El 27 de agosto de 1994 la vida de Roberto Goyeneche se apagó. Dejó en oro un puñado de canciones —parafraseando Cafetín de Buenos Aires, uno de los tantos tangos que con su versión cobró una nueva vida— que, como él pocos interpretaron. Fue y es el puente por el que pasan las nuevas generaciones para acercarse al tango. Tanto así que en la década de 1980 estrechó lazos con Fito Páez y Mercedes Sosa, la cantora con la que grabó una su penúltima canción.
A dos años de su muerte, se publicó la primera biografía sobre su vida: El Polaco. La vida de Roberto Goyeneche, la única biografía que se escribió sobre este excepcional cantor y símbolo de la cultura popular argentina. El libro es el resultado de una extensa investigación logradas a través de más de 60 reportajes de los periodistas Matías Longoni y Daniel Vecchiarelli.
“Lo habíamos publicado en 1996 y se agotó muy rápido. Tuvo una tirada de mil ejemplares y cada tanto me llamaban y pedían una copia, sobre todo de afuera”, dijo Matías Longoni a Infobae Cultura y aseguró: “desde hace un tiempo estaba la idea de reeditarlo en algún momento y la verdad es que pasó mucho tiempo, pero con un grupo de amigos decidimos hacerlo y la editorial Música Nuestra, que se ocupa de libros de música, quiso publicarlo". “Lamentablemente no hubo otros investigadores que volvieran sobre este personaje clave de la cultura argentina. Había que reparar la injusticia de que no se hubiera publicado otro libro sobre él", dijo.
Esta flamante reedición lleva el prólogo de Jorge Göttling, un cronista porteño fallecido en 2006, que resumió su contenido en una sola frase: “Como un barrilete hundido en la memoria, Goyeneche aparecerá, una y otra vez, con sólo tensar el hilo de la emoción”. El libro es considerado casi un “incunable”.
“Como un barrilete hundido en la memoria, Goyeneche aparecerá, una y otra vez, con sólo tensar el hilo de la emoción”.
Una biografía que merecía volver a la luz
El libro recorre los 40 años de Roberto Goyeneche en la música. La cual —cuenta una anécdota— comenzó cuando el representante del Maestro Horacio Salgán, Justo José Otero, lo escuchó cantar a viva voz mientras conducía un colectivo de la línea 219 (actual 19, que une las calles del barrio de Saavedra y Plaza Miserere), durante una madrugada de 1952 y lo invitó a probarse junto a la orquesta. El Polaco aceptó. Dicen que fue en su colectivo después del corrido. Deslumbró. Pero además de haber hecho una sorprendente prueba de voz se llevó el apodo que lo inmortalizaría.
Su voz fue deslumbrante, pero su fraseo lo hizo único. “Goyeneche creó un estilo pleno de expresividad, persuasivo hasta en sus titubeos, para nada casuales, y exacerbó esos recursos cuando el tiempo había pasado, notoriamente, por su garganta de arenas”, escribió Guillermo Pellegrino al recordar los cinco años de su muerte y contó cuando le aconsejó a Adriana Varela, su ahijada artística: “Dejalo a Gardel que cante en la puertá, porque él es indiscutible. Pero no es puertá: es puerta". "Su garganta cantaba los acentos, los puntos y las comas. Hasta su aparición nadie había cantado así”, resumió en 1999 Pellegrino. Así inició la carrera de quien fue uno de los más grandes cantores de tango e influyentes en la música, no sólo ciudadana.
Por eso, a modo de homenaje, cuando se cumplieron dos años de su muerte, los periodistas Matías Longoni y Daniel Vecchiarelli escribieron El Polaco. La vida de Roberto Goyeneche, un libro que hace pocos días fue reeditado. La primera edición se lanzó con una tirada de mil ejemplares que se agotaron muy fácilmente e increíblemente en los 23 años que le sucedieron nadie más escribió otro libro biográfico sobre él.
El libro recopila más de 60 entrevistas, entre ellas la que le hicieron al Maestro Atilio Stampone que solía decir que Goyeneche tenía un “oído tísico” que le permitía jugar con la métrica, decía.
Longoni recuerda que el suyo “es el único libro biográfico sobre él, lamentablemente. Hay artistas de menor envergadura que tienen varias biografías y el Polaco lo merecía incluso con mucho más estudio, más académico respecto de lo que significó él como puente entre generaciones. Merecía mucho más y no entiendo por qué hace más de 20 años no tenemos libro sobre él”.
Roberto Goyeneche solía contar que fue Anibal Troilo quien lo ayudó a encontrar su estilo de cantor: “El Gordo me decía: ‘Hay que contarle al público. De cantar se encarga la orquesta’. Pichuco me enseñó a cantar las comas, los puntos”.
Debido a esa deuda con el hombre nacido el 29 de enero de 1926 en Buenos Aires, nace la idea de la reedición del único libro y para atender a las demandas que en poco más de dos décadas no cesaron. “Yo la notaba porque cada dos meses un pedido me llegaba”, aseveró Longoni y respecto a la nueva edición dijo que “se respetó la original y solamente se hicieron algunas aclaraciones sobre errores publicados sin mala intensión de la primera edición, pero reconociendo que los hubo”.
—¿Qué error tuvo la primera edición?
—Por ejemplo, cuál había sido el último tema grabado por el Polaco a días de su internación, en 1994. En esa biografía se escribió que su última grabación fue una versión de Los mareados que grabó junto a Mercedes Sosa, pero resultó que después grabó una versión de Viejo ciego con Antonio Agri. Mario Sobrino, el operador técnico de Melopea Discos, me contó que el día que Goyeneche llega a la grabación con Agri le contó que el día anterior había estado con Mercedes.
—¿Cómo el proceso de reedición?
—Fue todo muy rápido, violento... ¡una decisión de amigos! Nos habíamos propuesto, en septiembre, hacerlo antes de fin de año y en verdad fue casi un “milagro”.
—¿Por qué?
—El milagro fue porque el material estaba en uno de esos disquetes cuadraditos duros que decía “Polaco final” y obviamente no tenía manera de leerlo porque no lo había copiado en ningún otro formato. ¡Estaba en una vieja caja! Hubo que recurrir a amigos que tuvieran una vieja disquetera y lo hicimos hasta pensando que no lo íbamos a poder leer porque la vida útil de esos discos era de 5 años ¡y ese tenía más de 20! Sin embargo se pudo extraer el texto, era la versión final. Sin los prólogos ni la discografía, incluso sin las correcciones, por lo que hubo que volver a corregirlo y volver a tipear la discografía completa con sus detalles. ¡El milagro fue la banda magnética de ese disquete no se haya percudido!
Las fotografías en blanco y negro de esta nota integran el libro y a todas hubo que escanearlas. “Pertenecen a álbum personal del Polaco y que las cedió la familia”, confió el escritor.
Respecto del prólogo, Longoni contó a Infobae que lo mantuvieron completo por considerarlo “una obra de arte en sí misma”. “Lo escribió Jorge Göttling a pedido nuestro. Decimos, sin su permiso porque murió en 2006, prologar el libro con su escrito porque es parte del libro y es exquisito. Göttling se tomó el trabajo de leer el borrador que le llevé y escribió mucho, por lo que pensamos que era un pecado sacarlo”.
El lunes 16 de diciembre, el libro fue presentado en una sala y participó Luisa Goyeneche, viuda del Polaco y uno de sus hijos. “Había salido un par de horas antes de la imprenta y no tuvimos tiempo de hacer entregas”, lamentó Longoni.
El Polaco, la vida de Roberto Goyeneche resulta un libro imprescindible para el público que ama el tango. Y para el que lo está por hacer.
Seguí leyendo: