Tres exposiciones que coinciden por estos días en la Ciudad de Buenos Aires -en el Museo de Arte Oriental, en el Centro Cultural Borges y en FoLA- buscan acercar al espectador a obras, técnicas y rituales de la cultura japonesa, desde una visión contemporánea sin dejar de lado su particular esencia de rendir culto al paso de las estaciones y a cada momento de la vida como único e irrepetible.
Chadō: el camino del té y la cultura de las cuatro estaciones se titula la atractiva exposición que se podrá visitar hasta el 19 de enero de 2020, con entrada gratuita, en el Museo Nacional de Arte Oriental (Avenida del Libertador 1902), que revela la bella simplicidad de las piezas que integran la ceremonia del té japonesa e invita a descubrir los detalles que en ellas se revelan.
Un encuentro de té es una manera de resaltar las sutilezas de los ciclos naturales y disfrutar de esos pequeños detalles a partir de los objetos que se utilizan: piezas de bambú y cerámica japonesa, una caligrafía, un arreglo floral, un dulce o una invitación con un poema.
Los objetos exhibidos para hacer el té “son de un valor estético enorme y al mismo tiempo de uso cotidiano. La idea de esta exhibición fue usar como disparador una temática muy recurrente tanto en el Chadō (el camino del té, así es como se dice en japonés) como en la cultura japonesa en general, que son las estaciones”, cuenta a Malena Higashi, argentina descendiente de japoneses, dedicada a enseñar y difundir la cultura del té en nuestro país.
“¿Qué es el Chadō?” se lee en uno de los textos de sala ni bien se ingresa a la muestra: “Es una comunicación a través de los objetos, las historias detrás de ellos y el vínculo que se da con la persona para la que se prepara el té”. “Es una meditación en movimiento”, desgrana la leyenda en la pared.
“Lo interesante es que por los utensilios que una elige para preparar el té, los nombres poéticos que estos llevan, la forma que tienen y también por la manera en que se dispone el recinto de té, se pueden sugerir distintas sensaciones. La idea siempre es transmitir frescura en verano, calor en invierno. Siempre a través de una taza de té caliente y todo lo que la rodea”, agrega Higashi, egresada del programa Midorikai de la escuela Urasenke de Kioto, institución que celebra su 65 aniversario en la Argentina.
Por su parte, el Centro Cultural Borges inauguró Nuevas miradas de Japón, un conjunto de obras en diversos soportes de artistas plásticos de la Argentina, quienes exploran la cultura japonesa desde diferentes miradas y a través de nuevas tendencias, con las que reflejan la amplitud y belleza de la cultura nipona.
El artista Agustín Trabucco, por ejemplo, encuentra en la poética del arte caligráfico el medio perfecto que le permite profundizar en su búsqueda de rostros y figuras donde el trazo fija el sentido y el carácter de la expresión, en su serie de retratos “Ellas”, que repite con mínimas variaciones y logra cambios expresivos sustanciales.
“Japón desde mi bicicleta” se titula el proyecto fotográfico de la artista Floral Zu, un nombre más que elocuente de este conjunto de imágenes que ahondan en el entramado de las dinámicas urbanas, en los paisajes y en la cultura e idiosincrasia.
El manga y el animé es el soporte elegido por la artista Martina Elizabeth Bazán para su obra Gaijin, una colección de 16 ilustraciones, realizadas con acuarela y tinta china sobre papel chambril, en las que reinterpreta vivencias, situaciones y apreciaciones de su viaje a Japón realizado en 2017.
Finalmente, el ceramista Ricardo Otero se especializó de manera autodidacta en la técnica del Chawan -tazas de té- que lleva a cabo en un anagama, un horno tradicional japones a leña, que él mismo construyó. “Creo que la complejidad del chawan reside en su simpleza y que ahí hay una búsqueda hermosa y desafiante”, asegura Otero.
Organizada por la Embajada del Japón, a cargo de Takahiro Nakamae, la muestra se podrá visitar hasta el 1º de diciembre de lunes a viernes de 10 a 21 y los domingos de 12 a 21 en Viamonte 525, con entrada libre y gratuita.
FoLA, otro espacio clave del circuito cultural local -dedicado exclusivamente a la fotografía- presentó el Encuentro internacional de Fotolibros Japoneses, del 15 al 17 de noviembre en Godoy Cruz 2626.
El proyecto bautizado “10×10 Japanese Photobooks”, organizado por la colección de la biblioteca del International Center of Photography (ICP), trajo a la Argentina cien libros de fotografía japonesa que el público podrá hojear y consultar en el “10x10 Reading Room”, una sala de lectura pop-up de tres días, que incluye obras fundamentales, ediciones pequeñas, raras y descatalogadas.
La ICP invita a 10 curadores destacados de todo el mundo a seleccionar 10 creadores clave de diferentes temáticas, siempre en formato de fotolibros -en ediciones pasadas los eventos estuvieron dedicadas a Fotolibros Latinoamericanos (2017) y Fotolibros Femeninos (2018)- lo que arroja cien libros sorprendentes, de temáticas diversas y estéticas variadas, algunos nunca antes vistos en Argentina.
“Japón tiene una tradición muy importante de fotolibros, que viene desde los años 60 y 70 -explica a Télam Gastón Deleau, diector general de FOLA-. Vamos a exhibir los cien fotolibros más importantes de Japón, elegidos por diez curadores. Este conjunto abarca la producción fotográfica japonesa de los últimos 50 años”.
Por su parte, el representante de Japón en la Argentina, el embajador Takahiro Nakamae, celebró la capacidad de algunas de las obras de “poder percibir aspectos de la cultura japonesa que rompen con el canon estético tradicional, aspectos a veces ocultos a los ojos tanto de los propios japoneses como de turistas extranjeros”, y agregó “se percibe una mirada que pregunta, que indaga sobre esa otredad de la cultura japonesa y que encuentra sus propias respuestas desde la propia cultura y la propia individualidad”.
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