Unos días felices para la literatura argentina. Es que saber que Mariana Enríquez ganó el Premio Herralde, que Selva Almada hizo lo propio con el First Book Award de Edimburgo para la traducción de una primera obra que ingresará al mercado británico y, días atrás, María Gainza fue galardonada con el premio Sor Juana Inés de la Cruz, provoca felicidad. Y se nota entre sus colegas, que están contentos porque tres mujeres de la literatura argentina han sido reconocidas en otros países, otros lugares, otras lenguas. Además, son tres mujeres. Surge la pregunta acerca de si es casualidad o no que tres escritoras sean elegidas para ser gratificadas por su producción escrita. ¿Se trata de un epifenómeno del momento de la mujer en la Argentina y en el mundo? Y luego, ¿esos prestigiosos premios, abren puertas a otros escritoras y escritores del mundo literario local? Infobae Cultura conversó con algunos colegas de Almada, Enríquez y Gainza para tratar de pensar la cuestión.
“Son varias las escritoras argentinas que son reconocidas por su literatura" -dice Claudia Piñeiro, la prolífica escritora cuyo último libro Quién no recopila varios de sus cuentos-. "A quienes leemos autoras argentinas no nos sorprende que Selva, Mariana o María hayan sido galardonadas, porque sabemos de la fuerza de la importancia de la literatura de lo que vienen escribiendo. Hay una cuestión: a diferencia del siglo XX, las mujeres estamos más visibilizadas y eso permite que podamos leer más y mejor la literatura producida por nosotras”.
–¿Los premios permiten una mayor visibilidad a la literatura argentina en general?
–Hace poco hablaba con un editor alemán que me decía que no se prestaba más atención a la literatura latinoamericana, o a la literatura india o a la literatura centroeuropea, digamos, sino que se busca a determinadas personas, determinados escritores para leer. Lo que sí se puede decir es que en el último tiempo muchas escritoras latinoamericanas lograron hacer escuchar y leer su propia voz literaria.
“La literatura argentina, particularmente la escrita por mujeres es muy importante en los últimos años como lo demuestran, además de Selva, Mariana y María, Gabriela Cabezón Cámara o Samanta Schweblin, sólo por mencionar a algunas de una larga lista -dice Julián López, autor de Una muchacha muy bella y La ilusión de los mamíferos y miembro, junto con Almada y Alejandra Zina, del grupo que anima el ciclo de lecturas Carne Argentina-. En medio de una situación muy difícil para los escritores, cuando se ha recortado el mercado y hubo eliminación de políticas públicas, la literatura argentina está en un momento muy productivo, con muchas mujeres escritoras, pero también varones, también travestis”.
-Usted es amigo personal de Selva Almada.
-Sí, la conocí en un taller de dramaturgia que brindaron Alejandro Tantanian y Daniel Veronese en 2000. No es sólo por ser su amigo: este reconocimiento a Selva me da mucha felicidad. Ella recupera algo de una tradición literaria que no estaba circulando, la literatura mesopotámica. Creo que estamos viviendo años muy poderosos para la literatura argentina.
Guillermo Martínez también conoce de premios internacionales y de traducción de sus obras a otras lenguas. De hecho, su novela Los crímenes de Alicia ganó hace unos meses el Premio Nadal. Dice a Infobae Cultura: “Los que estábamos dentro del mundo literario conocíamos de hace tiempo los valores de las escrituras que han sido premiadas por eso nos alegra, pero no nos sorprende que hayan sido premiadas. Tal vez haya un cambio de época en la predisposición a premiar en los premios importantes a mujeres. Hay muchos nuevos nombres que aparecieron con las editoriales independientes argentinas. Hay más mujeres por causas que sería interesante analizar, que se están volcando a la literatura. Y de la cantidad surge la calidad. En los concursos veo obras muy interesantes, no creo en las mujeres como un colectivo homogéneo, sí estamos percibiendo un gran contingente de mujeres en la literatura argentina y cayeron barreras que impedían que se las considerara para premios importantes”.
“Me gustaría que no se hable más de una literatura de género femenino, sino llanamente de literatura, pero como el día en que eso suceda todavía no llegó, sí puedo decir que la literatura hecha por mujeres está atravesando un muy buen momento –dice Agustina Bazterrica, autora de la premiada novela Cadáver exquisito y gestora cultural–. No sólo la realizada por las tres mencionadas, sino muchas más, entre ellas Gabriela Cabezón Cámara o Ángeles Salvador. Están escribiendo de manera muy potente. Me alegra mucho que estén recibiendo premios porque, independientemente de que no garantizan que el ganador sea un buen escritor, sí dan visibilidad. Y lo que importa en perspectiva es llegar a más gente y que la obra se difunda, entonces de ahí su importancia”.
“Por un lado hay una movida de las mujeres en la Argentina producida por la lucha por la legalización del aborto o el #NiUnaMenos, pero siempre hubo una presencia femenina en las editoriales argentinas –dice Sergio Olguín, cuyo último libro es Los hombres son todos iguales–. Acá se está premiando la calidad literaria de estas autoras. En un mundo salvajemente machista, su obra se destaca de todas maneras, como se destacaba Silvina Ocampo o como se destaca Liliana Heker. Sí hay un mayor interés afuera por los autores argentinos afuera. Una vez muertos los grandes escritores como Borges, Cortázar, Sabato, Puig y no muchos más, desde hace más o menos quince años hay una presencia de otros autores en el mercado internacional. Que hayan sido premiadas estas escritoras abre puertas a escritores y escritoras en otros mercados y en el mercado nacional abre las puertas a que sean publicadas más mujeres. Igual, lo que prima es que son muy buenas escritoras”.
“Hay un fenómeno social de visibilización de las mujeres y es su momento: están escribiendo mejor y con una gran calidad y por eso el año pasado hubo un momento en que los cinco libros más vendidos eran de mujeres –dice el escritor y editor Antonio Santa Ana–. Mariana Enríquez viene haciendo una carrera extraordinaria en el periodismo y la literatura desde hace años, Selva Almada tiene otra carrera diferente y también María Gainza: es el momento de ellas. Soy fan de Selva desde hace años. Construyeron un lugar interesante en la literatura argentina. Y cualquier premio ayuda para vender, porque ayuda a la conversación sobre el libro, que es lo necesario para que los libros circulen. En una época en la que se habla en las redes sociales acerca de series y no de libros, los premios ayudan a que se pongan en circulación los autores premiados”.
Agustina Rabaini, autora de Al borde de los días y Del Bosque florido es categórica: “Es la hora de las chicas”, dice. Y luego reflexiona: “Quizás haya algo de corrección política en la cuestión de premiar a mujeres, pero en estos casos en particular es evidente el peso propio que tienen estas autoras como para que haya un gran interés por su literatura. Son todas laburantes de la literatura. María Gainza parte de su pasión por el conocimiento del mundo del arte para contarlo en libros muy originales, Selva Almada tiene una voz propia y singular y Mariana Enríquez también es capaz de edificar una voz propia. Ninguna de estas autoras le debe nada a ninguna moda relacionada con lo femenino, sino al propio peso de sus literaturas”.
Alejandra Zina, cuyo último libro es Hay gente que no sabe lo que hace y que junto a Julián López y Almada formó el grupo Carne Argentina, está feliz. “Conozco a Selva desde hace mucho y conozco sus textos antes de que hubieran sido publicados. Me parece un premio muy justo, como los otros dos premios, a voces que se destacan por su propia potencia. Además, sucede que estamos en épocas diferentes, donde se le da más lugar a las mujeres en la publicación de libros. Hace poco veía una revista literaria que en los noventa hablaba de los nuevos escritores y había veinte personas y de ellos una sola era mujer (N. de la R. Se refiere a una nota en la que la única autora destacada era entonces Esther Cross). Las autoras dejaban manuscritos en las editoriales y no les daban bola, no había un interés. Hoy hay más libros escritos por mujeres y también en Latinoamérica. Se nota que las mujeres son quienes más se conocen afuera en el campo literario. Si coinciden estos premios a mujeres es porque cristaliza algo que se estaba dando. Y me alegra mucho que Selva sea una de las escritoras que expresan esta cristalización”.
Quién sabe cómo reaccionaría Borges, que gustaba llamar a la poeta Alfonsina Storni como “una comadrita chillona”, una forma clasista y machista que primaba en aquella época literaria del siglo XX, frente a una literatura argentina con una avanzada conformada por mujeres. Lo que es cierto es que son muchas, que escriben bien, que lo hacen con voces poderosas y que hoy son reconocidas, en las figuras de Enríquez, Almada y Gainza, en el extranjero. Una buena razón para celebrar.
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