“Son robados”. Con esta breve línea María Kodama, la albacea de Jorge Luis Borges y quien conviviera con el escritor durante sus últimos años, introdujo el crimen a la planificación de las políticas culturales del próximo gobierno de Alberto Fernández. Se refería a los manuscritos -además de libros y papeles- que conforman la donación realizada el miércoles por el empresario farmacéutico Alejandro Roemmers, autor de una reversión de El principito de Antoine de Saint Exupery, a Fernández, quien anunció que con esos materiales le daría existencia a un futuro Museo Borges. “Son robados”, dijo Kodama, y la polémica estalló.
Pablo Avelluto refrendó a Kodama mediante un misterioso tuit: “Sugiero preguntar a Alejandro Vaccaro, ex dueño de la colección de manuscritos que donaría el farmacéutico Roemmers, a quien propuso para el Nobel de Literatura sin ponerse colorado”. Se refería a Vaccaro, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y uno de los mayores coleccionistas del mundo de la obra de Borges, quien declaró que propondría a Roemmers como candidato al Premio Nobel, lo que provocó una reacción risueña en el campo cultural.
Luego: Kodama mantuvo una persistencia en su habitual silencio. El secretario Avelluto no hizo declaraciones desde su despacho en estos últimos días de gestión. Fuentes cercanas al Roemmers se mostraron sorprendidos por las declaraciones de Kodama, porque “estaba al tanto de la donación que le haría a la Argentina”. Y aseguraron que no quería participar “porque sería una donación a un gobierno peronista”. Además agregaron: “Es un hombre que a diario hace donaciones y no las comunica, de hecho en el día de ayer donó 70 millones de pesos para arreglar el Santuario de Lourdes de Santos Lugares, del que es devoto, más allá de que vive en el exterior. Él no comunicó nada sobre la donación de los libros de Borges”.
Luego, sí, él empresario apareció en TN donde dijo: “Esto va a quedar en manos del estado argentino, lo estoy poniendo a disposición de los argentinos, del gobierno argentino, quien quiera hacer algún reclamo lo puede hacer y demostrar que eso le corresponde". Y agregó: “Todo tiene su documentación respaldatoria, además esta colección ha viajado, ha estado en distintas partes del mundo”
Pero también habló Vaccaro. Y cómo.
-Ayer se anunció la donación de la colección Borges de Alejandro Roemmers al Estado nacional en la figura del próximo presidente Alberto Fernández, que dijo sería destinada a un futuro Museo Borges. Esa donación de papeles, manuscritos, primeras ediciones, ¿qué le parece como gesto? -pregunta Infobae.
-Extraordinario, imaginate, un empresario argentino que apuesta al país, que tiene empresas en la Argentina y que hace un esfuerzo importante para que esa documentación permanezca en la Argentina. El único requisito que Roemmers pone es que sean papeles bien tratados, con los cuidados adecuados y que se garantice que pueda visitar ese museo toda la población sin discriminación, desde investigadores a jóvenes, pero creo que eso va de suyo.
-Usted que conoce tan bien a Roemmers, ¿por qué cree que no hizo esa donación al gobierno de Macri o incluso anteriores?
-No, no, no. Nosotros negociamos la donación de la colección con Alberto Manguel cuando era director de la Biblioteca Nacional en 2017. La idea era de que fuera al edificio original de la Biblioteca Nacional en la calle México, un edificio que le dio Julio Roca a Paul Groussac para que fuera destinado a la Biblioteca. Eso quedó en manos de nadie, funcionó el Instituto Nacional de la Música, pero tiene goteras por todos lados, está muy deteriorado. La idea era que nosotros instalábamos la donación ahí, pero que el gobierno se comprometía a refaccionar el edificio. Ahí Avelluto nos mintió y nos dijo que había una partida de 50 millones de pesos para arreglar los techos y parte de la fachada, y era mentira. Rommers me dijo: “Mirá, vamos a esperar a que hagan esto, porque estos tipos son unos mentirosos. Ustedes lo pueden llamar a Alberto Manguel, fue a comer a mi casa junto a Roemmers, planificamos todo, son ellos los que no cumplieron. Avelluto me dijo a mí: la Argentina tiene muchos museos, para qué más museos. Pero no era un museo cualquiera, el museo del traje: Borges es el mayor artista argentino de trascendencia internacional. Ahora Avelluto se burla de Horacio González cuando en su gestión su mérito fue haber despedido a 500 personas, como si echar empleados fuera una virtud y tomar empleados fuera un defecto. Yo creo que muestra la bronca, frustración del fracaso de su gestión.
-La sospecha la instaura María Kodama al decir que los manuscritos son robados.
-Esas cosas fueron compradas a los más reconocidos libreros y anticuarios de la Argentina: Alberto Casares, José Gilardoni, Arturo Eirnia, Miguel de Torres, entre otros. No pueden haber sido robados de ninguna manera.
-Usted era el mayor coleccionista de Borges en el país, ¿luego le vendió la colección a Roemmers?
-Se puede decir que él colaboró y se asoció con el proyecto.
-¿Y por qué Avelluto dice que sí era robado?
-Cuando lo donamos a él no era robado, ahora sí. Es la respuesta de un fracasado.
-Pero Avelluto pregunta además, como acertijo, quién no se sonrojó al proponer a Roemmers al premio Nobel.
-Roemmers tiene una obra poética importante. Yo creo que desde que Bob Dylan ganó el Nobel es otro premio Nobel. ¿Y cuál es el delito si yo propongo a Roemmers para el premio Nobel? Conozco algo de leyes y no hay delito. Son las palabras de un fracasado. ¿Por qué Avelluto no habla de su gestión?
-En cierto momento pensé que dado su vínculo amistoso con Roemmers y que usted es peronista, le había recomendado ahora donar al gobierno de Fernández.
-Pero Roemmers no es peronista, no, no. Es una colección que ofrecemos a los argentinos. María Kodama nunca hizo nada por Borges, nada. Dice que las cosas que tiene las va a llevar a Japón y a Estados Unidos y al país, nada. Porque desprecia a los argentinos. Odia este país. Yo estoy perdido, perplejo por estas acusaciones vacías y sin contenido. Si son cosas robadas, deben demostrarlo. Esta colección la comencé hace 50 años. Son treinta mil piezas, quiero que queden con el Estado.
Oh, escándalos de la literatura, siempre vivos en la Argentina. Esta vez provocados por Borges, que no aparece en escena, y gran elenco. Mientras tanto, ¿ríe Borges? Sonríe más bien, acariciando a su gato, antes de salir a pasear por Plaza San Martín porque sabe que, si bien la literatura puede ocupar espacialmente museos, hace del mundo su geografía.
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