendas verdes para este mes, se proyectan carteles, remeras, maquillajes, la poeta gráfica Valeria González amasa un proyecto de amigas indómitas. Son piezas con micro ensayos resignificantes de objetos, palabras y lugares. “Para stencil, remeras, tarjetas… donde aterricen va a estar bien”, comenta antes de mostrar su creación para el domingo y después. El reverso de la imagen dice:
La escoba es una nave secreta que nunca olvidamos
es la posibilidad de mirar como los gatos, desde arriba
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