El 2019 finaliza con una serie de exposiciones potentes en diferentes museos del país, como también con presencia de artistas nacionales en el exterior, con la muestra Disrupciones en Collins Park, durante la Semana del Arte de Miami. En ese sentido, el arte argentino sigue expandiéndose al mundo, pero a la vez se resignifica, mira hacia el pasado y reconstruye su relato.
Este año, por ejemplo, muchos espacios, público y privados, continuaron con su mirada puesta en los artistas de los ´90, en especial a aquellos relacionados al Centro Rojas, como Alfredo Londaibere, Pablo Suárez o Marcelo Pombo, por nombrar a algunos. Otros, como el Museo de Arte de Tigre (MAT) fue aún más atrás y planteó una puesta en valor de La escuela de arte de La Boca, a partir de artistas ya clásicos y reconocidos, como Alfredo Lázzari, Fortunato Lacámera o Quinquela Martín, entre otros, resaltando la importancia de las primeras décadas del siglo pasado y la reinvidicación de un movimiento que fue fue denostado en su época desde el canón.
Aunque en lo que respecta a homenajes o retrospectivas, el mayor énfasis se realizó desde el Museo Nacional de Bellas Artes, que tuvo, a lo largo de todo el año, el eje puesto en artistas argentinos, ya no de los ’90, sino rondando esa edad: Carlos Alonso, Julio Le Parc y César Paternosto. Otro de los eventos que presentó grandes artistas fue Bienalsur, con contó con más de 400 artistas que expusieron en 23 países, siendo algunas de los más destacados las muestras de Martha Rosler, Makoto Azuma y Michelangelo Pistoletto.
Infobae Cultura realizó una selección de las muestras más destacadas del año, a partir de distintos criterios: homenajes, originalidad, convocatoria, entre otros factores.
El año de la Leparquización (MNBA, CCK y otros)
El 2019 fue, sin dudas, el año de la Leparquización de Buenos Aires. El gran artista cinético argentino recibió, finalmente, el reconocimiento en su país que su obra y pensamiento merecían, como ya le había sucedido, por ejemplo, en Francia, donde vive.
Julio Le Parc (Mendoza, 1928) es uno de los artistas más importantes del siglo XX y uno de los pioneros del arte óptico y cinético en el mundo. Durante este año tuvo dos grandes exhibiciones, a partir de las cuales se podía realizar un viaje por el entramado de su visión artística, comenzando por sus años iniciáticos hasta a sus obras más actuales.
En ese sentido, el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) albergó Transición Buenos Aires-París (1955-1959), en la que se presentó más de 100 obras de su años antes de viajar a Francia, donde -entre otras cosas- cofundó el mítico GRAV (Groupe de Recherche d’Art Visuel o Grupo de Investigación de Arte Visual).
A su vez, en paralelo, el CCK presentó Julio Le Parc. Un visionario, una mega muestra que ocupó más de 3.000 metros cuadrados y que se centró en su etapa europea, con alrededor de 160 obras, que fueron desde sus pinturas en blanco y negro a sus trabajos con la paleta de 14 colores, a sus inconfundibles colgantes y obras cinéticas y lumínicas.
Además, el Teatro Colón se sumó a los homenajes con Mobile Rombo Colón, una instalación monumental de 11,5 metros de lado y 4,40 metros de altura, compuesta por un móvil de 3101 piezas de acrílico translúcidas fluorescentes e hilos de acero, rodeado de 28 espejos perimetrales.
Aunque, el momento de mayor exposición de su trabajo, se realizó durante la Noche de los Museos, a principios de noviembre, cuando a través de la técnica de mapping se iluminó al Obelisco. En total se proyectaron 30 obras -con dirección artística de Yamil Le Parc-, con música de Wagner, Piazzolla, Armstrong, Troilo y otros, y alrededor de 30 mil personas pasaron por uno de los emblemas porteños durante el espectáculo.
Erlich, el hombre récord (Malba)
A principios de julio, un cartel de venta apareció sobre el frente del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires. Esta pequeña -pero llamativa- intervención, que tomó desprevenidos a muchos que realmente creyeron que el Malba buscaba nuevo propietario, fue la chispa que encendió el fulgor por Liminal, la muestra de Leandro Erlich.
Erlich (Buenos Aires, 1973) es uno de los artistas conceptuales argentinos de mayor reconocimiento internacional. De hecho, acaba de presentar “Orden de importancia”, una instalación espectacular y efímera, que reproduce un enorme embotellamiento de autos sobre la arena, durante la Semana del Arte de Miami, el primer encargo oficial que la ciudad realiza a un artista desde 1983.
Liminal reunió una selección de 21 instalaciones producidas desde 1996 hasta la actualidad. Sin dudas, La piscina (1999), la obra más emblemática y reconocida del artista a nivel internacional -que se puede visitar aún hasta febrero de 2020- acaparó el centro de atención y se convirtió en una de las obras de arte más instagrameadas de la historia del país.
La furia de Alonso (MNBA)
Otro de los grandes artistas argentinos que tuvo una merecida retrospectiva es Carlos Alonso (Mendoza, 1929) en Carlos Alonso. Pintura y memoria en el MNBA, una fantástica muestra, con una puesta maravillosa, de esas que parecen robarte el aliento para devolverlo recién terminado el circuito.
La muestra de uno de los artistas más importantes de la pintura argentina de la segunda mitad del siglo pasado reunió más de 50 obras, tuvo dos ejes temáticos y presentó un panorama bastante amplio dentro de su obra, con corte del año 63 al 86.
Por un lado, se pudieron apreciar sus trabajos de desarrollo, de corte más tradicionalista -si es esto posible en el maestro Alonso-, mientras que en la segunda, sus potentes obras en las que trabaja sobre la realidad, la memoria y el destino, piezas en las que su compromiso social y político -con la historia argentina y de América Latina desde 1965 hasta los años 80- no deja espacio a dobles lecturas ni interpretaciones. Alonso es potencia y claridad.
Además, se presentó una reconstrucción de la instalación Manos Anónimas, ideada para ser exhibida en 1976 en la muestra Imagen del hombre actual, pero que fue suspendida a raíz del golpe de Estado.
Sobre la existencia, según Anish Kapoor (Fundación Proa)
Como en los filmes de Stanley Kubrick, la obra del indio naturalizado británico Anish Kapoor (1954) exudan sangre y plantean preguntas sobre la realidad humana.
La muestra Surge, que permanece abierta hasta marzo de 2020 en Fundación Proa, reúne obras que van de 1992 hasta la actualidad y es una magnífica oportunidad para ingresar al universo de un artista con un profundo arraigo en la relación de la humanidad con su entorno social y su visión dramática de su existencia.
Los trabajo del Kapoor recorre los caminos de la incertidumbre como estado de nuestro tiempo y se presentan como una respuesta a un estado de anestesia de la sociedad, con una fuerte mirada política.
Los espejos no reflejan las imágenes tal como las conocemos, en cambio deformaciones de lo que entendemos como lo real pueden duplicarse o desaparecer de inmediato. La crisis del yo y de lo que el yo representa.
“Mi cuerpo, mis brazos, mis piernas, mi pecho: este soy yo, pero no soy yo. Si cierro los ojos por un segundo, hay otro yo, mucho más grande. Mi interior es mucho más grande que este recipiente que es mi cuerpo y eso es cierto para todos, todos nosotros y lo sabemos”, escribió el artista.
Macció y una mirada sobre la American Way (Colección Fortabat)
Uno de los pintores más destacado de la Nueva Figuración, corriente fundamental de la historiografía del arte argentino en los ‘60, Rómulo Macció (Buenos Aires 1931-2016) fue un creador de pincel potente y colores vivos.
En la Colección Fortabat se presenta -hasta el 23 de febrero de 2020- sus Crónicas de New York, una muestra de 29 pinturas de gran tamaño que surgió a partir de sus experiencias en la Gran Manzana por alrededor de tres años, en la sumatoria de diferentes viajes.
Para realizar un mapa general, Macció abarcó una Nueva York reconocible, reflejó su multiculturalismo, algunos edificios emblemáticos (del World Trade Center a CBGB’s), pero sobre todo ahondó en su vida, en los contrastes del capitalismo, en la nieve muy blanca y en el vapor fluctuante, en los caminantes de oficina y la desesperados, a partir de una paleta de colores en el que lo estridente convive con lo opaco.
Mariette Lydis, un mundo de ojos extraños (Museo Sívori)
La historia de la austríaca Mariette Lydis (Viena, 1887-Buenos Aires,1970) es tan apasionante como el detrás de escena que permitió el redescubrimiento de una artista que al no haber pertenecido jamás al canon, con una obra inclasificable para su tiempo, pasó al cruel olvido de los sótanos y a la inaccesibilidad de los coleccionistas.
Sin embargo, debido a una serie de coincidencias o, más bien, de fortunios, como la publicación de la novela La Luz negra de María Gainza -en la que uno de los ejes es su fantástica historia y que fue el cierre de lujo de la muestra - como también el trabajo de algunos investigadores, su obra se presentó por primera en muchísimo tiempo en Mariette Lydis. Transicionar lo surreal, en el Museo Sívori.
La exhibiciones contempló más de 200 piezas. Entre ellas, 40 pinturas pertenecían a la Colección Sívori y habían sido donadas por la artista un año antes de fallecer en Buenos Aires. También contó con material de archivo de la familia de su máximo coleccionista Jorge Correa -quien antes de morir escribió En busca de Mariette Lydis, una biografía puntillosa y preciosa- y piezas del Museo Nacional de Bellas Artes.
La muestra incluyó grabados, objetos personales y pinturas con ese estilo ecléctico y trasgresor, que iban desde los bosquejos que realizó para casas de alterne a retratos por encargo y esos paisajes semi apocalípticos, que incluían personajes con esos ojos tan irrepetibles y perturbadores, como ilustraciones que realizó para diferentes clásicos de la literatura.
Una retrato atemporal sobre “nosotros” (Moderno)
En el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (MAMBA) se presentó Una historia de la imaginación en la Argentina, una interesante y ecléctica exposición, que aunó un collage de miradas y estilos con la pampa como eje.
Con más de 250 obras, que fueron desde el siglo XVIII hasta la actualidad, la muestra coral desplegó diferentes estilos, técnicas y representaciones que indagaron en cómo se pensó e interpretó esta región del país, rompiendo con la tradición anquilosada en lo gauchesco.
Esta historia de la imaginación rompió con ese sentimiento de tradicionalismo folclórico, haciendo convivir a artistas tan disímiles como José Antonio Terry con Prilidiano Pueyrredón o Pablo Suárez con Xul Solar, o Raquel Forner con Luciana Lamothe, por nombrar algunos.
SEGUÍ LEYENDO