“Ya está llegando gente”, dice Roberto “Tito” Cossa del otro lado del teléfono y se escucha el barullo de fondo. Esta conversación con Infobae Cultura se produce minutos antes de la una de la tarde del viernes, horario en que el Teatro del Pueblo abre sus puertas después de dos años para que el barrio lo conozca. “Necesitábamos un espacio que continúe con la historia y para que en el futuro nadie lo convierta en un pizzería”, agrega y no puede contener el orgullo que le da esta inauguración.
El primer teatro independiente
Antes de abrir aquí, en Lavalle 3636, estuvo sobre la calle Diagonal Norte. Fue hace dos años que decidieron mudarse a un lugar definitivo y mejor. “Hace dos años dejamos esa sede para meternos en esta aventura”, cuenta este dramaturgo, uno de los más importantes de la historia del teatro argentino, junto a Ricardo Halac y Carlos Gorostiza, que mañana (oh, las casualidades) cumplirá 85 años.
“Ahora, a la una, abrimos las puertas para que vengan a conocer cómo quedó el teatro. Hoy es más algo privado, para la prensa y amigos, porque no cabe tanta gente, pero mañana desde las 12 hasta las 24 el teatro estará abierto para todo el mundo”, cuenta y anticipa que en febrero se inaugurarán las funciones. “Siempre hemos hecho teatro argentino. Tenemos todas las generaciones, todos los estilos. Apostamos a grupos jóvenes, generalmente”, revela.
El Teatro del Pueblo es el primer teatro independiente de Argentina y de América Latina. “Mañana van a ser 89 años de que se fundó, dos meses después del Golpe de Estado de Uriburu”, comenta Cossa. Mañana, en el marco de la Noche del Teatro Independiente, sus puertas se abren para todo el mundo. El teatro independiente es un fenómeno teatral único en el mundo. No sé si nosotros tenemos noción de qué significa. Tengamos en cuenta que es un teatro que se hace a pulmón, sin interés comercial. Nadie vive del teatro independiente. Son salas chicos, entradas baratas", explica.
El hombre de la campana
El Teatro del Pueblo fue fundado por el director y periodista Leónidas Barletta a fines de 1930. Ese hecho es el origen, el punto germinal de un fenómeno cultural formidable, único en el mundo: el movimiento de teatros independientes. Por sus escenarios pasaron poetas y narradores como Álvaro Yunque, Nicolás Olivari, Raúl González Tuñón y Roberto Arlt. Es un faro en la historia cultural de los argentinos sin desconocer lo ideológico: desde su fundación, siempre fue un foco de la lucha antifascista. “Barletta entendió que desde este espacio se podía resistir, se podía hacer frente al fascismo. Y lo fue logrando”, cuenta Cossa en esta entrevista.
Desde su fundación, careció de un lugar propio y estable, entonces se vio obligado a recorrer distintos lugares. Nació en una lechería desocupado del bajo, lo corrió la construcción de la Av. 9 de Julio, hasta que la Municipalidad le cedió el Viejo Teatro San Martín. Pero la dictadura de 1943 lo desalojó y el Teatro del Pueblo tuvo finalmente su sala propia en Diagonal Norte 943.
Un punto de quiebre sería 1976, cuando murió Barletta, un artista de la izquierda independiente, que también era conocido como”el hombre de la campana”, porque salía a la calle con una campana a llamar al público, gritando: "Función, función..." Los que lo conocieron señalan su activismo y generosidad. Tras su muerte, la sala cierra. Once años pasaron para su reapertura. Ya en democracia, en 1987, vuelve a abrirse el Teatro del Pueblo mediante un convenio con el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y la Fundación Carlos Somigliana encaró la conducción artística de la sala.
Resistencia y solidaridad
El teatro cuenta con dos salas. La principal llamada Carlos Somigliana, en la planta baja, con capacidad para 110 espectadores. Pero además está la Sala Teatro Abierto, en el primer piso, cuya capacidad es de 60 espectadores. Ambas cuentan con espacios para personas con movilidad reducida.
La Fundación de dramaturgas y dramaturgas Carlos Somigliana (SOMI), que desde hace más de veinte años conduce la programación del Teatro del Pueblo, y preside Tito Cossa, decidió poner manos a la obra. Hoy es una realidad. Esto se logró gracias al apoyo de los organismos del Estado que se ocupan de la promoción cultural, con una colecta de la comunidad teatral y con donaciones de los integrantes de SOMI.
“La resistencia de hoy es la misma de cuando se fundó. Ya no es política porque no hay una dictadura, pero un teatro que no apuesta en este tiempo al dinero y con la calidad que lo hace, porque no son jovenes improvisados que les gusta mostrarse, ejerce la resistencia. El teatro independiente es un fenómeno solidario, ahí está la resistencia: en su solidaridad”, concluye Cossa.
* Teatro del Pueblo, Lavalle 3636, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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