¿Por qué no mató a los militantes tupamaros el ejército de Uruguay? Eso es algo que deben de estar pensando ahora que lo escuchan a José “Pepe” Mujica decir que él es lo que es después de haber estado casi 20 años en soledad, preso sin poder hablar ni leer, preso más allá de sí mismo. No se puede matar al pensamiento, como cuando decía Domingo Faustino Sarmiento “las ideas no se matan”.
Por eso, entre los militares nadie más terrible que los argentinos: no sólo desaparecían a sus presos, sino que les robaban sus hijos, para que “no crecieran con ideas equivocadas”.
Pienso en eso después de ver El Pepe, una vida suprema, que en estos días comenzaron a pasar por Netflix, un documental dirigido por Emir Kusturica, quien luego de filmar la vida de Diego Maradona, fue a seguir la vida diaria de Mujica, allá por Uruguay, haciendo como una especie de Oliver Stone moderno, tratando de meterse en nuestras realidades.
No sé qué pensar de Kusturica. Es un héroe roto. A veces cuando se pronuncia sobre las Guerras Balcánicas me causa terror y me olvido que él dirigió Underground y trajo una ola de cultura de Europa del Este, antes desconocida. Desde Gogol Bordello hasta su orquesta con Gorab Bregovic o su propio grupo, No Smoking Orchestra.
Conocimos a un actor delicioso como Miki Manojlovic, que ha estado ya en varias películas y recuerdo a una inglesa, con la ya madura Marianne Faithfull, donde ella hace de una mujer viuda, con su nieto enfermo de cáncer y que debe hacer acciones non sanctas para conseguir dinero para una operación del niño. Se llama Irina Palm, donde Marianne se enamora perdidamente de Miki.
Pero cuando Emir Kusturica habla de política, un escalofrío corre sobre mí. También pienso, ¿cómo hacer un juicio que se precie sobre las Guerras Balcánicas, de dónde tenemos la información (estadounidense) mínima?.
Algo pasó recientemente con el Nobel a Peter Handke. Nuestro admirado, el filósofo esloveno Slavoj Zizek, quien dijo que “así está Suecia hoy: un apologista de los crímenes de guerra recibe un Premio Nobel mientras que el país participó plenamente de la difamación de un verdadero héroe de nuestros tiempos, Julián Assange. Nuestra reacción debería ser: no al Premio Nobel de Literatura para Handke y sí al al Nobel de la Paz para Assange”.
Handke ha sido un férreo defensor de Serbia, donde fue celebrado su Premio Nobel. En 1996, publicó Un viaje de invierno a los ríos Danubio, Save, Moraca y Drina y Justicia para Serbia, donde hablaba de un país demonizado por los medios. Durante la guerra de Bosnia, Serbia mató unos 8.000 musulmanes en Serebrenica. En 2007 la Corte Internacional de Justicia (CIJ) concluyó que la masacre de Serebrenica constituyó un genocidio.
Emir Kusturica dijo que la “lucha política (de Handke) ha sido la continuación de su literatura”. Tiene dos ciudades temáticas en Serbia, una de ellas es Drvengrad: la ciudad de madera, una ciudad en la que nadie vive porque allí todo es mentira. Kusturica construyó la aldea para su película La Vida es un Milagro (2004) y, una vez finalizado el rodaje, la abrió al público.
Novak Djokovic, es el héroe serbio que llora cuando la etnia albanesa declara unilateralmente la independencia de Kosovo, un territorio que considera de Serbia al ciento por ciento y que reclamó junto a otros famosos como el cineasta Emir Kusturica y el basquetbolista Dejan Bodiroga, entre otros.
Las bombas que las fuerzas de la OTAN hicieron estallar en Belgrado en aquel marzo fatídico de 1999 marcaron la infancia de Djokovic. Kusturica dice que tiene otro modo de hacer política y como tal considera a José Pepe Mujica (1935) su “último héroe”.
El documental de Kusturica
La vida empieza en el campo de Pepe. Todo el documental veremos a Emir tratando de tomar mate y uno se imagina que adentro dirá: -Bebe esto, has tragado cosas peores en tu existencia. No puede. En todo caso, esa muestra es él como testigo, nunca incorporándose a esas disquisiciones filosóficas del Pepe, hablando de su vida y justipreciando la vida de los otros, diciendo cosas como “el hombre es socialista, luego crece, virtud de la propaganda, elige el egoísmo y se convierte en capitalista”.
El Presidente de Argentina, Alberto Fernández, dice que Mujica “es un filósofo” y tiene razón.
Pepe en pijama, durmiendo, despertando, Pepe en su cansado automóvil, su perra sin una pierna, su mujer de siempre, la senadora Lucía Topolansky. Ambos constituyendo una pareja de políticos, aconsejando ella que “cuando tengan pareja que sea militante, no es un vida fácil y si el otro no la vive, no la comprenderá”.
Es cierto lo que dice Emir Kusturica: “Pepe es el último héroe político”, en un mundo donde los políticos hablan cosas que no entendemos, como un lenguaje foráneo, que a todos nos dirán babosadas y estupideces.
En la película, Emir hace hablar a los dos mejores amigos de Mujica, por un lado el poeta y dramaturgo Mauricio Rosencof (no olvidar el gran disco que Jaime Roos hizo con él, La Margarita) y Eleuterio Fernández Huidobro (muerto el 5 de agosto de 2016), que compartieron una vida cerrada y abierta para el pueblo entero.
Es bueno el documental como esas cosas que no atraparemos, como esos sueños donde cerraremos los ojos y cuando lo abramos, estará el infierno.
*Fuente original del artículo, “Maremoto Maristain”
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