Los prohibidos es el cuarto largometraje de la documentalista Andrea Schellemberg. En él se siguen los pasos de Silvana Castro, bibliotecaria del Congreso de la Nación, que junto a sus compañeras intenta reflotar la exposición de los libros prohibidos por las dictaduras argentinas en un contexto político desfavorable. Se trata de una muestra que se realizó por cuatro años, durante los sábados, en el Salón de los Pasos Perdidos y sus visitantes podían conocer las publicaciones que fueron incautadas en ese mismo espacio durante la autodenominada Revolución Libertadora (1955) que retiró los materiales de lectura escolar editados durante el primer y segundo gobierno de Perón y las obras escritas por Evita y el general Perón. Además, tenía otra sección especial donde se exponían aquellos otros títulos prohibidos por la última dictadura militar de 1976.
La protagonista trabaja en el sector denominado Sala de Colecciones Especiales, sector donde se alojan y cuidan este tipo de materiales mostrando la riqueza bibliográfica que atesora el Congreso de la Nación. No es solo se enfoca en dicha muestra, sino que también refleja el trabajo inmenso que se realiza dentro de la biblioteca y como sus empleados deben sortear las dificultades burocráticas y los cambios de gobierno que desatan cambios abruptos donde algo que era prioridad puede dejar de serlo.
Los prohibidos tuvo su estreno mundial en el último FICIP, Festival Internacional de Cine Político, y se proyectó en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana y en el Toronto Latin American Film Festival. Es el material más novedoso de Schellemberg, que cuenta con una amplia trayectoria como realizadora documental. Entre sus films previos se encuentran Santa Lucía (2016), sobre una investigadora tucumana que indaga en su historia familiar durante la última dictadura cívico-militar, y Palabras pendientes (2017) , en el que realiza un seguimiento del dictado de las clases de Derechos Humanos en el Colegio Militar de la Nación.
En el film, Silvina Castro no habla solamente de su trabajo en la biblioteca sino que expone su historia personal que también fue atravesada por esos gobiernos de facto ya que ella fue víctima de la detención clandestina y la tortura en 1976, cuando con tan solo 16 años la llevaron a la ciudad de Ledesma, Jujuy.
-¿Cómo llega la directora a conocer tu historia y el trabajo que hacían en la biblioteca?
- Nuestra relación comienza cuando ella estaba trabajando en Telefé y vino a cubrir la muestra. Ella vio que ahí había una historia que se cruzaba entre mi vida y las prohibiciones a los libros en la dictadura. Fue ahí cuando le conté por primera vez lo que me había pasado. La muestra se realizaba todos los sábados en el Salón de los Pasos Perdidos y acompañaba a las visitas guiadas. Cuando asume el gobierno de Mauricio Macri se deja de abrir la biblioteca durante el fin de semana y no hubo una oportunidad o intención de que la muestra continué. Solamente pudimos volver a mostrarla durante la Noche de los Museos.
-¿Qué te ocurrió al ver reflejada también tu historia personal?
- El documental es de Andrea Schellemberg, es obra de ella de cabo a rabo. Lo que pasa es que en medio de este documental, aparece mi historia personal y era la primera vez que la digo tan públicamente. Fue algo muy fuerte ver el trabajo final. Durante la filmación uno pierde la noción de lo que hacía o decía. Andrea tuvo el talento de enganchar algo que tiene que ver con la historia de nuestro país y que yo termine contando una para de mi historia y es un poco la historia de todos. Si bien es algo que me pasó a mí, me pasó en marco de la historia de mi país. Estuve detenida cuando tenía 16 años en 1976, iba al colegio secundario en el pueblo de Ledesma, Jujuy. Allí sufrí torturas inimaginables y logre que me liberaran gracias al pedido de mi papá a los dueños de Ledesma, donde él trabajaba. Pasó el tiempo y yo no lo contaba, no hablaba de el tema. De pronto aparece la posibilidad de trabajar con los libros prohibidos durante la dictadura militar y un poco se va anudando con los silencios que van atravesando la historia de nuestro país y de algún modo las historias personales.
-¿Creés que la muestra ayudó a romper ese silencio que buscaban con la censura?
- Cuando hicimos la muestra dejábamos un espacio al final para que puedan contar sus experiencias o hacer preguntas. Siempre había gente grande que contaban anécdotas que a todos le hacían rememorar cosas y además había chicos adolescentes que lamentablemente desconocían muchas cosas que pasaron en la Argentina hace no mucho tiempo y ellos no tenían la menor idea. Lo que hicieron fue efectivo. El tema de silenciar a la gente que se salvó, fue muy inteligente. Me fui dando cuenta después de ver el documental lo fuerte que seguía siendo el tema y para mi fue una liberación poder contarlo y más aún , poder juntarme con mis compañeras que estuvieron detenidas conmigo y hacer la denuncia en 2015. Yo recién se lo pude contar a mi hija siendo grande. De algún modo el documental pone esto en relieve y en evidencia que no hay derecho a callarse porque no solo tiene que ver conmigo sino con la sociedad y se tiene que saber para que no vuelva a ocurrir.
-¿Qué trabajo tuvieron las bibliotecas a la hora de preservar esos materiales?
- Resguardar la memoria de los pueblos es un poco el trabajo de las bibliotecas. Además, durante la dictadura los empleados de la biblioteca fueron claves para preservar el material y a los lectores, ocultando a los militares las fichas para que no vieran quienes habían consultados algunos libros que estaban mal vistos y se pudieron salvar de la quema mucho material. Aunque por supuesto se perdió bastante, como ocurrió con la Editorial Eudeba donde se quemaron toneladas de libros. Por otra parte, las prohibiciones entre la etapa de la Revolución Libertadora y la última dictadura fue bastante diferente. En la primera, se prohibió todo aquello que tenía que ver con Perón, entre ellos planos de edificios, textos de planes quinquenales, no solamente literatura o investigación. Cuando en esa etapa vuelve la democracia, Lorenzo Pepe, que era Director de la Biblioteca del Congreso, manda a buscar todos estos libros para conformar la “biblioteca peronista” que está guardada en las colecciones especiales del edificio. Lo paradojal es que todo ese material, que estaba archivado en la misma biblioteca, no se destruyó ya que el decreto de Isaac Rojas determinaba que se debía guardar para que en el futuro se pueda juzgar a Perón. Eso permitió que ese material no fuera destruido y hoy contar con textos únicos.
-El documental también muestra el ataque y cuestionamiento que tuvieron los trabajadores de la Biblioteca durante el gobierno de Mauricio Macri, ¿cómo viviste esa etapa?
-En los últimos años, hubo un ataque sistemático a la cultura. La falta de fondos hizo casi imposible desarrollar muchos proyectos de las distintas artes. De todos modos, la Biblioteca del Congreso fue históricamente muy vapuleada, desde hace años que muchos cuestionan su funcionamiento argumentando que es demasiado costoso mantener dos bibliotecas tan grandes en una misma ciudad. Lo que no se dice es que, tanto la del Congreso como la Nacional, son dos bibliotecas hermosas y distintas, con diferentes funciones y absolutamente eficientes. Por esa razón no tienen que competir entre ellas. Hay una cantidad enorme de trabajo que se realiza allí, es como atacar al CONICET. La biblioteca es un lugar fundamental para preservar la historia y hay trabajo de investigación impresionante. El documental habla del papel de los que trabajamos en las bibliotecas, de preservar estos documentos claves para nuestras historia y para las generaciones que vienen.
*El documental podrá verse todos los días desde el jueves 23/01 en el Cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635, CABA.
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