Extravagancia, excentricidad y exceso: la influencia de la cultura japonesa en David Bowie

El teatro ‘kabuki’, el drama musical ‘noh’ y la danza ‘nihon buyo’ fueron algunas de las expresiones artísticas niponas que el genial músico británico adaptó a finales de los ‘60 y principios de los ‘70 y que dieron un giro drástico en su carrera. A 4 años de su muerte, un recorrido por los años donde se produjo su más profunda transformación

En 1971, Kansai Yamamoto, un ignoto japonés, debutaba en la Semana de la Moda de Londres. Sus diseños seguían el estilo Basara, que significa “extravagancia, excentricidad y exceso” y sus coloridas presentaciones fueron sensación y se tradujeron en muchísimas páginas de revistas. En aquella época, David Bowie había lanzado su cuarto disco de estudio, Hunky Dory, el primero que realizaba con todos los miembros de la banda que después pasaría a llamarse The Spiders of Mars. Una tarde, mientras Bowie daba identidad a su futuro alter ego, Ziggy Stardust, sus destinos se cruzaron por primera vez.

Cuenta la historia que la estilista Suzi Fussey -que hasta entonces trabajaba en un salón de señoras- creó el peinado de Ziggy, pero que el autor de Life on Mars y Space Oddity necesitaba algo más. La inspiración de teñir su pelo de rojo le llegó de otra estilista, Yasuko Hayashi, quien miraba el número de julio de Harpers & Queens, en la que una entonces ignota modelo, Marie Helvin, desplegaba los modelos de Yamamoto. Fue un momento Eureka, allí, en aquella publicación, estaba el toque final que estaba buscando y el camino de lo que vendría. “Para aquellas fotos utilicé una peluca tradicional en el Kabuki”, dijo Helvin en 2009.

El número de julio de 1971 de "Harpers & Queens" con los diseños de Yamamoto que terminó de otorgar identidad propia al estilo de Bowie

El resto es historia conocida, el disco The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972) presentaba al mundo a un personaje andrógino, de ropa estrafalaria, o más bien Basara. Para la siguiente gira, como para la realizada para el disco Aladdin Sane (1973), los outfits de Yamamoto se convirtieron en su uniforme oficial, su carta de presentación en público.

Finalmente, Bowie y Yamamoto se conocieron. Fue en 1973. El nipón recibió una llamada telefónica, le pedían atravesar medio mundo, de Tokio a Nueva York, donde alguien lo quería conocer. Y así, Yamamoto llegó al Radio City Music Hall, donde Bowie lo esperaba luciendo uno de sus diseños.

“No tenía idea de quién era hasta que lo vi usando mi ropa en el escenario del Radio City Music Hall. Yasuko Hayashi, mi estilista, estaba trabajando para él y le pidió algo de mi ropa. Esta fue la primera vez que conocí a un artista que llevaba mis diseños. Antes de eso, no sabía lo inmensamente talentoso que era”, comentó Yamamoto a Vice.

“Sentí que lo conocía desde siempre. David era un verdadero artista de vanguardia: estaba haciendo olas en el panorama musical de la época. Su energía resonó con mi propio deseo de aventurarme en el mundo. Creo que David sintió que la energía en mis diseños contribuyó a su propia energía. Sabía que cuando usaba mi ropa en el escenario, podía provocar una fuerte reacción de la audiencia”, dijo Yamamoto en una entrevista con The Cut.

Tres diseños icónicos de Yamamoto bajo la lente fotográfica de Masayoshi Sukita

Además de los fantásticos trajes, Yamamoto introdujo a Bowie en el hikinuki, un método del kabuki para cambiar rápidamente de traje en el escenario: “En Occidente durante los años ‘70, había camisetas gráficas impresas con letras en inglés, pero ninguna con caracteres japoneses. Entonces, para David, deletreé su nombre fonéticamente en caracteres kanji en la capa blanca que diseñé para él. En el escenario, rápidamente se quitó la capa, revelando un atuendo diferente debajo. Cuando David hizo este cambio rápido de vestuario en el escenario, la reacción del lugar fue increíble”.

Con respecto a su estética andrógina, sus declaraciones sobre bisexualidad y el uso de ropa femenina, Yamamoto comentó: “Hoy, las personas lesbianas y gays están ganando más derechos y aceptación, pero cuando trabajaba con David, esa comunidad no tenía los mismos derechos. Así que encontré la estética y el interés de David en trascender los límites de género sorprendentemente hermosos”.

El arte del maquillaje

Tamasaburo Bando V pertenece a un largo linaje de actores de teatro kabuki y es, aún en estos días, el más famoso de todos los onnagata, que se especializan en personajes femeninos. En 1973, fue quien guió a Bowie en su interés por el maquillaje, que había nacido durante su época de acercamiento a la danza butoh a fines de los ‘60.

“La primera vez que lo conocí fue en abril de 1973, cuando vino a Japón para su primera gira. Él tenía 26 años y yo acababa de cumplir 23. El recuerdo es un poco confuso, pero creo que me dijo que quería verme maquillarme. Llegó a mi camerino, se sentó detrás de mí y me miró atentamente mientras hacía mi cara. El sombreado rojo alrededor de mis ojos debe haber parecido inusual para alguien del extranjero”, escribió Bando para el libro David Bowie and his love of Japan: A Man Who Saw the Future.

Bowie pintándose con la técnica del teatro kabuki antes de salir a escena, en 1973. (R Bamber/Shutterstock)

A pedido de Bowie, fueron a comer junto a Yamamoto Kansai “en un restaurante de estilo japonés”. El lugar elegido fue Hanya-en, que fue el escenario de la novela Después del banquete, que a partir de la obra del gran escritor japonés Yukio Mishima se convirtió en un sitio de interés para los extranjeros.

“Recuerdo cómo nos sentamos en una gran sala rodeada por un pasillo con pantallas deslizantes que contenían delicados vidrios de antes de la guerra, y cómo los tres disfrutamos tranquilamente de la comida japonesa. Cuando estoy en el escenario, usó disfraces y maquillajes llamativos, pero en la vida diaria trato de usar ropa normal. (Podrías llamarlo lo sagrado y lo profano). Bowie en ese momento, sin embargo, vestía como una elegante estrella de rock incluso fuera del escenario”.

Danza butoh

Antes de la llegada de Yamamoto y Bando, Bowie era un artista en busca de un estilo propio. Desde su adolescencia había integrado grupos sin fortuna ni futuro como The Kon-rads, The King Bees, The Manish Boys, The Buzz y unos cuantos más hasta que en 1967 realizó su debut con David Bowie, que lo llevó a su primera participación en el icónico programa de radio Top Gear de John Peel de la BBC.

En 1969, con Space Oddity, había dejado de lado el estilo mod, clásico de los jóvenes de la época, y se orientó más por el uniforme de estrella de rock de la época, pantalones acampanados, pelo largo, camisas coloridas. Pero no encontraba satisfacción en replicar estereotipos.

Tapa del disco del concierto realizado en Tokyo en 1973

Su primera aproximación al arte japonés no fue la moda, sino la danza, el teatro. Entre 1967 y 1968, su mundo comenzó a cambiar cuando un mimo entró en su vida: conoció al bailarín y coreógrafo Lindsay Kemp, alumno de Marcel Marceu, quien lo ayudó a “expresarse con el cuerpo, no solo con la voz”, dijo en una entrevista del ‘74. Kemp, especializado en la técnica de danza japonesa butoh, le marcaría el camino hacia la creación de personajes en el escenario, desde cómo pararse a una manera de interpretar que todavía era desconocida para Occidente. También de aquella experiencia, tuvo su primera impresión sobre la importancia del maquillaje kabuki, al pintarse el rostro de blanco y delinear con colores los rasgos que deseaba resaltar, arte que perfeccionaría luego con Bando.

La danza butoh, de movimientos erráticos y grotescos, surgió tras la Segunda Guerra Mundial de la mano de Kazuo Ōno y Tatsumi Hijikata, y reúne una serie de técnicas heredadas del teatro tradicional, kabuki, el drama musical noh y la nihon buyo, una danza del siglo XVII relacionada a la tierra.

"Cracked Actor", David Bowie como Ziggy Stardust en 1973

A través de ojos japoneses

David Bowie ya dominaba el escenario, había aprendido del teatro, de la danza, e incluso adaptado la estética del Japón. Solo faltaba un detalle, que toda aquella puesta pudiera trasladarse a una iconografía. Y allí es cuando ingresa Masayoshi Sukita. Y otra vez lo casual con lo causal se mixturan para cruzar destinos, para forjar la leyenda.

En 1972, Sukita viajó a Londres para fotografiar a T-Rex, la banda de Marc Bolan, quien -a disgusto de Bowie- se había quedado con el trono del glam rock. En una caminata por sus calles se encontró con una imagen de Bowie y el shock fue inmediato: debía fotografiar a aquel hombre al que jamás había visto.

El artista japonés Masumi Ishikawa creó una serie de ukiyo-e en la que mixturaba a David Bowie con leyendas de su país. En este caso como el personaje central en Kidômaru y el Tengu, de Utagawa Kuniyoshi, artista del Período Edo

“No sabía mucho sobre él cuando lo conocí en el ‘72, o que ya era una persona bastante icónica. Vi un póster en la calle y me interesé por lo visual. Luego, asistí a su concierto con Lou Reed y fue un espectáculo increíble. Estaba emocionado de verlo en el escenario e instantáneamente pensé: ‘Quiero dispararle’", comentó a Vice.

Unos días después, Sukita pudo asegurarse una sesión con el artista: “El día del rodaje, había un famoso fotógrafo llamado David Bailey y él estaba disparando a Bowie durante el día y yo iba a hacerlo durante la noche. Se sentía realmente como una competencia porque ya sabía quién era Bailey, por lo que había una especie de presión”.

“Investigué el vino favorito de David Bowie y conseguí una botella. Todo el día ya había trabajado en otra cosa, así que cuando fue mi turno pensé: ‘Bien, abramos un poco de vino y relajemos’”.

Sukita se transformó en el fotógrafo favorito de Bowie y a lo largo de cuatro décadas lo capturó, esencialmente, en Japón, ya que el Duque Blanco lo llamaba cada vez que pisaba suelo nipón. Su foto más conocida es la que ilustra la tapa de Heroes (1977).

“Solía decirme ‘estoy aquí, hagamos una sesión de fotos’. Bowie siempre había amado la cultura oriental y le encantaba Kyoto, la ciudad tradicional de Japón. A mí, desde que era joven, siempre me ha gustado la cultura occidental y Bowie estaba muy interesado en la cultura oriental, así que ese es el vínculo o la relación que tuvimos. Si siempre hubiésemos estado juntos en la ciudad de Nueva York, no hubiera sido una relación de cuatro décadas”.

La tapa de "Aladdin Sane" y el anillo de Elvis Presley que habría inspirado el rayo

Con respecto a la emblemática tapa de Aladdin Sane, con ese rayo bicolor atravesando su rostro, existen diferentes versiones sobre el origen de la idea. Mientras algunas fuentes citan a un anillo de Elvis Presley, otras aseguran que también fue copiado de un diseño de Yamamoto.

Brian Duffy, el fotógrafo de aquella sesión, es el principal defensor de la teoría Elvis: “Bowie estaba interesado en el anillo de Elvis que tenía grabadas las letras TCB (Taking care of business) junto con el dibujo de un rayo. Lo que hice fue trazar el diseño directamente sobre su cara, y lo coloreé con pintalabios”, aseguró en Bowie. Vida y discografía, de Paolo Hewitt.

Literatura, pintura, cine y publicidad

Hace unos años, Duncan Jones, director de cine e hijo del artista, lanzó vía redes sociales el The Bowie Book Club, a través del cual invitaba a leer una de las obras favoritas de su padre por mes. En total eran 100 libros que el músico reveló en 2013 y allí pueden apreciarse dos títulos relacionados a la tierra del sol naciente: uno es sobre la obra del artista plástico y diseñador gráfico Tadanori Yokoo y mientras que el otro corresponde a Yukio Mishima.

Yukio Mishima, la novela "El marinero que perdió la gracia del mar" y el retrato pintado por Bowie

El marinero que perdió la gracia del mar (1963) es la única novela asiática de su selecto listado y es que Bowie tenía cierta admiración por el autor de Confesiones de una máscara, que se puede apreciar en la letra de Heat, del disco The Next Day (2013), donde comienza: “Then we saw Mishima’s dog/Trapped between the rocks” (Después vimos al perro de Mishima/Atrapado entre las rocas), imagen que el escritor -que se suicidó realizando seppuku luego de tomar un cuartel militar- utiliza en su novela Nieve de primavera (1969). En 1977, además, pinta un retrato del autor que permaneció en su casa de Berlín hasta su muerte.

En el cine también se puede realizar una conexión. En 1983, se estrenó Feliz Navidad, Mr. Lawrence, un drama británico-japonés dirigido por Nagisa Ōshima en el que interpretó a un oficial australiano en un campo de prisioneros japonés durante la Segunda Guerra Mundial.

Trailer de "Feliz Navidad, Mr. Lawrence", con David Bowie

A principios de 1980, Bowie realizó una serie de anuncios de televisión para un fabricante de shochu, una bebida alcohólica, Crystal Jun Rock. Las piezas, filmadas en un templo de Kyoto, contaban además con un tema instrumental que había realizado con un sintetizador y que iba a salir al mercado con el nombre Fuji Moto San.

Finalmente, se comercializó como Crystal Japan y se lanzó como single en febrero solo en la isla, mientras que un año más tarde lo hizo en el Reino Unido como el lado B del sencillo Up The Hill Backwards. Para 1992, se la incluyó como una bonus track adicional en la reedición del álbum Scary Monsters (And Super Creeps).

"Crystal Japan", el instrumental que Bowie realizó en 1980 para unas serie de publicidades

Años después, consultado sobre estas publicidades y la canción, Bowie confesó: “El dinero es algo útil. Y entonces recibí más difusión por los anuncios de televisión que en la radio”.

Cuatro años después de su muerte, el legado de David Bowie sigue expandiéndose. Fueron 25 álbumes de estudio, un sin fin de simples y grabaciones de presentaciones en vivo -que siguen brotando- pero sobre todo fue una revolución, un antes y un después, no sólo por su obra, sino porque además logró unir a una parte de Oriente con Occidente como nadie lo había hecho en la historia hasta entonces. Japón comenzó a abrirse al mundo luego de la Segunda Guerra Mundial y Bowie se convirtió en el embajador no nipón más exitoso de su cultura.

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