Las letras en español reinan en estas tres pequeñas islas hispanohablantes de la capital germana. Son espacios cálidos, que privilegian un catálogo selecto y se conciben como punto de encuentro.
Porque muchos latinoamericanos y españoles -algunos emigrados de larga data, otros turistas fugaces- descubren allí un refugio de lecturas y charlas en su idioma, donde escapar por un rato del alemán y dejarse envolver por los sonidos familiares de su lengua.
Estas librerías al otro lado del Atlántico llaman a acercarse con una intensa agenda de actividades gratuitas y miles de volúmenes en español, entre nuevos y usados. Y, por supuesto, los visitantes también están invitados a perderse por un rato en ese viaje errante e inigualable que comienza al hojear un libro al azar.
Andenbuch, una librería con historia
La pionera Andenbuch “fue la primera librería latinoamericana que hubo en Berlín”, señala su dueña, la argentina Teresa Cosci, a Infobae Cultura. El local en la Bergmannstrasse 59 del barrio de Kreuzberg no da a la calle, sino que se encuentra en un idílico patio interno.
Teresa repasa con orgullo la historia de su librería y espacio cultural: “En 1984 un grupo de exiliados políticos de Chile -una pareja de chilenos-, uruguayos y argentinos crearon Andenbuch, que quiere decir libros de los Andes”. Su primer local estuvo en el barrio de Schöneberg y por allí pasaron, entre otros, el uruguayo Eduardo Galeano y la chilena Isabel Allende.
Ese colectivo duró algunos años, “hasta que la siguió teniendo el uruguayo-alemán Thomas Rübens, uno de los del grupo. Y logró al poco tiempo comprar la antigua Romanische Buchhandlung de Berlín. Se instaló en el local que tenía esa librería románica y empezó a trabajar todos los idiomas románicos. Porque en esa época, antes de la caída del Muro, no había librerías en español. Había algunas internacionales que tenían un poquito nada más de español, pero eran difíciles de conseguir”.
Tras la caída del Muro, la ciudad cambió muchísimo y empezaron a abrirse otras librerías: portuguesas, italianas, brasileñas y francesas, refiere la actual dueña de Andenbuch, que reside en Berlín desde 1987. “Y poco después, en el 2000, fue la gran salida de Amazon a vender, y los grandes supermercados podían ya vender libros. Eso mató muchas librerías. Entre ellas se fue abajo Andenbuch”.
Su dueño cerró el local, pero tenía tantos clientes que la manejaba online en su casa y a través de pedidos por teléfono. “Y desde hace unos seis años que la compré. La tuve cuatro años y medio también o cinco en mi casa, online, y buscaba y buscaba local hasta que encontré este precioso hace dos años. Y, como un sueño cumplido, el espacio que no sea solo librería, sino también un lugar de encuentro, de debate, de charlas”, se entusiasma la librera y locutora nacida en Villa Mercedes, San Luis.
Desde la luminosa librería de paredes blancas y anaqueles de madera oscura, poblados de incontables títulos, indica: “Tengo la posibilidad de abrir solamente tres días a la semana, porque trabajo en otro lado también. No se puede vivir solamente de una librería, pero atrae a mucha gente latinoamericana, alemana, que le interesa Latinoamérica, o que está aprendiendo español”.
De Bartlebys y Escaleras
A poco más de un kilómetro y medio de Andenbuch se encuentra Bartleby & Co., en el número 2 de la Boppstrasse, que dispone además de una biblioteca de préstamo. Con apenas descender algunos escalones, se accede al local de cálido diseño, dominado por el blanco.
“Creo que lo que más sorprende es entrar en un espacio en el corazón de Berlín en el que todo es español, las conversaciones, los libros”, considera su dueña, la española Ana S. Pareja.
“La idea de abrir una librería hispana en la ciudad surgió en varias charlas informales entre amigos. Me asocié con dos de ellos y como por aquel entonces los alquileres en Berlín todavía eran baratos y parecía relativamente sencillo empezar un negocio pequeño, nos pusimos manos a la obra”, rememora.
Bartleby & Co. abrió sus puertas en octubre de 2013 en la zona de Graefekiez en Kreuzberg. “Cuando llegué a Berlín no existía ninguna librería con libros en castellano con una oferta amplia y variada de libros a precios accesibles y eso es lo que nos propusimos crear. En un primer momento la librería iba a llamarse 2666, en honor a la novela de Bolaño. Nos dio miedo que nuestros vecinos alemanes pensasen que el local de la librería era algún lugar destinado al satanismo y, por ese motivo, elegimos Bartleby y compañía”, explica a Infobae Cultura.
“Siempre nos había gustado mucho ese librito de Vila-Matas y veíamos gracioso el juego con la ñ, tan española, y el hecho de que tres personas que no eran libreros abriesen una librería, como los escritores sin obra o Bartleby, que hubiera preferido no hacerlo”, cuenta la librera que vive hace unos siete años en la capital de Alemania.
Mientras tanto, La Escalera, la única de las tres especializada en libros de viejo, se asentó en 2014 en el barrio de Prenzlauer Berg. Su iniciador es el colombiano Germán Restrepo, que abrió la librería en marzo de 2010.
Su primer local fue en el Tacheles, “un edificio mítico, ocupado por artistas, que ya no existe. Y se llama La Escalera porque estaba en el hueco de una escalera; (Germán) empezó a poner libros ahí. El más caro salía cinco euros. Yo de hecho iba a comprar libros. Estaba en Mitte, muy cerca del Instituto Cervantes”, dice José Luis Pizzi, que colabora en la librería que abre de martes a sábados.
La siguiente base de La Escalera estuvo en un bar-librería en el barrio de Friedrichshain, relata José Luis, abogado que descubrió su vocación por la escritura y oriundo de Ingeniero Huergo, provincia de Río Negro.
Para llegar a La Escalera, al igual que a Andenbuch, hay que adentrarse por los pasillos de una típica edificación berlinesa. “Se paga un alquiler relativamente bajo, porque no da a la calle. Viste que en Berlín hay muchos lugares que no dan a la vereda, sino que es el Berlín profundo del interior, y éste es uno de ellos. Porque es muy difícil mantener. No hay millonarios libreros, yo no conozco”, apunta, mientras guía a Infobae Cultura por los secretos del pequeño local en la Kopenhagener Strasse 73.
El autor de varios libros, entre ellos la novela El actor, conoció a Restrepo durante una presentación en La Rayuela, la librería hispana en Berlín que cerró sus puertas en 2017. "Me dijo ‘¿por qué no te venís un día a ver la librería?’. Y vine y me quedé hasta hoy”.
Librerías y espacios de encuentro
En Andenbuch es posible asistir a ciclos de cine, lecturas de poesía y presentaciones de libros, así como a encuentros políticos. “Tengo que preparar un programa de actividades con dos meses de anticipación, porque si no ya están cubiertos los días. Y eso es muy bonito, porque se ha convertido realmente en poco tiempo, en dos años, en un lugar de encuentro”, se enorgullece Teresa.
Las sillas rojas del escenario fueron ocupadas últimamente por escritoras y escritores de renombre como las argentinas Claudia Piñeiro y Samanta Schweblin y sus compatriotas Alan Pauls y Federico Jeanmaire. Además pasaron por allí la chilena Andrea Jeftanovic, la mexicana Rocío Cerón y alemanes como Nina Jäckle -junto con su traductora argentina Carolina Previderé-, el traductor Peter Kultzen y el poeta Tom Schulz.
Teresa no duda en afirmar que el local en la Bergmannstrasse, que abre sus puertas de jueves a sábados, es como lo había soñado. “Busqué que fuera accesible también para personas con problemas de movilidad, planta baja, y el escenario es transformable, movible. Pongo sillas, entran 50 personas muy kuschelig (en alemán, cariñosamente apretadas), 70 mucho más kuschelig. Ha habido 70 personas aquí”.
Ana experimenta una satisfacción similar con su emprendimiento: “Bartleby es hoy en día un espacio muy similar al lugar que queríamos que fuese cuando nos lo imaginamos. Queríamos que fuese una librería literaria sin bestsellers ni libros comerciales, con una selección bien hecha a precios bajos, con un pequeño bar en el que se sirviera vermut y una biblioteca de préstamo. Y eso es lo que es a día de hoy”.
La dueña de Bartleby & Co. recuerda que en los últimos años estuvieron allí incontables autores, desde el estadounidense Tao Lin al británico Ben Brooks, pasando por el escocés Momus, la española Mercedes Cebrián, la argentina criada en Barcelona Lucía Lijtmaer, la peruana Gabriela Wiener y el argentino Hernán Vanoli.
Asimismo son muchas las actividades que despliega el local en la Boppstrasse: talleres de todo tipo para adultos y niños, clases de alemán, proyecciones de películas, clubes de debate y lectura y presentaciones de libros. “Se hace un poco de todo y no nos aburrimos”, apunta Ana.
Y considera que “funcionan muy bien los talleres de escritura, los de encuadernación y también los talleres de inmigración. Hemos hecho talleres en los que uno puede aprender a fabricar su propio sintetizador o a tocar el ukelele; esos fueron bastante curiosos. Me gusta mucho participar en la organización de todos los talleres, me lo paso muy bien en las actividades para niños, como los cuentacuentos, y el cineclub de los domingos por la tarde me gusta especialmente. Es una actividad familiar para poca gente que organizo con mi pareja. También hacemos un taller de nuevas masculinidades”.
José Luis, residente desde hace aproximadamente una década en Berlín, repasa títulos entre los estantes colmados, mientras evoca a diversos escritores que pasaron por La Escalera, como los argentinos Tatiana Goransky, Eduardo Goldman, Claudia Aboaf y Florencia del Campo, la chilena Lina Meruane, el mexicano Luis Armenta Malpica y la alemana Tanja Langer.
“Adentro entrarán cómodas, pero apretaditas, unas 25 personas. En verano se dio esta coincidencia que vino tanta gente acá que tuvimos que salir. Pero en invierno no podés ir al patio”, comenta José Luis, encargado de organizar los eventos de La Escalera, entre ellos también el club de lectura “Nómadas”.
A la vez, se muestra firmemente convencido de que la librería intimista “es un espacio de encuentro y de salida de problemas. Porque viene mucha gente acá que nunca hemos visto y nos cuenta su vida por completo. Se genera toda una atmósfera de camaradería. Viene mucha gente que no sabe el idioma alemán y entonces ve que hay tanta literatura... Podés venir a la mañana y te vas a la noche. No funciona como biblioteca, porque es un lugar muy pequeño”.
Catálogos selectos y encargos insólitos
Las tres librerías berlinesas se muestran orgullosas de sus catálogos de libros, que eligen escapar de los bestsellers y reflejan la actual riqueza y diversidad de las letras en español.
Andenbuch ofrece entre 5.000 y 6.000 libros, el 80 por ciento en español y el 20 por ciento en otros idiomas. “Me especializo en narrativa y poesía de Latinoamérica y de España. Tengo mucho en ciencias sociales, sociología, tengo bastante de memoria y genocidio, muchísimo de feminismo, culturas indígenas, antropología también y después filosofía, teatro, música, cine. Y, en alemán, autores y autoras latinoamericanas y españolas traducidas”, comenta Teresa.
“Bestsellers no tengo, pero si me los piden, los pido. Pido cualquier tipo de libro, pero lo que ofrezco es otra cosa. Narrativa moderna, más periférica, más underground, algunas editoriales independientes, o en ciencias sociales lo que se está discutiendo en este momento, cuáles son las preocupaciones de los filósofos y los sociólogos actuales”, señala luego de atender una llamada detrás del mostrador.
Andenbuch asimismo dispone de un fondo de anticuario -libros que estuvieron mucho tiempo en depósito y otros de segunda mano en español, alemán y otras lenguas románicas-. “Se venden muy baratos, entre tres y ocho euros, y todo el dinero que sale de ahí va a parar a un fondo para proyectos sociales”, explica su dueña.
En la sección de venta de Bartleby & Co., en tanto, hay unos 5.000 títulos. “Sólo tenemos libros en español, salvo por un par de cajas de libros usados en alemán. Nos interesa la literatura escrita por mujeres, aunque tenemos mucha buena literatura escrita por hombres también y sí, tenemos una sección de libros de segunda mano", explica Ana.
Y la biblioteca de préstamo de la librería “nació con el ánimo de abastecer de lecturas a todos aquellos emigrados españoles y latinoamericanos que están de paso por la ciudad y que no pueden permitirse acumular libros antes de proseguir su viaje. También está pensada para estudiantes o gente que no quiere invertir mucho dinero al mes en libros. El precio del carnet es de 20 euros y te permite sacar tres libros cada 15 días durante todo un año. El fondo de la biblioteca cuenta con más de 2.000 libros en lengua castellana, tanto novedades como clásicos”.
La Escalera, por su parte, dispone de unos 4.000 títulos. “Acá son todos libros usados, excepto los de los autores que presentan aquí y nos dejan su obra”, afirma José Luis. Y admite que les cuesta desprenderse de algunos, “porque tenemos una sola edición de algún libro que nos gusta mucho, pero a la vez no deja de ser un negocio”.
Los encargos insólitos o complicados también forman parte de la cotidianidad del oficio entre libros. La dueña de Bartleby & Co. evoca con humor que “el primer cliente de la historia de la librería fue un hombre con cara compungida que entró el primer día que abrimos y nos preguntó si teníamos tarjetas de pésame para enviar a los familiares de un difunto”.
Teresa, en tanto, puntualiza: “Por ejemplo una vez me pidieron un audiolibro de Cien años de soledad y lo terminé consiguiendo en Estados Unidos. Es global el movimiento, envío libros a Shanghái, por ejemplo, de aprendizaje de español”.
En el caso de La Escalera, vende “libros con historia, no sabés nunca cómo llegan. Llegan cosas buenísimas. Conseguimos una edición del Manifiesto comunista que está por ahí, editada por Silvio Berlusconi Editores, en una cajita preciosa. Casi ni lo mostramos para que no se deshilache”, indica José Luis.
Ana, por su parte, evalúa que “la respuesta ha sido magnífica y con los años nos alegra decir que existe una comunidad Bartleby muy sólida de clientela habitual y espontáneos que se van subiendo al barco. Nuestros visitantes son sobre todo inmigrados españoles y latinoamericanos, turistas de habla hispana que están de paso por la ciudad y algún alemán despistado que está aprendiendo español”.
Teresa destaca desde Andenbuch que hay muchísimo interés en Latinoamérica, “porque también está muy convulsionada, está pasando mucho, y mucha de la literatura de los últimos diez años ha sido escrita por mujeres y por gente muy joven. Se le podría decir literatura de denuncia o literatura social”.
A la pregunta de qué es lo que más le atrae de ejercer su oficio, Ana no duda: “La gente increíble que viene a visitarnos y a compartir experiencias con nosotros cada día”. La dueña de Andenbuch opina: “Me gusta todo, la única parte gris es la burocrática, claro. Hay una parte que es la de la gestión de la librería que te lleva muchísimo tiempo y en la que tenés que tener mucho cuidado de invertir bien”.
Y José Luis sintetiza así su experiencia entre las paredes de La Escalera: “La gente que viene es increíble, supersimpática. Esto es una cosa que se hace por amor, por el placer de la literatura”.
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