Los casi 9 mil kilómetros que separan a Buenos Aires de Vermont, EE.UU., desaparecen en un click, cuando del otro lado de la computadora Ricardo Siri, Liniers, comienza a dialogar con Infobae Cultura vía Skype sobre su rol como jurado en la próxima edición de VivaLectura, sobre su emblemático personaje Enriqueta y, entre otros temas, acerca de el espacio de la historieta argentina en el país del norte y también sobre política nacional.
El historietista, ilustrador, pintor y editor argentino se mudó a Vermont hace tres años. Allí, dice, lleva “una vida de ermitaño” rodeado entre los mundialmente famosos bosques que tiñen el horizonte con las tonalidades rojizas de arce azucarero y el amarillo de los abedules. Pero no todo es ocio, ya que imparte clases sobre historieta latinoamericana en dos universidades de la zona, tema que -confiesa- lo “hace parecer más inteligente de lo que es”.
Sin embargo, más allá de la tranquilidad, no escapa a las compromisos que lo hacen regresar con gusto a CABA. El próximo será uno días antes del 1° de abril, cuando se presentará junto al diseñador gráfico y artista plástico chileno Alberto Montt en el espectáculo de stand up Los Ilustres en el teatro El Picadero, donde alternan humoradas y dibujos.
Luego, regresará para participar de la selección del ganador del premio VivaLectura, que tiene por objeto incentivar la lectura a partir de destacar experiencias nacionales que promuevan prácticas en escuelas, bibliotecas, centros culturales, empresas y otros espacios sociales. La iniciativa, que tendrá su 13 edición, es organizada por el Ministerio de Educación de la Nación, a través del Plan Nacional de Lecturas, y cuenta con la colaboración de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y el patrocinio de la Fundación Santillana.
En ese sentido, hasta el próximo 16 de marzo hay tiempo para participar del concurso, que otorga un premio de $30.000 (pesos argentinos) para los primeros puestos y $10.000 para los segundos puestos. Con respecto a la designación al frente del jurado del certamen, comentó: “Una de mis obsesiones, de mis vicios, son los libros. Por eso cuando me lo ofrecieron me pareció que cualquier cosa para apoyar la lectura me entusiasma. Así que me pareció lindo. Dije ‘sí, vamos’, con toda felicidad”.
-¿Qué considerás que podés aportar al jurado desde tu experiencia?
-Mi vida con los libros es desde tres lados diferentes. Mi primera relación es como lector; la segunda, como dibujante y la tercera, como editor. Así que tengo esas tres miradas a la hora de ver un libro. A veces agarro uno para disfrutarlo, otras veces me siento y trato de entender cómo hacer uno y la tercera es encontrar libros que me parezcan que tengan algún tipo de valor o interés. Me gusta que la gente lea, que llegue a la gente. Así que en ese sentido me parece que ellos pensaron en mí.
-Esa pasión por la lectura es evidente en uno de tus personajes más entrañables, Enriqueta.
-Enriqueta en la historieta mía es el personaje que más libros ha leído. Creo que Enriqueta leyó más libros que yo, seguramente. Un poco la hice lectora porque quería ese efecto de contagio. Gracias a Mafalda un montón de niños, entre los que me incluyo, no nos gustaba la sopa. Entonces con Enriqueta traté de hacer que a los chicos les gusten los libros. Me acuerdo una vez, hace mil años, que estaba por salir Charly y la fábrica de chocolate. Entonces la puse a Enriqueta leyendo el libro porque quería que en el libro no actuara Johnny Depp y me apareció un chiquito en una feria del libro que me dijo que fue corriendo a comprar el libro porque también quería que en libro no actuara Depp. Nada en contra de Johnny Depp, pero para los que leímos Harry Potter antes de que tuviese cara de actores es otro libro, es un libro diferente.
-Y cómo fue crear un personaje para que, justamente, no se tomara como una nueva Mafalda.
-Cuando empecé a dibujarla y encariñarme, lo primero que pensé es ‘Uy, Mafalda’. Tratar de hacer otra niña en una tira diaria argentina es como tratar de hacer otro gol de Maradona a los ingleses, no va a ser igual de lindo. Entonces dije voy a llevar a Enriqueta no al mundo de Mafalda, que es ese grupito de amigos que todos son como arquetipos muy argentinos, sino que la voy a tratar de mantener en un espacio de infancia. La quiero más niña, no la quiero niña grande. Entonces agarrando mis recuerdos como niño, que era muy tímido y muy introvertido, lo que más me acuerdo de mi espacio favorito cuando era chico es leyendo a la noche en mi cama. Entonces la hice lectora porque me acuerdo de la infancia, con la colección Robin Hood, leyendo Tom Sawyer y después eventualmente a Stephen King.
-Desde hace unos años te instalaste en Vermont, realizaste algunas tapas para The New Yorker y hasta ganaste el llamado “Oscar de la historieta”, el premio Eisner por tu Buenas noches, Planeta, pero ¿por qué elegiste EE.UU. para vivir?
-Hay una universidad de la historieta que me invitó a hacer fellowship por un año, después empecé a enseñar en otra, en Dartmouth, y es tan lindo vivir en el medio del bosque, lejos de todo el mundo. Me agarró un ataque medio de ermitaño y me gusta. Así, como encerrados con mi familia, no sé cuánto tiempo más estaremos, pero por ahora estamos acá.
-¿Y cómo es eso, para un artista que tiene mucho de introspectivo en su trabajo, de pararse frente a un aula repleta de estudiantes?
-Primero hice la universidad de exposición Kevin Johansen. Hicimos durante años y años estos shows en los que me ponía frente a miles de personas a dibujar, así que le perdí un poco de miedo al público. La verdad que lo lindo de la clase que estoy dando ahora, que es una historia de la historieta latinoamericana, es que el material que tenés para trabajar es Mafalda, El Eternauta, Perramus y Alack Sinner, la obra de Breccia. Hay tanto material lindo que uno parece más inteligente de lo que es. Y es lindo también porque los alumnos no se iban a cruzar nunca este material en las librerías americanas del estilo Barnes & Noble. Entran a la historieta por una puerta muy extraña y genial como es la historieta latinoamericana.
-¿Cuál es el espacio para la historieta latinoamericana en el país de los cómics de superhéroes?
-Acá nunca se había publicado El Eternauta, por ejemplo, o Mort Cinder de Breccia y Oesterheld. Ahora, la editorial Fantagraphics está sacando toda una colección de los libros de Alberto Breccia, que mismo en Argentina no es muy conocido fuera del mundillo nerd de los cómics. Y debería ser igual de conocido que Quino, es realmente uno de los genios de la historieta universal. Una influencia sobre todos los dibujantes americanos y franceses que vinieron después. Uno puede hablar horas con esos tipos sobre (José) Muñoz y (Carlos) Sampayo, pero en Argentina a veces descartamos nuestra propia cultura.
-¿Y cuál es la respuesta de los alumnos?
-Me da mucho orgullo dar esta clase, sobre todo por la cantidad de material argentino que uno termina usando. No por chovinista, ni porque a uno le agarre el ataque “eh Argentina, somos los mejores”, sino porque realmente en la historia de la historieta en el siglo XX hay un impacto gigantesco de los historietistas argentinos y hay un momento de oro, cuando se vendían cientos de miles de revistas de Misterix y el Rayo rojo y otras. Pero mismo en épocas más duras, en donde dibujar historietas era muy difícil, como en la década del ’90 en la que cerraron todas las revistas, siempre aparecieron grandes dibujantes que están dispuestos a sufrir por dibujar historietas. Me parece que desde afuera nos miran con cierta admiración, primero por el impacto que tuvo (la historieta argentina) a mitad de siglo, pero después se presta atención a lo que va saliendo nuevo. Es como en el fútbol, “Ah, este es argentino, prestémosle atención a ver si es el próximo Messi o Maradona”. En Europa con la historieta pasa eso, a mí me abrió muchas puertas ser un dibujante argentino, en España, en Francia, porque dicen “hostia, este es el próximo Quino”. Es como lo entienden ellos, un error garrafal de apreciación, pero realmente uno aprovecha la historia de la historieta argentina en ese sentido.
-Volviendo a tu amor por los libros, el año que viene se cumple una década desde que junto a tu mujer, Angie Erhart Del Campo, fundaron La Editorial Común, ¿cómo es llevarla adelante desde la distancia?
-La editorial es otra expresión de nuestro amor a la historieta. Porque es muy difícil vender libros en los últimos 5, 6, 7 años, ya no sé ni cuánto viene durando esta crisis. Es una editorial que la hicimos no para ganar plata, sino para sacar libros, pero nos cuesta mucho sacar cada libro. Y te da rabia a veces que sacas un libro de mucha calidad, muy buenos, y ves que caen en la desolación del paisaje argentino. Pero, ¿qué más voy a hacer con la plata que me da Enriqueta?
Hablando de VivaLectura, uno de los últimos libros que sacamos se llama La cazadora de libros, de Pablo De Santis y Max Cachimba. Y todo ese libro es una carta de amor a los libros, una historieta sobre una biblioteca media encantada y una chica que trabajar ahí. entonces cuando uno abre Farenheit sale fuego, en 20 mil leguas de viaje submarino salen tentáculos. Ese material para publicar sí da placer, aunque no se venda.
-Comentaste que desde hace mucho años es muy difícil vender libros, ¿tenés alguna esperanza de que esta crisis pueda cambiar?
-La verdad que con Argentina no hago ningún tipo de predicción nunca. Uno se quemó tantas veces con este país y los políticos que tenemos, que me cuesta mucho. Me da mucha envidia cuando mis amigos se entusiasman mucho con diferentes políticos, me encantaría tener ese optimismo. El único aprendizaje que tuvimos fue en el ’83, con la democracia, que aprendimos que no hay que llamar a las botas para solucionar ningún tipo de problema. Pero desde ahí en adelante son todos golpes, todos palazos que nos pegan los radicales, los peronistas, los del Pro, los del no sé qué. Entonces ya es una especie de relación masoquista que tenemos con nuestros políticos. A mi me gustaría volver a Buenos Aires, pero cuando voy allá toda la gente que me cruzo está enojada.
-¿Creés que existe relación entre las crisis y la producción artística?
-Sí, creo que las crisis generan un gran arte. Así que por ahí también está ahí la explicación de porqué hay tan buenas historietas a lo largo de la historia argentina. En la clase que doy lo que más le interesa a los alumnos es el contexto histórico, en que momento se escribió El Eternauta O Perramus. Hay libros que están dibujados durante la dictadura o en el momento en que estuvo prohibido Perón. Hay libros de esa clase de resistencias. Es tan caótica Argentina que nos genera buena música, buenas novelas y buenos libros.
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