La actriz argentina regresa al escenario teatral con Nahuelito, que se presenta en El método Kairos. En este diálogo con Infobae Cultura recuerda su infancia en Bariloche, su familia, habla de feminismo, de su visión de la política y reflexiona sobre la causa por violación contra el actor.
-¿El feminismo te dio herramientas para poder llevar adelante la denuncia?
-Sí, necesitaba herramientas para soportar la maquinaria que me iba a venir encima. Que le viene a cualquier mujer pero con el plus, en mi caso, de la farandulización aunque eso a su vez tuvo la ventaja de la viralización. La periodista Luciana Peker fue quien me ayudó mucho con libros, sumado al #NiUnaMenos, a la militancia por el aborto legal, en fin, todo eso me sostuvo. Soy una privilegiada en cierto modo porque estoy contenida por una colectiva que me apoya. Además de Peker, también tengo charlas con Darío Sztajnszrajber, un filósofo contemporáneo con quien comparto estas cosas. Lo conocí a los 18 cuando participé de Mentira la verdad, por canal Encuentro, y es otro referente, me abrió la cabeza al llevar la filosofía a lo cotidiano. Me vaticinó todo lo que iba a pasar a partir de mi denuncia. Me formé, profundicé, por apasionada y curiosa, porque el saber es poder, así podía pararme de otra manera frente al monstruo al que me iba a enfrentar, no una persona sino un sistema.
-El feminismo y la actuación, el otro apoyo y modo de sentirse mejor.
-Por supuesto, el arte me permitió sublimarlo, además de hacer terapia desde hace muchos años. Durante años, y esto es de manual, la cabeza queda escindida. Una víctima de abuso tarda en promedio 33 años en poder hablar y, sin embargo, la justicia no se hace eco de esto, hay un derecho al tiempo de las víctimas, como dice Paula Wachter, la directora de Red por la infancia. El agresor tiene las herramientas que no se les da a las víctimas para que hablen. Repito, yo tengo la gran herramienta del arte para procesar cosas con gente en la misma sintonía pero, en general, el sistema no da salidas en este laberinto.
-¿Cómo es hoy tu rutina?
-No tengo, nunca es igual. Combino la actuación con la militancia, charlas por mi libro, viajes, voy y vengo. Podría decirte que hago muy buenos desayunos, soy vegetariana desde los 19 años y estoy intentando llegar al veganismo pero me cuesta y no quiero dejar de ser flexible. Si en un ensayo a los dos de la mañana piden comida, no me pongo tan exquisita y prefiero compartir. Hago yoga, leo mucho y miro series, paso mucho tiempo con mis amigues y juego al fútbol mixto, los martes nos alquilamos una cancha y después nos vamos a cenar.
-¿Vas a la cancha?
-Soy de Boca y tuve una época muy futbolera en que miraba mucho fútbol y me quedaba con ganas de jugar y ahora que juego ya no voy tanto a la cancha.
-Sos parte de Actrices Argentinas, contás con ellas en cada momento. ¿Qué te pasa cuando escuchás críticas acerca de que el colectivo no escucha por igual a todas las denuncias?
-Si supieran el nivel de compromiso que tienen mis compañeras y, me atrevo a decir, yo misma… Nosotras absorbemos responsabilidades que le corresponden al estado. Tenemos trabajo y muchas son madres y están maternando. En mi caso, participo en varias comisiones pero, en especial, en la encargada de recibir denuncias: nos llegan víctimas no solo de este ambiente sino de todo tipo y puedo decirte que nos vamos a dormir tranquilas por la entrega que le damos. No todo lo que hacemos lo hacemos público, no puede hacerse conferencia de prensa con cada caso porque deberíamos estar en cadena nacional todos los días.
La fiscalía nicaragüense ratificó la denuncia de Thelma Fardin y acusó formalmente a Juan Darthés por el delito de violación, dictamen que incluye el pedido de captura internacional. Por ahora, el acusado continúa establecido en Brasil, país que no tiene convenio de extradición con la Argentina ni con Nicaragua. Entonces, o esto cambia, o habrá que ir a Brasil para el cumplimiento del juicio con los consiguientes gastos (traducciones, viajes, honorarios) para quienes esperan justicia.
“Así de injusto es el sistema, perseguirlo por el mundo para conseguir un avance. Pero esto va más allá de mi caso, de ‘la loca sola’. Pensá que de mil casos de abusos solo cien son denunciados formalmente y de esos cien, solo uno llega a condena. No creo que se avance mucho. Mi sanación más profunda no tiene que ver con esperar esa sentencia pero entiendo que es necesario y reparador para la sociedad”, dice.
-¿Considerás que hubo cambios en la opinión pública sobre estos temas, que hay más comprensión de estas cuestiones?
-Creo que sí, hubo cambios. Pero falta. Y mi temor es que sea cartón pintado. Con el feminismo ha pasado históricamente, se avanza diez pero se retrocede siete, por lo que solo se adelanta tres.
-¿Qué esperás del nuevo gobierno?
- Creo que va a haber una primavera corta, una breve luna de miel porque hay muchas necesidades. Hay que enfocarse en el cumplimiento de políticas de género. No solo importan las leyes, hay que cumplirlas. Y dar una respuesta contundente a la revolución de mujeres que reclamaron por la legalización del aborto frente a un Senado que atrasa millones de años. Voté al FIT porque me daba la tranquilidad de una lista completa en apoyo al aborto legal, para no tener sorpresas ni peligros debajo de la alfombra. Puse mucho énfasis en que entrara Myriam Bregman para que no llegara finalmente la persona que entró. Ese fue mi foco más que la pata presidencial que entiendo era muy necesaria pero me importaba más la composición del Congreso.
“Me sorprende la potencia poética que tiene. Puede decir un texto muy alejado del naturalismo, bien plantada en el planeta Tierra. Levita al mismo tiempo que está parada, es un fantasma que te acaricia y lo sentís”: mirada de autor y director, Matías Puricelli dibuja la imagen de Thelma Fardin, una de las actrices que protagoniza Nahuelito, la obra que se presenta desde el sábado 2, en una sala para 50 personas en Palermo.
Dos amigas de toda la vida se van de vacaciones al Nahuel Huapi con la esperanza de, quizá, avistar al mítico monstruo del lago. Sin embargo, será otro el monstruo que saldrá a la superficie, uno guardado en secreto por mucho tiempo. Para Thelma, lo mejor que pudo pasar es realizar Nahuelito ahora y no hace más de cuatro años cuando comenzaron los ensayos junto con su amiga Victoria Raposo, la otra coprotagonista. Aquel proceso no continuó por diversas razones hasta que este año los planetas se alinearon y el autor logró destrabar la vuelta dramatúrgica que el texto necesitaba. La llamó a Thelma para preguntarle si todavía tenías ganas de participar de este proyecto y ella le respondió que lo había soñado la noche anterior. “Eso sí, quiero que esté Vicky conmigo”, le dijo. Y la actriz de Menea para mí, de Mariana Cumbi Bustinza, pudo. El equipo se completó con la música de Fran Ruiz Barlett y las jóvenes actrices y cantantes Azul Araya y Violeta Brener. Si bien en principio planeaban estrenar en marzo, se sintieron listes para largar ahora, con funciones hasta fin de año y retomar después del verano.
Si bien la autora de El arte de no callar, autobiografía entre el silencio y la impunidad es conocida por su trabajo en series televisivas muy exitosas (Patito feo, Sos mi vida, Soy Luna, entre otras), siempre trabajó en teatro y en especial, en el off. Su primer papel en Buenos Aires fue a los diez años, en 2002, en la obra Pequeños fantasmas, dirigida por Manuel González Gil. En 2012, fue parte de La piedad y los animales, de Fernando Ferrer, y asistente del autor y director César Eloy en La maraña; el año pasado -antes de hacer pública la denuncia por violación contra el actor Juan Darthés durante la gira 2009 de Patito feo en Nicaragua-, fue Cordelia en Rey Lear, dirigida por Jorge Vitti, y actuó en México, en El juego que todos jugamos, de Alejandro Jodorowsky.
-¿Cuándo supiste que te ibas a dedicar a la actuación?
-Siempre, desde muy chica. En Bariloche, donde nací y viví hasta los siete años, empecé en la Escuela de modelaje y expresión corporal. Ahora hay un montón de lugares para estudiar teatro pero en ese momento era lo único que había. Cuando fueron a filmar La edad del sol, con Soledad Pastorutti, buscaron chiques en esa escuela y esa fue mi primera aparición. Ya en Buenos Aires, empecé a estudiar gracias a una beca. Siempre combiné estudio y trabajo. Mi mamá lo permitía siempre y cuando cumpliera con la escuela y así lo hacía, era muy traga, la secundaria la terminé con promedio 9,33. Nunca tuve dudas de que iba a ser actriz, no conozco esa angustia de no saber qué estudiar o qué hacer de la adolescencia.
-¿A quiénes reconocés como tus maestros?
-Mónica Bruni fue mi gran primera maestra y con ella estuve en el programa Chicos argentinos, en Canal 7. Después en el estudio de Julio Chávez, con Luz Palazón, Lili y Julio Popovich. En el trabajo, aprendí de Willy Prociuk, mi amigo al que le consulto todo, y de César Eloy, de bajísimo perfil y muy talentoso.
-Vivías con tu mamá en esos años…
-Sí, empecé a vivir sola a los 18. Mi mamá siempre hizo que todo a mi alrededor fuera muy lúdico. En medio de las vicisitudes a nivel familiar, el arte siempre fue mi carril de contención. Era fanática de Art Attack, muy de mi generación, y eso recuerdo de aquellos años, el arte al alcance y con lo que se pudiera, siempre había arte a mi alrededor, nunca se me ocurrió la vida de otra manera.
-Tu mamá es tu gran inspiración, dijiste otras veces.
-Sí, así es. Aunque no le gusta nada que hable de ella. Tiene una enorme fortaleza, es mi gran referente de resiliencia, supo crear un clima amoroso y creativo para mí. Me tuvo a los 40, estudió Administración de empresas y es martillera pública, pero en el 2001 perdió mucho, tuvo que vender su colección de libros para sobrevivir.
-¿Con el resto de tu familia te ves?
-No quiero hablar de mi familia, no quiero exponerlos más porque la que elegí hablar fui yo. Mis hermanes viven lejos, no tenemos una cotidianeidad cercana, a mi papá no lo veo. Mi familia son mis amigues, la familia que yo formé. Vivo sola, tengo una gata, India, que es medio perro también.
Filmó dos películas este año, La estrella roja, de Gabriel Lichtmann, con Héctor Díaz, y Giro de ases, de Sebastián Tabany, con Romina Gaetani. Probablemente filme otra película en el verano y haga temporada teatral en Mar del Plata aunque todavía no puede adelantar nada. Por supuesto, volverá en marzo con Nahuelito.
Según Puricelli, es indudable que mucha gente vendrá a ver la obra por Thelma: “Es una buena oportunidad para que nos vea más público haciendo algo que nos gusta. No dependemos de eso pero es un lindo envión, acorta tiempos y legitima un producto que es honesto, artesanal, cuidado, es una obra a corazón abierto, no una excusa para trabajar. Tampoco tiene que ver con su denuncia, la relación es muy tangencial, el texto refiere a algo más universal, a destapar lo interior, lo más profundo”.
Para Thelma, es una oportunidad para el abrazo y la continuidad de la vida: “Es importante que me vean hacer lo que hice siempre. Lo que sucedió tiene que convertirse en algo que me pasó a mí como les pasó y les pasa a tantas mujeres. En mi espalda tengo tatuado kintsukuroi, el arte japonés de reparar objetos poniendo oro en las grietas. No oculta sino que cicatriza y toma otro valor, resignifica”, dice Thelma en esta nueva etapa: “No me peleo con mi lugar de referente, al contrario. Habrá que encontrar una palabra nueva que no sea víctima o sobreviviente, pero lo que sufrí es algo que me constituye tanto como ser actriz”.
*Nahuelito, de Matías Puricelli y Fran Ruiz Barlett / Con Thelma Fardin, Victoria Raposo, Azul Araya y Violeta Brener / En El método Kairos (El Salvador 4530), sábado a las 21. Desde $ 400.
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