El escritor fantasma es aquel que escribe un libro bajo la firma de otra persona. Podría ser un actor o actriz, deportista, vedette o ex convicto de la justicia: cualquier persona que una editorial juzgue interesante (es decir, que venda libros) y entre cuyas virtudes no figura el escribir. Ante la situación, la editorial contrata a escritor o periodista que se entrevista varias veces con “la firma” y surge de ahí un libro. “No por nada se llama ‘escritor fantasma’, no oculto: es una figura fantasmática de las que pueblan la literatura”, dice Daniel Guebel en la mesa del festival Basado en Hechos Reales destinado a la cuestión.
Lo acompaña Juan José Becerra en una mesa coordinada por Federico Bruno. Becerra dice haber realizado un par de trabajos de esta naturaleza, sin embargo por una cuestión ética y legal no podría decir sobre quiénes fue. (Hace un par de años un ghost writer escribió una nota sobre su experiencia sobre escribir un libro de una vedette: la vedette le hizo juicio a la revista y tuvieron que arreglar antes que llegara a un tribunal por una suma nada despreciable).
Contó cómo el editor le había propuesto el trabajo y la comodidad que le había generado: se trataba de una persona relacionada con el fútbol. Obviamente, se pasó a discutir, sin resultado concreto, sobre el fenómeno editorial del año, el libro Sinceramente, de Cristina Fernández. ¿Lo había escrito la próxima vicepresidenta? Un misterio irresoluble. Es que el género de los fantasmas abre el camino del misterio en la literatura".
“El editor es un fantasma”, dice Guebel y Becerra asiente y dice: “Él propone, piensa qué libro puede vender y para qué público, piensa en el mapa de la industria editorial, pero no aparece”. “Es que el mercado es otro fantasma para el escritor: ¿para quién escribe? ¿Escribe para alguien? Esta pregunta es más patente en literatura, pero en la literatura de no ficción hay un público más perfilado, probablemente”, dice Guebel. Y agrega: “El gran escritor fantasma es el mercado editorial”.
“Pero para el público, el escritor fantasma no es menos fantasma que el narrador”, dice Becerra. “Pero esos fantasmas son los que determinan qué se publica y qué no, qué libros son premiados y cuáles no, tratar de interpretar a esos fantasmas es el centro de la industria editorial”. Pues sí: la literatura está compuesta de fantasmas. No por nada Kakfa le escribía a su amada Milena: “Los besos que se mandan por carta, Milena, se los comen los fantasmas por el camino”.
De esta manera, la mesa en Basado en Hechos Reales se convirtió sobre todo en un campo magnético del misterio y lo fantasmal, lo inasible. Es decir, esas características que hacen que la literatura sea como es.
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