Se lo ve distendido y alegre. Más aun: vivaz. Feliz ante un desafío para el que parecería haberse preparado durante toda la vida. Juan Sasturain es el flamante director de la Biblioteca Nacional y la sonrisa que tiene no puede ser más grande.
Luego del encuentro antisolemne —tan propio de él— en el que una multitud de escritores, periodistas y distintas personalidades de la cultura se reunieron para participar en la toma “informal” del cargo, y mientras un mar de personas se acercaban a saludarlo —de Daniel Divinsky a Paola Lucantis, de Vicente Battista a Luisa Valenzuela, de Elsa Osorio a Damián Tabarovsky—, Sasturain consiguió hacerse el tiempo para hablar con Infobae Cultura sobre los desafíos que vienen.
—Cada director ha plasmado su idea sobre lo que pensaba de la Biblioteca Nacional. ¿Cuál es para usted la función de la Biblioteca Nacional en este momento?
—Es una función doble. Por un lado, como es obvio, tiene la función de reservorio. Es como cualquier biblioteca. Y, por otra parte, es un lugar donde uno va a abrevar. No es un depósito; tiene que ser un lugar de circulación. ¿Por qué nos duele el incendio de la biblioteca de Alejandría? Cada vez que se dilapida la biblioteca reunida de un escritor, uno se pregunta a dónde fueron a parar los libros. Saber que en algún lugar están las cosas es un lindo sentimiento. Saber que se pueden usar es el sentimiento complementario.
—La Biblioteca Nacional supo ser un territorio de disputa política. ¿Va a ser eso también ahora?
—Yo creo que sí. De confrontación. La Biblioteca Nacional va a volver a ser un lugar de discusión, pero no de pelea. Yo creo que vamos a poder discutir todas las cuestiones que tienen que ver con nuestra cultura. Lo vamos a hacer. Obviamente que sí.
—En su discurso mencionó a Horacio González, que dirigió la Biblioteca hasta 2015. ¿Tuvo oportunidad de hablar con la directora anterior, Elsa Barber?
—No, no la conozco. Cuando ella renunció, yo todavía no estaba designado. Así que no tuve la oportunidad de cruzármela. Recibí y leí su informe, y tengo la referencia de los compañeros que están aquí. Creo que la persona más indicada para opinar, en el aspecto técnico y profesional, es Elsa Rapetti, que será la nueva subdirectora y tiene una larga trayectoria en la Biblioteca. Y Elsa la tiene colocada en el lugar de excelencia que se merece.
—Uno de los grandes problemas que tuvieron las gestiones de Alberto Manguel y Elsa Barber fue la cuestión financiera. ¿Cómo se va a enfrentar a eso?
—Hace unos días dije un poco ligeramente que el presupuesto alcanzaba apenas para pagar los sueldos. Tal vez no sea exactamente así, pero es probable que esté cerca del 80% del dinero. Eso no quiere decir que no se pueda recurrir a otras formas de financiamiento; en eso estamos absolutamente abiertos. La Biblioteca tiene que generar ingresos. No hay que ser ni excesivamente prejuiciosos ni tampoco entregarse a donde aparezca la plata. Pero hay cosas que no se negocian: todas las actividades de la Biblioteca son gratuitas; todo aquel al que se convoca para dictar un curso recibe una remuneración. Son las reglas básicas elementales. El desafío está en cómo distribuimos el dinero. Lo vamos a trabajar con Roberto Arno, que es el director de Coordinación Administrativa. Pero la variable no va a ser ni pagar entrada ni que la gente trabaje gratis.
—¿Cómo cree que el presidente Alberto Fernández piensa la cultura?
—Por lo que veo, tiene una actitud absolutamente abierta y muy acorde con lo que es su discurso en todos los órdenes. En lo político, en lo económico, en lo social. Su disposición hacia la cultura es exactamente la misma: la inclusión y la participación mayoritaria en todas las actividades. Yo confío en el programa de Alberto. Creo sustancialmente en lo que dice, más allá de la coyuntura. Se podría llegar a pensar que esta fue una alianza defensiva. No: pienso que los principios sobre los que se sustenta son válidos para cualquier coyuntura. Y en esta, además, son absolutamente necesarios e imprescindibles. El que no lo entiende, el que cree que es un rótulo o que “hay que tragarse sapos”, no entendió que a veces uno es el sapo del otro.
—¿La Biblioteca va a tener relación con el Plan Nacional de Lecturas, que lleva adelante Natalia Porta López?
—Seguro que sí. Al igual que con la CONABIP y con todas las entidades del aparato del Estado que están vinculadas con el libro y con la lectura. No tengo experiencia de gestión, pero sí tengo una experiencia muy larga en todo lo que tiene que ver con la difusión de la lectura y con las actividades conexas.
—Con respecto a la recuperación de la editorial de la Biblioteca, que va a estar a cargo de Horacio González —con un puesto ad honorem—, ¿ya tienen confirmados los primeros títulos?
—Todavía no me animo a confirmarlos porque tenemos que ver si llegamos a la Feria del Libro. Yo creo que sí, pero no me animo a decir nada. Cuando Horacio se reúna con Sebastián Scolnik, vamos a saber qué hacemos. No puedo adelantar nada.
—¿La Biblioteca va a priorizar la publicación de libros de papel o va a ir por otros formatos, como libros digitales, audiolibros y otros materiales?
—Hay muchas cosas que salieron como libros digitales y eso va a seguir. Pero, amamos el papel.
—Históricamente, esta es la Biblioteca de Groussac, de Borges. ¿Cómo le gustaría que fuera la Biblioteca de Sasturain?
—No creo en eso. Honestamente lo digo. No creo que le pueda dar alguna impronta que sea demasiado diferente. Gestionar es nuevo para mí. Una vez que termine mi gestión, veremos. Es como un técnico de fútbol: ¿cómo fue el Boca de Bianchi, el del Mellizo, el del Coco Basile? Hay que ver cómo se formula la teoría y cómo se dan los resultados. Y, para los que somos futboleros, esperemos que los resultados nos acompañen.
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