Para leer en la reposera propongo una ficción muy bien narrada que, con el telón de fondo de una atractiva investigación policial, sumerge al lector o la lectora en la cotidianidad china de los años 90, donde se exhiben por igual sus dolores y su riqueza cultural:
Shangai, 1990. Unos pescadores descubren en las aguas de un río, dentro de una bolsa de plástico, el cadáver de una mujer desnuda. Cuando se conoce que la asesinada es una joven “trabajadora modelo” del partido comunista, las autoridades quieren evitar que el caso afecte al gobierno. El inspector Chen, doctor en literatura y poeta (alter ego del propio autor), es quien queda a cargo de la investigación. Mientras esta transcurre, nos adentramos poco a poco en las calles de esa deslumbrante y contradictoria sociedad y descubrimos sus costumbres y también su poesía.
El caso policial no llegará a constituir una intriga en sí misma ni una trama de novela negra estilo americana o nórdica; será más bien la excusa que el autor utilizará para hacernos conocer el alma de Shangai, sus viviendas, sus parques, su gastronomía, su arquitectura, su literatura, los temores y carencias de sus habitantes y algunas de las profundas cicatrices que dejó la Revolución Cultural en ese país.
Qiu Xiaolong nos lleva de la mano, casi sin darnos cuenta, a sufrir y esperanzarnos junto con los hombres y mujeres de Shangai, dando cuenta del difícil proceso de transición que vivieron, entre un tiempo que se resistía a morir y los drásticos cambios políticos y económicos de la época.
*Vilma Ibarra es abogada y Secretaria de Legal y Técnica de la Presidencia de la Nación
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