A la tardecita, cuando el sol pega de refilón sobre la ventanilla del colectivo y el pelotón de trabajadores vuelve a su casa para descansar luego de un día largo, los teléfonos vibran. Mensajes esquemáticos, informativos, protocolares o urgentes se acumulan en las pantallas. De pronto, uno sobresale. Poesía por WhatsApp, se lee con letras negras junto a la notificación de un nuevo mensaje en tonos verdes. Luego, adentro, una historia breve y un poema para partir el tiempo.
O en Spotify, donde el algoritmo une canciones con otras canciones que suenan parecidas a otras canciones, alguien escucha una playlist titulada El cielo de los ex novios, que más que una playlist o un disco es un libro de poemas pensado para ser escuchado en esos tiempos muertos arriba del bondi o caminando por Avenida Pueyrredón mientras los negocios bajan las persianas o pedaleando de regreso a casa luego de una jornada sin demasiados colores.
¿Aún le quedan fuerzas a la poesía para romper la rutina del tedio del siglo XXI? ¿Puede inocularse en la lógica de la inmediatez con unos cuantos versos eternos? ¿Vale la pena levantar la bandera de la sensibilidad poética hoy, acá, en esta Argentina, en este planeta?
El punto cotidiano
Daniel Mecca es periodista y docente. Tiene tres poemarios publicados: Ahorcados en la felicidad, Lírico y Haikus periodísticos. Un día lanzó un proyecto al océano digital. Lo tituló Poesía por WhatsApp y es un newsletter —la mejor traducción es: boletín— que circula por el servicio de mensajería más popular de Occidente. Son grupos sin posibilidad de respuesta que reciben todos los días una historia. Juana Bignozzi, Gregory Corso, Safo, Luis Alberto Spinetta y Charles Bukowski fueron los cinco primeros. Ya hay casi mil personas suscritas de América Latina y de España.
“Nació bajo dos ideas: en primer lugar hacer un aporte para correr a la poesía de los márgenes. Es un género vivo que está en todas partes (una canción, una publicidad, un tuit, una serie) pero en general se la circunscribe a un lugar retirado. En ese sentido, la herramienta del WhatsApp busca ser un puente para devolverle ese punto de cotidianeidad que tiene hoy y en toda su historia”, le cuenta Mecca a Infobae Cultura, mientras ejemplifica con el anonimato de los poetas en las culturas precolombinas, la transmisión oral durante siglos de la Odisea y el final de BoJack Horseman. “La poesía está ahí, todo el tiempo”, asegura.
“En segundo lugar, creo que las herramientas de la tecnología de ningún modo rivalizan con la lectura, sino, por el contrario, son un estado para desarrollarla aún más, como pueden ser los ebooks, los audiolibros, los newsletter por mail o, en este caso, por WhatsApp. El desarrollo tecnológico tiene que existir en función de simplificar las tareas, de acercar, de combinar, y no en función de su explotación por unos pocos. Estamos ante un precioso capital que es el resultado de toda una experiencia histórica de la ciencia y de la tecnología que no tiene comparación con ninguna época pasada. Hay que usar este estímulo histórico”, agrega.
Un purgatorio poético
Samantha San Romé publicó dos poemarios —Permanente y Ojalá el tiempo no fuera una prisión— y una nouvelle titulada Todo lo que nos pasa. Desde hace tiempo, su cuenta de Instagram se ha transformado en un canal poético, pero también ocurre del otro lado del mundo virtual: organiza un ciclo de lecturas en Chivilcoy, de donde es ella y donde hoy está viviendo, que se llama “Hagamos fuego”. El cielo de los exnovios es su nuevo proyecto, un puñado de poemas narrados con su voz y con música de fondo, que funciona como un disco recitado pero también como un encuentro de poesía en los auriculares. Es el adelanto de su próximo libro que va a salir en mayo.
“La idea surgió en una conversación con una amiga en la que ella me dijo: ‘vos sacralizás a todos tus ex’, e imaginé un santuario en el que les prendía velas y los invocaba para pedirles protección, advertencias y sus puntos de vista (que hemos perdido) y empecé a pensar historias con un ejercicio de poetización, que a diferencia de la idealización, para mí es una verdad entre otras que nos permite contemplar y percibir las cosas de otra manera. La encuentro más en el Otro y no tanto en mí misma, en mi falta, mi deseo y mis necesidades para amar. Tengo que salir de mí”, le dice a Infobae Cultura.
“Ahí surgió este lugar celestial —continúa— con lo mejor que nos queda del amor cuando termina o cuando cambia, una especie de purgatorio donde se perdonan y purifican las almas de las personas que amé y que me amaron y, sobre todo, la mía para llevarnos a la gloria y a la eternidad. Después tuve ganas de meterme en un relato transmedia y elegir algunas poesías para que circulen de manera oral y con música, como si fuera una canción recitada o una carta leída al oído. Ahí aparece la corporalidad, la presencia de una voz y una intimidad distinta que fue una experiencia zarpada porque los poemas cambian y crecen un montón cuando otras personas se lo apropian e imaginan una melodía. Se independizan”.
Esos raros formatos nuevos
Nadie sabe bien qué es la poesía. Hay manuales que intentan arañar una definición, pero la poesía siempre se escapa. ¿Qué es, además, hoy, entre tanto entretenimiento pasatista y coletazos de una crisis económica que siempre parece poder más? ¿Qué momento atraviesa el género de la sensibilidad y los silencios? “A la poesía, como toda manifestación literaria y artística, le caben las mismas de la ley de la naturaleza de la crisis económica y social. Crear poesía exige tiempo de lecturas, de escritura, de corrección. Todo esto tiene distintos niveles de necesidad de recursos económicos que deben convivir con el trabajo diario de ese poeta o poetisa, un trabajo en general ajeno a la literatura, sostiene Daniel Mecca.
“Pero es la última etapa la más aguda del problema —agrega—, que es la publicación: el escritor joven, que no tiene recursos, debe financiarse sus propios libros. Como contrapunto, han surgido editoriales independientes muy interesantes que han dado una difusión magnífica, sobre todo a la narrativa. Pero, como todo, también sufren la crisis económica lo cual hace bajar su capacidad de producción. Asimismo, la propia naturaleza de esta crisis hizo que la poesía busque otros formatos de visibilidad ligados a las redes. Cada etapa de la historia tiene su formato. Lo que se mantiene debe ser la exigencia de subsidios a la creación, sin que el Estado condicione los contenidos”.
“Creo que es un momento hermoso para la poesía, de mucha expansión y desmitificación”, asegura Samantha San Romé. “También de mucha presencia en las redes sociales, en eventos culturales. En estos momentos hay muchas personas que se juntan en un bar, una plaza, un patio con desconocidos a compartir lo más íntimo que tienen y a escuchar a los demás generosamente. Son acontecimientos creadores, inspiradores y políticos y ya casi nadie piensa que la poesía la hace un grupo reducido de personas iluminadas. En realidad lo que nos estamos dando cuenta es que nunca se trató de eso”.
“Estamos rescatando uno de los acontecimientos más antiguos y sencillos de los seres humanos, inventar historias, leernos en voz alta. Lo hicieron nuestros padres o abuelos o maestros con nosotros cuando éramos niños. Se parece más a eso que a un concurso de letras porque estamos pensando más en un lenguaje y no en un género. Entonces ya no hay mucha autoridad para que alguien venga y te diga: esto no es un poema. No tiene dueños ni vigilantes. O sea, eso todavía pasa pero mucho no importa porque las personas encontramos otras vías de expresión y circulación, hacemos y encontramos nuestras propias comunidades. Todo eso no se contradice con el trabajo sobre la escritura, la formación y la actividad creadora y artística; al contrario, la estimula”.
Un mundo sensible
Es difícil pensar el mundo en términos utilitaristas y decir necesito esto, necesito aquello. Hay cuestiones básicas como comer, beber, dormir, tener un techo, un salario digno. Pero esa lógica se empieza a romper cuando el capitalismo hace del mundo un gran supermercado y nos ofrece todo, o casi todo. ¿Qué necesitamos, realmente, de todo lo que tenemos o queremos tener? La literatura, pero más precisamente la poesía, está en una góndola muy lejana. Quien quiere puede tomarla, pero los demás productos del mercado son mucho más estridentes, más coloridos, más espectaculares. ¿Sigue siendo necesaria la poesía hoy?
“Siempre es necesaria porque nos corre de la domesticación, de cualquier colonización del pensamiento y nos acerca a lo más salvaje y natural del ser humano”, dice Samanta San Romé con la convicción de los poetas. “En la Edad Media una mujer, Wallada bint al-Mustakfi, bordó sobre su vestido algunos versos de sus poesías y fue llamada ‘perversa’. Decían algo como ‘doy poder a mi amante sobre mi mejilla y mis besos ofrezco a quien los desea’. Escribir es rebelarse. Esta pregunta me hace pensar en dos palabras. En el autoconocimiento, porque ya sea leyendo o escribiendo, me pasa que siempre salgo de ese lenguaje con una información que me cambia, y en el reconocimiento, porque en ese acto de comunicación siempre me encuentro y reconozco en los otros. Por eso el mundo de la poesía nunca puede ser indiferente ni individualista. Es un mundo sensible”.
“Creo que la poesía es necesaria en todos los tiempos”, sostiene Daniel Mecca. “Vivir tiene un carácter misterioso. La poesía se mete en ese misterio. En tiempos de colapsos económicos y sociales, está bueno que el poema traiga un poco de aire pero no como una distracción o entretenimiento, sino para aportar a su época, a su libertad, desde el lugar que cada poeta quiera. No está mal que algo esté artísticamente en los márgenes, en absoluto, lo que está mal es que no todos puedan tener acceso a la cultura, a la poesía”.
“Hace poco participé del Martes Verde —concluye San Romé—, un libro de poesías por la legalización del aborto y leímos con otras compañeras poesías afuera del Congreso mientras adentro todavía se debate si las mujeres merecen el derecho a no morir condenadas a abortar en la clandestinidad o si debemos ser destinadas a ser madres sin desearlo. El poder de la poesía tiene una lógica distinta al poder del gobierno y es común al de todas las artes; no hay unos sobre otros, es el poder como potencia que siempre provoca una transformación”.
* Para escuchar El cielo de los ex novios hay que entrar a Spotify por acá o a la cuenta de Instagram @samisanrome.
* Para recibir el newsletter de Poesía por WhatsApp, escribir a 1164504051 o contactarse a través de Instagram a la cuenta @danielmecca.
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