Una nueva visita de Pat Metheny a América latina, en una gira que incluye recitales en Buenos Aires el 13 y 14 de marzo en el Teatro Gran Rex, y luego sigue por San Pablo, Río de Janeiro, Santiago de Chile, Lima, Ciudad de México y La Habana, preanuncia placer para los oídos y emoción en los corazones de sus fans, que los hay y muchos desde que irrumpió como notable guitarrista acompañante de Gary Burton primero y Jaco Pastorius después. Por esa misma época, mediados de los 70, inició su carrera solista y casi a la par -el dato cobra notoriedad con una última, triste noticia para el mundo de la música- formó una sociedad virtuosa e inolvidable con el pianista Lyle Mays, fallecido el pasado 10 de febrero. A él, precisamente, le dedicó un extenso texto recordatorio en su página oficial de Facebook.
Metheny viene a presentar su nuevo disco From this place, grabado con su actual grupo en donde brilla con luz propia el baterista mexicano Antonio Sanchez (ganador del Oscar por su banda de sonido de la película Birdman de su compatriota Alejandro González Iñarritu) y recientemente editado. En éste, el primer disco que registra con el cuarteto desde 2015, vuelve a establecer un canon de creatividad instrumental y sonido impoluto que resultan en todo sentido, su marca de fábrica. “Aquí hay inspiradas composiciones, perfectamente identificables y bellamente interpretadas”, escribió en su reseña el crítico Michael J. West en la prestigiosa revista Jazz Times.
En diálogo con Infobae Cultura a través del correo electrónico -así solicita que sean las entrevistas, para tomarse tiempo en responder extensamente por escrito-, Pat Metheny da a conocer algunos elaborados puntos de vista sobre la evolución del sonido de sus grabaciones, los distintos soportes de audio que atravesó durante cinco décadas, su experiencia al compartir escenario con el legendario contrabajista Ron Carter en 2019, el impacto que ejercieron en su formación como músico Los Beatles y Miles Davis, una próxima primera visita a Cuba y las sensaciones que tiene y le surgen, como ciudadano estadounidense, sobre la actual presidencia de Donald Trump. Todo expresado en un depurado lenguaje y un exquisito estilo de redacción que no difieren en nada con su estilo para tocar la guitarra.
-Las versiones de “And I love her” (Beatles) y “I don’t know why” (Norah Jones) son tus canciones más escuchadas en Spotify ¿Qué te parece, te gusta? ¿Estás interesado, utilizas estas nuevas plataformas?
-Realmente no sigo nada de eso. Desde que estoy dando vueltas por ahí con esto de la música, ha pasado de LPs a cinta de 8 pistas, de casetes a los CDs de 44.1 Mhz, luego a mp3 y ahora lo que sea... Solo mantengo mi enfoque al 100% en la música en sí misma; todo lo demás está tan lejos de mi zona de interés así que simplemente no le presto mucha atención.
-Sobre las diferentes etapas de formatos de audio que mencionas, hay diferentes opiniones sobre la calidad de audio de cada uno. ¿Crees que la calidad se deterioró, como dicen algunos “puristas”? Más allá de eso ¿ves algún aspecto positivo en el sistema de streaming?
-Honestamente, la forma en que grabé todos los discos que hice durante casi 28 años (desde Secret Story) está en una resolución más alta (20 bits, luego 24 bits, ahora con 96k y mucho más) que el 99% de cualquiera que haya escuchado esos discos pudo apreciarlos. Nunca hubo un sistema de transmisión viable para audio de alta resolución, aunque finalmente parece estar llegando. Dicho esto ... Si escribís una gran melodía, hacés un gran disco, tocás algo que nadie escuchó antes, inventas notas realmente geniales que aspiran y coinciden con los estándares de música que establecieron los maestros de los últimos cientos de años, no importa. Se comunicará y trascenderá a cualquier formato.
-Dijiste sobre tu nuevo álbum “From this place” que “es uno de los discos que estuve esperando hacer toda mi vida”. ¿Por qué?
-Creo que con esa declaración quise decir algo así como… Que quizás las habilidades que podría sentir que necesitaba para alcanzar un cierto nivel de maestría musical requerida para hacer un disco como éste, todavía no estaban completamente en su lugar hasta ahora.
-Recientemente estuviste de gira con el contrabajista Ron Carter ¿Cómo fue esa experiencia?
-El Sr. Carter representa todo lo que amo de la música. Creo que es uno de los mejores músicos que escuché. Él, literalmente, tocó en miles de entornos únicos y siempre fue capaz de encontrar algo que resalte lo mejor de los otros músicos con los que compartía un escenario, sin dejar de ser fiel a su propio sentido de identidad. Para mí, el dúo en general ofrece oportunidades únicas que no aparecen de la misma manera en ningún otro contexto. Estar en el escenario con un músico maestro como el Sr. Carter realmente fue algo especial.
- A fines de marzo vas a tocar por primera vez en Cuba. ¿Cuales son tus expectativas? Entiendo que te gusta la música cubana, famosa en todo el mundo. ¿Tienes algún interés político y social además de eso?
-Muchas de nuestras actitudes hacia la cultura son incidentales y superficiales a los detalles específicos de las vidas que cada uno de nosotros tuvimos luego de nacer. A través de la música, me encuentro pensando en el contexto -no solo de la historia de los últimos 400 años, o de los últimos 2500 años o incluso de los últimos 10 mil años-, sino que trato de notar cuánto de lo que conduce mis instintos musicales está conectado a los primeros y mucho menos considerados 300 mil años de nuestra existencia como especie en este planeta. Para mí, la música es un síntoma de cosas que están más arraigadas a nuestros puntos en común que a nuestras diferencias.
-En varias entrevistas contaste que Los Beatles primero y Miles Davis después potenciaron tu interés en hacer música. ¿Podrías explicar cómo, cuándo y por qué sucedió así?
-En mi familia todos eran trompetistas. Yo también, comencé a tocar cuando tenía ocho años. Pero encajo cronológicamente en ese grupo demográfico de personas que vieron a los Beatles a principios de los años 60 en el programa de Ed Sullivan. De repente, la guitarra ganó un lugar en la cultura que la llevó de ser simplemente un instrumento musical a un emblema casi icónico de todo lo que estaba por suceder. Donde mi historia difiere de los otras millones de personas que se interesaron por el instrumento en ese momento fue que también escuché a Miles Davis, poco después de comprar una guitarra. Entonces me dediqué a querer entender de qué se trataba esa música. Quiero decir, lo que amo es la creatividad. Realmente no me importa mucho el estilo. De hecho, ni siquiera sé en qué estilo están las cosas hasta que lo pienso. Solo escucho buenas notas, alma, espíritu, ideas, sonido, etc. Tanto Los Beatles como Miles representan, en mi opinión, el nivel más alto de creatividad alguna vez alcanzado en la historia de la música popular del siglo XX.
-Su nuevo álbum se llama “From This Place” y una canción allí incluida se titula “America Undefined”. En ambos casos, ¿tiene que ver con la presidencia de Donald Trump? Fuiste muy crítico con su gobierno. ¿Podrías decirnos por qué? Además, ¿crees que Trump tiene chances de ser reelegido este año?
-Creo que lo que representa la buena música a menudo trasciende a la cultura en la que está hecha, incluso cuando está profundamente condicionada por el tiempo en que ocurre. En este momento hay grandes desafíos culturales y políticos que todos tenemos que enfrentar. El lenguaje de la música puede servir como un ideal para muchos de los objetivos a los que parece que aspiramos colectivamente. Como músico, es importante intentar representar las cosas que sentimos siendo fieles en música y sonido lo mejor que podamos. Puede que a veces no parezca mucho, pero realmente creo que al final, hace la diferencia.
La música se revela continuamente como algo superador y extrañamente impermeable a los altibajos en los detalles transitorios que incluso pudieron haber influido al momento de su concepción. La música conserva su naturaleza y espíritu incluso cuando la cultura que la contiene parece desvanecerse, al igual que la suciedad alrededor de un diamante es olvidada a medida que el diamante brilla. Creo que la palabra “suciedad” es apropiada para nuestra condición actual, aquí en Estados Unidos. Igualmente debo decir que las personas que dentro de 100 años escuchen esta música, no recordarán (ni les importará) quién estaba en el poder político en el momento en que fue creada.
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