Blues, drogas y una muerte sin querer: la vida de Janis Joplin, la “dama blanca” de la música negra de los Estados Unidos

Nació hace 77 años y fue dueña de una voz poderosa, estridente y única. “En el escenario le hago el amor a 25 mil personas diferentes y luego me voy sola a casa”, dijo en una de las pocas entrevistas que dio. Tras su muerte, y cumpliendo con su deseo, sus amigos la despidieron con una gran fiesta

En solo tres años, Janis Joplin marcó la historia de la canción y abrió paso a las voces femeninas en el rock estadounidense y se convirtió en un símbolo de fuerza y rebeldía para muchas mujeres de su época.

“Primero escuché música y un día empecé a cantar. Tenía 17 años y mis padres querían que fuera maestra, como todos los padres”, dijo en una de las pocas entrevistas que dio. Era 1969 y visitaba Estocolmo, Suecia, como una artista consagrada que muy temprano supo que su camino era la música: obedeciendo a su madre Dorothy ingresó al coro de la iglesia, donde disfrutaba de cantar, pero algo le faltaba. Lo descubrió a los 14 años, cuando escuchó un disco del blusero afroamericano Leadbelly. Cayó rendida y en su insaciable deseo de siempre encontrar más descubrió a Bessie Smith. No hubo vuelta atrás: el “demonio” —así se refirió su madre a su talento— había salido y con él se llevó a miles de almas que estallaban de éxtasis junto a ella en cada canción. Era como un orgasmo.

Janis Lyn Joplin nació el 19 de enero de 1943 en Port Arthur, Texas, un pueblo petrolero al que siempre rechazó y que abandonó entregada a su pasión musical, inconforme con su vida familiar y social. Se fue a San Francisco donde imaginó que sería libre y feliz. Allí encontró más de lo que buscaba: fama y drogas; y, más tarde, el temprano final en la más absoluta soledad.

Soledad que arrastraba desde la adolescencia: había sido una excelente estudiante en la preparatoria y nada popular. Su manera de ser no encajaba con los buenos modales de las señoritas y señoritos que la rodeaban, tampoco su peso. Convertirse en parte de ellos no era su deseo y lo evidenció: dejó lado las faldas para usar cómodos jeans y a veces andaba descalza, siempre con el cabello desalineado y riendo fuerte con la boca abierta de par en par.

La muerte la encontró temprano y es parte del fatídico grupo de los rockers muertos a los 27 años. Como su amigo Jimi Hendrix; como el hombre al que le partió una botella de whisky en la cabeza, Jim Morrison.

“Ella se atreve a ser diferente. Ella va descalza cuando se siente como ella misma, lleva Levi’s a clase porque son más cómodos, y lleva su autoharp (instrumento de la familia de la cítara) con ella dondequiera que va porque, en caso de que tuviera el impulso de romper a cantar, le será muy útil. Se llama Janis Joplin”., la describió “The Daily Texan” en la edición del 27 de julio de 1962.

La vida de Janis: de la impopularidad escolar a la fama mundial

Sus padres decían que era una niña “infeliz e insatisfecha” que necesitaba más atención que Laura y Michael, sus hermanos. La incomodidad que Janis sentía en su familia y entre sus compañeros de clase hizo que buscara otros horizontes para lograr amistades. No le gustaba la vida superficial que veía en su pueblo, al que siempre consideró un lugar donde no podía ser libre. Lo dijo cada vez que tuvo un micrófono delante.

Así conoció a un grupo de jóvenes marginales que llevaron a su vida lo que en verdad necesitaba para sentirse feliz: música. Junto a ellos escuchaba discos de blues de cantantes afroamericanos. Hasta ese momento su escape mental era el dibujo y la pintura, pero gracias a ellos decidió cantar en un coro y allí conoció a otros cantantes de blues como Odetta o Billie Holiday e hipnotizada como por el canto de sirenas, recorría bares oscuros de Luisiana para escuchar jazz y blues. Tenía 17 años y había elegido dedicarse a cantar, decisión desaprobada por sus padres, que habían planeado para ella un futuro como maestra.

Terminó la preparatoria en 1960 e inició una carrera universitaria en Austin, pero no tardó mucho en largarse de casa (casi con lo puesto) para salir con destino a esa mentada libertad que la esperaba en San Francisco, donde inició su carrera musical. Durante su etapa universitaria cantó en bares junto a la banda Waller Creek Boys y también encontró dos malas compañías: el alcohol y las drogas.

Joplin durante su infancia. El dibujo fue el primer medio de expresión de la niña que nunca se sintió feliz.

Llegó a San Francisco en 1963. “Es mucho más libre y nadie se mete contigo”, dijo Janis sobre su nueva ciudad durante una entrevista televisiva. Allí conoció a Ron “Pigpen” McKernan con quien grabó un disco casero y tuvo una relación libre. En ese disco tuvo una percusionista que hacía “efectos” con una máquina de escribir. En 1964 comenzó a consumir drogas y alcohol en exceso, tanto que tuvo una letal baja de peso —cuenta el libro Going down with Janis (1973) que llegó a pesar ¡35 kilos!—. Al año siguiente, quizás asustada por verse tan disuelta, anunció a su familia que retomaría sus estudios y que se casaría con un tal Peter LeBlanc, pero él no tenía los mismos planes y se fue de su lado.

El 4 de junio de 1966, Janis se une la banda Big Brother and the Holding Company tras el pedido de Chet Helms, un productor que conoció en Texas. Con ellos llegó la felicidad: grabó su primer disco que en sólo tres días obtuvo un disco de oro. ¡Simplemente deleitó! Y conoció a otros músicos, estrechó lazos con ellos, compartían escenario y gozó de todos los placeres que la anhelada libertad le ofrecía.

Su ángel era eclipsante y muchos pensaban (y le dijeron) que la banda le quedaba chica, que estaba para ser solista. Lo hizo. Dejó a los Big Brother y se sumó a la Kozmic Blues Band con la que lanzó su segundo disco. Lo tenía todo: éxito, admiración (ella, la burlada en su escuela y en la universidad ahora era una estrella), fama, amantes y dinero que usó para conocer la heroína y tenerla siempre a su alcance. Ese nuevo “romance” iba a la par con el alcohol. Janis se había convertido en un símbolo de la rebeldía femenina y una referente musical.

Janis Joplin junto a su amiga (amante y biógrafa) Peggy Caserta.

El 16 de agosto de 1969, Janis se convirtió en leyenda viva. Esa tarde subió al escenario del festival de Woodstock y realizó una presentación sin igual, impensada, completa, nunca antes vista: se entregó y conquistó al público, que clamó por una segunda interpretación de sus famosas Ball and chain y Piece of my heart, composiciones con las que desnudó su alma. Cerró el año dando dos conciertos en el Madison Square Garden en Nueva York.

Ya corría 1970 y su carrera ascendía, sus excesos también. Tanto que en febrero decidió tomarse un descanso de los escenarios y viajar a los Carnavales de Brasil para intentar desintoxicarse de la heroína. Pudo con ella, al menos un tiempo, pero no lo logró salir del alcohol. En ese viaje conoció a David Niehouse con quien recorrió el Amazonas durante dos meses. De regreso a San Francisco, su flamante novio se mudó con ella.

Tras la desintoxicación regresó a la música, esta vez de la mano de la Full Tilt Boogie Band con la que comenzó a trabajar en un nuevo disco y vivía la relación de vida familiar que tanto soñaba, situación que no encajaba en los planes de su novio, un viajante incansable que la invitó a viajar por el mundo. Janis desechó la idea.

Entregada de lleno a su carrera, participó junto a la banda de varios festivales y fiesta. En una de ellas conoció a Seth Morgan y se enamoró perdidamente de él.

Los últimos días de la vida de Janis Joplin

Janis Joplin.

En septiembre de 1970, Janis Joplin se traslada a la ciudad de Los Angeles para grabar Pearl, un disco que lleva de nombre de su alter ego y apodo que le habría puesto amiga y amante Peggy Caserta.

Las grabaciones del disco iban mejor de lo pensado así que durante los primeros días de octubre Janis llamó a su amiga Peggy y a su novio Seth para que fueran a visitarla y poder celebrar el futuro éxito. No fueron y eso no le cayó bien.

Apenada por el desplante pero enfocada en el disco, el 3 de octubre de 1970 fue un día de excelentes grabaciones y muchos de los 10 temas que componen el disco no necesitaron más de una toma para quedar perfectos. Al final de ese día de trabajo intenso, Janis escuchó la pista instrumental del último tema que grabaría al día siguiente, motivo suficiente para que la banda deseara festejar con unos tragos. Janis bebió de más y se fue al hotel.

Ya era la tarde del 4 de octubre de 1970 y en el estudio, John Cooke (administrador y representante de la banda) estaba preocupado porque Janis no llegaba al estudio de grabación Sunset Sound Recorders para ponerle voz a Buried alive in the blues. Fue con Paul Rothchild a buscarla al Landmark Motor Hotel. Al llegar vieron su Porsche estacionado, por lo que pidieron ingresar a su habitación. Estaba tendida en el piso al lado de la cama.

Los diarios aseguraron que el informe del forense tras la autopsia al cuerpo de Janis Lyn Joplin decía que murió a la 1:40 del 4 de octubre de 1970 por sobredosis de heroína. Sin embargo, su biógrafa escribió en su libro Going down with Janis que “hubo circunstancias confusas” sobre su muerte porque habría consumido heroína de máxima pureza, con una concentración más alta a la normal y no estaban las jeringas, por lo se cree que no estuvo sola en la habitación.

“Fue, más que una mujer, un grito. Un aullido. Vivió apenas 27 años: gloriosa reina del trágico Club de los 27, aquellos que partieron por suicidio, accidente, alcohol, drogas, desesperación, a la misma edad. Las fugaces vidas de Robert Johnson, Brian Jones, Jimi Hendrix, Jim Morrison, Kurt Cobain, Amy Winehouse, y ¡ella!: Janis Joplin.” Alfredo Serra.
Janis Joplin - Little Girl Blue (1969)

Janis Joplin por Janis Joplin

Directa, simple, incomprendida. Janis Joplin murió por una sobredosis de heroína luego de haber jurado a sus amigos que había dejado las drogas. La biografía que escribió su amiga y amante Peggy Caserta reveló que uno de los músicos de la banda contó que Janis estaba afligida porque ni ella ni su novio fueron a visitarla para celebrar el éxito de la grabación de Pearl, disco que salió a la luz tres meses después de su muerte.

Dejó su música como legado y muchas reflexiones. Algunas de ellas:

En el escenario le hago el amor a 25.000 personas diferentes. Luego me voy sola a casa”.

“Lo que te hace sentir bien no te puede causar ningún daño”

“Es difícil ser libre, pero cuando funciona ¡vale la pena!”.

“Ama a tus amigos animales, no te los comas”.

“No sé, yo sólo quiero sentir tanto como puedo, es de todo lo que trata el alma”.

“Al ser intelectual se crean un montón de preguntas y ninguna respuesta”.

“No te pongas en peligro, eres todo lo que tienes”.

“Aquí estoy, amigo, para celebrar una fiesta, la mejor posible mientras viva en la tierra. Creo que ese es también tu deber”.

“Todo el mundo tiene que conformarse con algo en algún momento”.

“Estoy enterrada viva en los blues”

Su cuerpo fue cremado y sus cenizas esparcidas desde una avioneta sobre el océano Pacífico. En su testamento dejó una única especificación: 2.500 dólares para que sus amigos realizaran una fiesta y brindaran en su honor. La reunión de más de 200 personas se realizó el 26 de octubre de 1970 y asistieron sus hermanos.

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