A veces las rupturas son la mejor fuente de inspiración. Las tensiones y los sentimientos a flor de piel, aunque sean de dolor y decepción, agudizan la creatividad y construyen canciones y discos inmensos. El ejemplo más claro es Abbey Road de The Beatles, su último esfuerzo colectivo antes de disolverse. Bob Dylan compuso Blood On The Tracks en medio de su divorcio y un par de años más tarde el mayor éxito de Fleetwood Mac, Rumours, fue grabado en medio de las crisis amorosas que atravesaban las parejas que integraban el grupo. Lo mismo ocurrió con Simon & Garfunkel, que hace 50 años sellaron su separación con su obra más exitosa y perfecta, el álbum Puente sobre aguas turbulentas (Bridge Over Troubled Water).
Paul Simon y Art Garfunkel fueron amigos desde la infancia. Vivieron en el mismo barrio, asistieron a las mismas escuelas y a los 15 años ya habían grabado su primera canción, “Hey Schoolgirl”. Su principal influencia era The Everly Brothers, un dúo que en medio de la fiebre del rock ‘n’ roll supo tomar sus raíces negras y combinarlas con el folk y el country. Estos hermanos fueron fundamentales para The Beatles, The Beach Boys y también para estos dos adolescentes neoyorkinos que adoptaron el nombre artístico de Tom & Jerry.
A pesar de haber ganado cierta popularidad, tuvieron que poner en pausa su proyecto musical cuando empezaron la universidad. Lo retomaron a principios de los ’60, esta vez usando sus verdaderos nombres y más orientados al folk.
Luego del éxito de la canción “The Sound Of Silence”, se convirtieron en grandes estrellas gracias a su participación en la banda sonora de El Graduado, que incluía además la espectacular “Mrs. Robinson”, y luego el álbum Bookends.
Paul Simon era el que escribía las canciones, pero era tímido y con una voz más suave. Art Garfunkel, por el contrario, era extrovertido, un conquistador y tenía un rango vocal mayor. Roy Halee, responsable del sonido de todos los discos del dúo, descubrió que si grababa a los dos juntos cantando a la vez en el mismo micrófono el resultado era único y estremecedor. La magia de Simon & Garfunkel estaba en la perfección de sus melodías.
Sin embargo, la tensión entre ellos aumentaba en la misma proporción que su popularidad. Mientras Paul intentaba expandir sus influencias y revisitar otros géneros, Art, más conservador, prefería no moverse demasiado lejos de ese folk con aires barrocos repleto de arreglos orquestales que lo llevaron al estrellato.
Antes de empezar a preparar el material que integraría su siguiente álbum, los dos fueron convocados por Mike Nichols para su nueva película, Catch-22 (“Trampa 22”). Nichols, que había dirigido El Graduado, esta vez no los llamó para que grabaran la banda sonora sino que los quería frente a las cámaras. Por ajustes en el guión, el personaje de Paul Simon quedó fuera de la historia, mientras que Garfunkel tendría un papel más protagónico. Para él, el hecho de protagonizar un film lo hacía más interesante, ya que sentía que por primera vez tenía más visibilidad que su compañero: “Después de todo, en el escenario Paul tocaba la guitarra, mientras que Arthur solo tenía sus manos. Paul escribía todas las canciones, así que [la película] fortalecía mi lado del grupo”, confesó en una entrevista en 1990. En el fondo, fue una excusa para alejarse un tiempo de Simon, con quien mantenía un vínculo cada vez más conflictivo.
La idea era que Garfunkel alternara su tiempo entre las sesiones grabación del álbum y la filmación de Catch-22 en México, pero el trabajo en la película se prolongó y Paul Simon tuvo que avanzar con la sesiones en solitario. Sintiéndose abandonado, sus nuevas composiciones denotaban cierta tristeza y frustración y anticipaban muy sutilmente la ruptura de uno de los pocos números musicales que logró desbancar a The Beatles del podio, al menos por un rato.
Cuando Art por fin se presentó en el estudio, comenzaron las discusiones. Si bien la mayor parte del tiempo no hacían más que desgastar su relación, a veces sus diferencias daban buenos resultados. Eso fue lo que sucedió con “Bridge Over Troubled Water”, la canción que bautizó al álbum. Nació como un intento de Simon de incursionar en el góspel, empujado entre otras cuestiones por su turbulenta relación con Garfunkel. En sus orígenes tenía dos estrofas, pero su amigo lo instó a escribir una tercera para que la composición ganara intensidad a través de arreglos similares los que hacía Phil Spector en sus producciones. Garfunkel no se equivocó: “Bridge Over Troubled Water” se convirtió en un tema fundamental de la música popular, al nivel de clásicos como “Yesterday” de John Lennon y Paul McCartney o “My Way” por Frank Sinatra.
Clive Davis, director ejecutivo del sello Columbia, también se dio cuenta de que estaba ante un nuevo clásico. La primera vez que escuchó la canción sintió cómo la adrenalina invadía su cuerpo. “Era mucho más que un hit, era una grabación trascendental”. Por eso la disquera apostó a lanzarla como simple, a pesar de que superaba los tres minutos y medio, la duración estándar que solía tener un corte para la radio.
Paul imaginó a su compañero haciendo la voz principal y él le devolvió el gesto con “una de las mejores interpretaciones de la era del pop moderno”, de acuerdo con el crítico Robert Hilburn, autor de la biografía de Simon. Sin embargo, se arrepentiría de su decisión al ver cómo el público ovacionaba al cantante, mientras que él, como autor de esa obra maestra, observaba tras bambalinas sin obtener ningún reconocimiento.
Después de dejar al oyente sin aliento, el álbum continúa con “El Cóndor Pasa (If I Could)”, una composición hecha sobre una pista del grupo de música andina Los Incas que el neoyorkino había escuchado en París. “El Cóndor Pasa” es una zarzuela que escribió el peruano Daniel Alomía Robles en 1913. Se trató de uno de los primeros experimentos del músico con ritmos de otros países, un aspecto que Simon explotaría más adelante en su discografía solista.
“Cecilia” surgió de un juego. Algunas sesiones de grabación se hicieron en Hollywood, en un ambiente más distendido, casi vacacional. Una noche, Eddie, el hermano de Paul, empezó a tocar el piano y todos los que estaban a su alrededor empezaron a acompañarlo golpeando todos los objetos que estaban a su alrededor. El ritmo les gustó tanto que lo registraron con un grabador casero. Simon tomó un fragmento que le pareció muy musical y compuso sobre él la letra. En el estudio, el ingeniero Roy Halee hizo un loop de la base rítmica, incorporó percusión adicional (que incluyó un xilofón y golpes al piso de parquet con palos de batería) y así salió una de las canciones más divertidas del álbum. Pese a su melodía alegre, “Cecilia” habla de una mujer que engañó a su novio mientras él estaba en el baño. Vale preguntarse si en realidad el tema no esconde un mensaje para Art, que puso su incipiente carrera como actor por encima de la musical.
Mientras que “Keep The Customer Satisfied” es una canción menor acerca de un viajante de comercio que está cansado de moverse de un lado a otro (una metáfora de lo agotadoras que resultan las giras), “Long, Frank Lloyd Wright”; es una despedida que Simon le hizo a su partenaire. Lloyd Wright era un importante arquitecto estadounidense y Art había empezado a estudiar arquitectura cuando terminó el secundario. Envuelta en un halo de nostalgia, la letra recuerda las noches en las que los dos armonizaban hasta el amanecer. En la coda, se repite hasta el fundido la palabra “adiós”. Garfunkel tardó años en descubrir que él era el destinatario de esta balada con la que cierra la primera parte del álbum.
Javier Márquez Sánchez, autor de Simon and Garfunkel: Negociaciones y canciones de amor, sostiene que casi todo Puente sobre aguas turbulentas, y en especial el segundo lado, funciona como una especie de crónica de la separación del dúo contada desde la perspectiva de Paul.
La cara B abre con “The Boxer”, que habla de un hombre que intenta sobreponerse a los golpes que le da la vida. Está inspirada en las presiones y críticas que recibió Simon durante su carrera hasta alcanzar el éxito. Se trata de una de sus producciones más complejas y llevó más de cien horas de grabación obtener el resultado que buscaban.
“Baby Driver” es un rock ‘n’ roll que podría haber sido parte del repertorio de The Beach Boys acerca de un joven de familia acomodada que se escapa con su moto para vivir sus propias aventuras. La letra juega con el doble sentido y da a entender que entre las experiencias que quiere vivir el protagonista están también las de carácter sexual. Para Márquez Sánchez, el tema evoca los primeros años de la década del ’60, en los que Simon se dedicó a sus proyectos musicales mientras Art estudiaba en la universidad. En dicho período logró llamar la atención con “Motorcycle”, un sencillo que editó con el grupo Tico and The Triumphs. Según Márquez Sánchez, con “Baby Driver” Simon quiso recordar a sus fanáticos que hubo un momento en el que supo grabar sin Garfunkel y que estaba listo para volver a hacerlo.
En “The Only Living Boy In New York”, Simon le pide a un tal Tom que tome un avión a Nueva York, donde él se encuentra. Tom era el nombre artístico que usaba Garfunkel cuando eran Tom & Jerry, por lo que la composición es un llamado a que deje su nueva vida de actor y vuelva a ocupar su rol de cantante.
“Why Don’t You Write Me” también parece dirigida a su coequiper. Paul, que avanzó con la grabación del álbum en soledad, se impacienta porque Art no regresa de la filmación. “¿Por qué no me escribes?”, se pregunta sobre una base de ska jamaiquino, “aunque sólo sea para decirme que me dejas”.
“Bye Bye Love” era uno de los hits de The Everly Brothers. Simon & Garfunkel la interpretaron en vivo en la primera gira que hicieron cuando Art terminó de filmar y les gustó tanto el resultado que decidieron incluirla en Bridge Over Troubled Water. Para Márquez Sánchez, resulta un tanto irónica la incorporación de este registro. Es como si se estuvieran despidiendo el uno del otro (“Adiós amor/Adiós felicidad/Hola soledad”, reza el estribillo) con una de sus canciones predilectas.
El álbum cierra con “Song For Asking”, un folk intimista de Paul Simon en el que parece anunciar la separación del dúo y el inicio de una nueva etapa: “Pensando en que se terminó, estoy triste/Pensando en que se terminó, estaré más que feliz”.
Los chispazos entre Simon y Garfunkel derivaron en una obra maravillosa, pero su relación quedó inmersa en aguas turbulentas. Tras una pequeña gira, volvieron a verse las caras en la entrega de los premios Grammy del año siguiente. Se llevaron seis galardones, incluyendo las máximas categorías de Mejor Canción y Mejor Álbum. Además, fue el disco más vendido de 1970.
En las sucesivas décadas, si bien cada uno hizo su propio camino, volvieron a reunirse en reiteradas ocasiones para tocar en vivo, pero, aunque hubo algunos intentos aislados, nunca más volvieron a grabar juntos. Después de todo, Puente sobre aguas turbulentas es un álbum hecho con las heridas abiertas, una carta de despedida de dos amigos de toda la vida que, cuando habían llegado a lo más alto, decidieron que, como dupla, ya no tenían nada más que dar.
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