Fernando Salem vuelve a la pantalla grande luego de su ópera prima Cómo funcionan casi todas las cosas, estrenada en 2015. En esta oportunidad, tuvo la posibilidad de representar un texto de la escritora argentina Romina Paula. A pesar de no ser una obra propia, se pueden trazar ciertos paralelismos dramáticos entre ambas historias: mujeres protagonistas incómodas con sus presentes que buscan algunas respuestas que han quedado inconclusas en el pasado.
La muerte no existe y el amor tampoco, que se estrena el 9 de enero, se basa en Emilia, una joven psicóloga que es invitada a regresar a su pueblo natal en la Patagonia para esparcir las cenizas de Andrea, su mejor amiga. Ese viaje significará el reencuentro con la vida que había dejado, con la familia de su amiga sumergida en un angustiante duelo y sobretodo con Julián, su primer amor, quien acaba de ser padre.
Al igual que en la novela, en el film logra sumergiste en la angustia de la protagonista (Antonella Saldicco, que sorprende con con su primera ficción protagónica) al enfrentarse a aquellos fantasmas del pasado que vuelven a sentirse en carne propia y ponen en duda toda aquello que ella había construido: una carrera profesional, un trabajo estable y una pareja de años. En ese recorrido, donde ella ha detenido su vida, va a descubrir cómo continuaron las historias de aquellos personajes que supieron ser claves en su niñez y adolescencia pero ahora se volvieron algo lejanos y extraños. El contexto de este drama, que se permite ciertos toques de humor, se da en el ambiente crudo de invierno del pueblo santacruceño de 28 de noviembre. Junto con la música de Santiago Motorizado darán la atmósfera perfecta para reflexionar acerca de las historias y amores que no nos animamos a vivir.
- ¿Cómo llega a tus manos la novela Agosto de Romina Paula, en la cuál basás tu película?
- Cuando estaba haciendo mi película anterior Cómo funcionan casi todas las cosas, vino Esteban Garelli, el coguionista, y me dijo en la novela Agosto hay una pista para resolver un problema que teníamos con el personaje de Celina la protagonista de la película. La leí, nos sirvió y me encantó. Interrumpí la escritura de la película para leer Agosto y ni bien terminé la peli, me acerque a Romina, a través de amigos de ella y le propuse hacer algo con su novela. Ella no podía creerlo ya que todavía no había finalizado el otro film. Empezamos a trabajar y lo sorprendente fue que me dijo: “Mirá Fer yo mi trabajo con la película ya lo hice, ahora hace lo que quieras”. Fue muy vertiginoso ya que a Romina la admiro muchísimo y creía que me iba a acompañar en el proceso. Sin embargo me dijo “es tu película, así que tenés completa libertad”.
- ¿Hubo algún ida y vuelta con ella?
- Sí, le propuse la idea de, para no hacer toda voz en off de Emilia (la protagonista) hablándole a su amiga muerta, poner en la pantalla a la amiga muerta, pero no como un zombie sino como una presencia. Se quedó pensando un rato y me dijo que le parecía fantástico ya que no era como el libro y porque le estaba poniendo cosas mías de realismo mágico. La verdad que eso me empezó a envalentonar un poco más para hacerla propia y buscar mis cuestiones en la novela. Fue una adaptación bastante angelada porque esa libertad que me dio, me terminó de alguna forma dirigiendo.
- ¿Qué te atrapó de la novela?
- Lo que tiene Romina es una mirada bastante sórdida del mundo, desesperanzadora, pero bella también. Por otro lado, es una mirada femenina. Para mí, es acercarme al universo femenino, es como entrar al cerebro y ver qué le pasa, qué piensa ella. Más que nada para alguien como yo que, por ser hombre, estoy lejos de poder presenciar eso. El universo femenino se me presenta como un misterio y es como una pileta olímpica gigante y profunda, difícil de abordar.
- ¿Cómo fue la selección de actores?
- Con Antonella Saldicco, que es la protagonista, tuve como la sensación de que era ella. Ella ya había hecho un documental y además le gustaba mucho la novela. Se lo tomó tan enserio y con tanta responsabilidad que era la protagonista medio natural. El resto de los actores y actrices fueron apareciendo de a poco. Gente que admiro muchísimo como Osmar Nuñez, Susana Pampín, Justina Bustos, Agustín Sullivan o Fabián Arenillas. Los vi mucho en teatro o en otras películas y soñaba trabajar con ellos. Fue increíble que de repente te atiendan el teléfono, acepten, lean el guión y te digan que quieren participar. Después mucho no tenés que hacer, porque como director le tenés que señalar más o menos el camino ya que ellos saben como llegar. Además, son generosos, te dan consejos dramáticos en escena, entienden todo. Es difícil chocarla con actores así.
- La mayoría de los escenarios son en la provincia de Santa Cruz, ¿cómo fue la experiencia de filmar en un clima tan hostil?
- Filmamos con 11° bajo cero en Rio Turbio, 28 de Noviembre y El Calafate. 28 es una ciudad emplazada en la cuenca carbonífera con gente preciosa. Nos recibieron con los brazos abiertos. Filmamos muy cómodos. La comunidad se hizo muy presente en la película. Eso te atraviesa porque es gente que lucha en un ambiente muy hostil sacando minerales de adentro de una montaña, donde todo está lejos. En Santa Cruz todo es bastante más difícil. Ese ambiente te inspira y transforma. Vos llegás con una idea y después la película y el guión se empieza a desparramar por ahí. También a los actores y a los técnicos los determina. Algo parecido pasó con mi película anterior que la hicimos en el desierto de San juan y hace que ese universo pase de ser simples escenarios a convertirse en protagonistas.
- La música ocupa un lugar muy característico, ¿qué querías mostrar con la música?
- A mi me gusta la música de El mató a un policía motorizado. Fue medio como fan te diría que le escribo a Santiago para que participe y al comienzo no me respondía. Fue difícil acceder a él. Pero igual medio que me había empecinado con que fueran ellos los que crearan la música. Después de un tiempo puede concretar una entrevista con él, le empecé a contar sobre de qué iba la película, le digo que la película habla de que nada tiene sentido y que solo el amor nos puede salvar de alguna forma. Ahí le gustó y le encantó la idea de hacer la música. De repente, me encontré con que él me mandaba maquetas o me contaba de los procesos que estaba haciendo para cada escena. Ayudó mucho dramáticamente porque no solo hizo canciones sino que toda la música incidental. Entre la filmación y la prepoducción traté de convencerlo para que participe. Finalmente en la postproducción lo encaré un poco más maduro, aceptó y me acompañó en todo el proceso de edición. Es un tipo muy sensible, sabe mucho de cine, vio mucho cine y espero que haga muchas películas más ya que tiene el oficio y es un artista que hace que las escenas crezcan.
-¿Qué te ocurre a la hora de editar?
- Edité esta película con Emiliano Fardaus que es un gran amigo y es muy sensato. Un editor es casi un psicólogo para un director. Estuvimos casi un año. Esta etapa es una tercera instancia de escritura, junto con la del guión y la de dirección. La mostramos un poco con vergüenza ya que los primeros armados no están buenos y encima uno está bastante vulnerable, pero poco a poco se fue ajustando. Cuando la vimos en el Festival de Mar Del Plata con público me di cuenta que habíamos trabajado muy bien y estaba muy precisa. De todos modos, tengo un Excel donde anoto todas las reacciones de los demás y las devoluciones para luego volver a verla con Emiliano y trabajarla un poco más. Son como capas, vas llegando a lo más profundo. Es un proceso hermoso que lo disfruto muchísimo. Por momentos te querés matar, pero ahí es donde se termina que dar el sentido de la película.
- ¿Cómo te llevas con el proceso de acompañar la película y defenderla?
- Me encanta, es como ser un gitano, tener un circo e ir con tu película a todos lados. Es una dimensión bastante humana para mostrar tu trabajo. Me parece que está buenísimo que el público se encuentre con la persona que la hizo, para debatir, charlas o simplemente a darle un abrazo. Nosotros como cineasta tenemos que adaptarnos a este tipo de experiencias, tenés que saber llegar a la audiencia, para mostrarles que es una buena experiencia ir a ver esa película y que el que la hizo va a estar ahí para charlar. Se transforma en una escala un poco más humana para una película más humana. Estuviste trabajando cuatro años con la película, qué vas a hacer en tu casa tomando un whisky mientras la gente dejó a sus hijos con una babysitter y se tomó un colectivo para ir al cine. Cómo no vas a estar acompañándolos, es nuestro deber estar con ellos en las salas.
- ¿Creés que el cine quedó antiguo o hay que seguir apostando a las proyecciones en salas?
- Es cierto que cambió la dinámica, tenemos todo mucho más a mano. Antes el cinematógrafo era un fenómeno, un máquina que pasaba una cosa en grande y solo se podía ver en una sala. Ahora lo tenés en el celular. De todas maneras, el hecho de ir al cine es un pequeño ritual donde de alguna forma pagás para vivir una experiencia que en la vida real no estás viviendo. Por ejemplo, vos pagas y sos Marlon Brando por un ratito y te pasan cosas hermosas, te enamorás, te persiguen o tirás patadas voladoras. Uno suspende su vida normal para encerrarse en un lugar con otra gente para disfrutar de una experiencia como si fuese propia. Me parece que ese valor del cine todavía el ser humano lo necesita, para escaparse un poquito de la realidad y vivir otra vida. Mientras esa necesidad exista me parece que el cine va a seguir existiendo como sala de cine. No me opongo a que los exhibidores quieran hacer plata pasando Frozen u otras que dejan más dinero, sé que es un negocio. Sin embargo, como pueblo tenemos que poder contar nuestras propias historias y tenemos que disponer de pantallas para mostrarlas, sino todo el tiempo vamos a ver historias de otros países. Son nuestros problemas, son nuestros jóvenes que se tienen que ir de los pueblos a Buenos Aires y después se preguntan sobre el amor o sobre qué hubiese sido de su vida en el pueblo dónde se criaron. Nosotros como pueblo y como nación tenemos que poder contar nuestras propias historias y acercarnos a la gente para que las conozcan.
- Además de dirigir estos filmes, fuiste uno de los creadores de Zamba, ¿qué ocurrirá con ese proyecto este año?
- En Zamba tuve la fortuna de estar en el momento del nacimiento junto con Sebastián Mignogna, con Nicolás Vardano, Gabriel Di Meglio. Era un proyecto de país y nación con una idea de educación, con ministerios de educación y cultura que se preocupaban por querer que la historia se conozca, que las nuevas generaciones la conozcan. Hice Zamba durante mucho tiempo y después me fui a filmar mi primera película, sin embargo se siguió filmando sin que yo esté. En relación a la última gestión, creo que fue natural que se haya interrumpido el programa. Zamba nos enseña que la historia es un proceso de vaivén, fuerzas, golpes y contragolpes. Hay que ver el plano general de las cosas, creo que Zamba se siguió viendo, usando en las escuelas, sigue estando muy vigente y me parece fantástico y celebro que Tristán Bauer haya dicho que se van a seguir haciendo capítulos. No hay que ver lo coyuntural y en las gestiones. Por ejemplo, San Martín quería cruzar Los Andes y Rivadavia se oponía. Sin embargo, él sabía que tenía un plan continental y una idea superior a una coyuntura de que había un funcionario que le negaba determinados recursos. El tipo quería cruzar la cordillera y liberar América, me parece que las ideas viven más allá de las gestiones. Zamba es una idea y sobrevive a ese tipo de cosas. Hoy estoy con otros proyectos pero Zamba es un formato que en la productora “El perro en la luna” hace fantástico y que se sigue haciendo independientemente de mi participación. Es un proyecto colectivo no es que le pertenece a nadie.
- ¿Qué cambios ves en tu rol como director de ficción a dirigir animación para chicos?
- Es muy raro porque hay días que me levanto a la mañana y estoy escribiendo Petit, que es una serie para preescolares que hago junto a ilustradora Isol Misenta, y más tarde, estoy haciendo una película melancólica sobre duelos y desamores. A veces tengo miedo que los dibujitos me salgan un poco melancólicos o que las películas me salgan como personas caminando de costadito. Por suerte no es así, en algunos trabajos doy rienda suelta al adulto que tiene sus problemas y formas de ver la vida y en otros puedo hacer que el niño que sigo siendo también se siga divirtiendo. Hay un adulto y un niño que conviven y tratan de asomar la cabeza. Tengo la fortuna de poder hacer contenidos para chicos y chicas y películas para gente un poco más grande.
*La película se estrenará el 09/01 en salas comerciales y a partir del 11/01, se proyectaré los todos sábados de enero a las 21 hs. en el MALBA ( Av. Pte. Figueroa Alcorta 3415, CABA) y contará con la presencia de su director y parte del elenco y del equipo de producción.
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