Y entre el ritmo imparable del contrabajo, la batería, el piano, suben al escenario ora una trompeta, ora un saxo y el bebop se hace presente en la improvisación que hace que cada pieza de jazz interpretada por los hermanos Loiácono, Mariano y Sebastián, sea única cada vez, irrepetible. En ese aura de cada pieza Theodore Adorno encontraba que el jazz (y la música y el arte, en general) mostraban un espacio improductivo y, por tanto, hostil al capitalismo y en esa música de origen negro se poblaban bares y tugurios neoyorkinos para dar placer al alma.
Bares que fueron visitados por los hermanos Loiácono, cuya trayectoria musical los llevó de un pueblito en Córdoba a Manhattan, donde se presentan con frecuencia sin dejar de lado las presentaciones regulares en Buenos Aires como las que brindan en Thelonious, en el CCK o este viernes en Bebop Club con el conjunto de Adrián Iaies y donde Mariano fue anfitrión de trompetistas estadounidenses este último mes. Oh, el jazz, el hard-bop, el ritmo... Que expliquen ellos esta pasión.
–Ustedes no son de Buenos Aires, ¿no?
Mariano: –No, somos de Cruz Alta, un pueblo de la provincia de Córdoba.
–Pero también vivieron en Rosario, ¿cómo se sienten, si se sienten de alguna manera?
M.: –Estamos más cerca de Rosario que de Córdoba capital, pero somos de Córdoba.
Sebastián: -¡Y a muerte! -se entusiasma el saxofonista.
-Ah, como no tienen acento cordobés...
M.: –Bueno, pero no importa y Córdoba es grande.
–Les mencionaba a Rosario que es una ciudad portuaria, conocida como la Chicago y en la fantasía se podría pensar que es más jazzera y Córdoba, más cuartetera.
M.: –Puede ser, puede ser, sí, sí… Es una música importante el cuarteto. Sí, muy interesante.
-¿Por qué?
M.: –Porque es una música autóctona de Córdoba que es muy característica y cualquiera lo reconoce, todo el mundo sabe que es cordobés y anda por todo el país. Los grupos de Córdoba de cuarteto andan por todo el país tocando y hay grupos que tienen muy buen nivel de músicos tocando. Gente que canta bien, gente que toca bien, conozco trompetas, colegas que tocan en los grupos de cuarteto que tocan muy bien.
-Si llevara a estos músicos cuarteteros a New York, ¿reconocerían este talento allá?
M.: –Bueno no sé… No puedo decir porque, digamos, tocan otra música. Pero es un género que hoy evolucionó mucho y está bien tocado. No me parece que esté peor tocado que, no sé, que el rock. Digo el rock por decir cualquier otro género, eh.
–Bien. Ustedes vienen de una familia de músicos o de gente digamos de una cultura musical.
M.: –Si, aficionados, pero sí.
S.: –En casa siempre había músicos.
–¿Sus padres que hacían?
M.: –Mi viejo tocaba un poco la trompeta, un poco la guitarra, mi mamá también. Pero aficionados.
–¿A qué se dedicaban?
M.: –Son bioquímicos
–Pero les dieron vía libre para desarrollar sus propias inclinaciones musicales.
M.–En Cruz Alta hay una escuela de música, una banda de pueblo y mi viejo fue ahí cuando era chico y ahí aprendió. Entonces cuando yo era chico empecé a ir a la banda también
–¿Y usted, Sebastián?
S.: –Yo fui un tiempo y después dejé y agarré més de grande.
–¿Si? ¿A qué edad?
S.: –A los 16.
–Bueno, no tan grande digamos…
S.: –Había empezado a los 10 y después abandoné.
–En cambio usted siguió siempre, Mariano.
M.: –Sí, empecé a los 12 en la banda.
-¿Lo familiar los influyó para que incursionaran en el jazz?
M.: –No, en el género no, en casa no se escuchaba jazz, o muy poquito.
–Es un género elitista en un sentido.
M.: –En un punto sí.
S.: –Acá en la Argentina, sí.
M.: –En la gente que lo escucha sobre todo, ¿no? Pero yo lo encontré de grande, como a los 23 años. Yo antes tocaba otra música. Tocaba música clásica. Entonces había un festival de Jazz en Cruz Alta y ahí empecé a interesarme en la cosa, y bueno, así empezó.
–Entonces ustedes tocaban música clásica entonces..
S.: –No, yo no.
–Entonces usted Mariano hacía clásica y usted Sebastián, no.
S.: –Claro.
–¿Sus padres hacían clásica?
M.: –No, no, tocaban muy aficionados, o sea, tocaban en casa, escuchaban folklore, tango…
–¿Y qué tocaba la orquesta donde estaba su papá?
M.: –La banda. No. Ahí tocaban cosas como marchas, como si fuera una banda italiana. En esa tradición. Tocaban en las fechas patrias, marchas militares, algún tango, ese plan...
–Bella Ciao no
M.: –No, no la tocaban, pero podrían haber tocado tranquilamente la marcha Garibaldi.
–Bueno, mucho mejor que una marcha de Mussolini, digamos. Luego ustedes se mudaron a Rosario.
S.: –Claro. Primero él a Rosario, después a Buenos Aires.
M.- Cuando terminé la secundaria.
–¿Y usted, Sebastián?
S.: –También.
–¿De Cruz Alta pasaron directamente a la ciudad de Rosario y ahí comenzaron con el jazz?
M.: –No, yo me vine para Buenos Aires después y empecé mi carrera de solista. Primero tocaba en otros grupos, y en algún momento decidí armar mi grupo. Fue en el 2008, creo. ¿En el 2008, Sebas, fue?
S.: –Sí, 2008.
–Hace once años, ¿usted qué edad tenía?
M.: –Tenía 26 y ahí empecé a laburar. Sebastián se sumó al grupo…
–Usted era más chico.
S.: –Sí. yo soy mas chico, me sume en el 2011, 2012, por ahí. Yo estudiaba y tocaba el saxo de antes.
–¿Y cómo fue llegar a Nueva York, que es la meca del jazz?
M.: –Bueno, es interesante, es muy desafiante, es muy exigente y hay que estar preparado. A mi me ha tocado subirme a tocar con gente muy grosa, de muy de primer nivel y es muy excitante, interesante, pero tenés que saber que tenés que estar preparado y siempre te das cuenta de que podés mejorar, tenés que mejorar, entonces también seguís trabajando.
–Siguen teniendo ese espíritu de mejorar digamos
M.: –Sí,obviamente, todos los días.
–Una cosa que sorprende del jazz es la predisposición física de los músicos, que es diferente de la de otros músicos, la guitarra no parece producir tanto esfuerzo físico como los vientos, que necesitan un entrenamiento y una predisposición física muy importante, ¿no?
S.: –Sí. totalmente.
M.: –Hay que estar entrenados. Eso se practica día a día, es parte de tocar el instrumento.
S.: –Es como un jugador de fútbol, es igual.
M.: –El jugador de fútbol entrena técnica, aparte resistencia, va al gimnasio, come bien, esto es igual.
S.: –Tienen un tiempo límite dentro de la cancha, pero después todo el día están sin comer un caramelo, hablo a nivel elite. Eso es parte del entrenamiento, si se quiere, no te podés comer un caramelo, te tenés que acostar a cierto horario, tienen que descansar tantas horas van al gimnasio en la tarde, van al entrenamiento, concentran.
–Para que nuestros lectores de Infobae Cultura sepan cuál es el entrenamiento de un músico de jazz de vientos, ¿cómo es?
M.: –Se trata de estudiar.
S.: –Es una rutina de estudio que hay que respetar para mantenerte en forma y también te ponés metas a mejorar y...
M.: –Son 4 ó 5 horas por lo menos digamos que estás ahí.
–¿Por día practicando?
M.: –Sí. La mayor cantidad de horas que se pueda.
S.: –Si podés 8, mejor…
–¡Un trabajador labura 8 horas por día, y dice basta me quiero ir de la patronal que me está obligando a laburar 8 horas! Ustedes dejan la mitad de sus días las dedican a estudiar
M.- A estudiar de ese modo radical, y después el resto del tiempo si das clases. Trabajás, ¿no?
S.. –Escuchar música es también parte del estudio
–Bueno, por suerte, es la parte, digamos, más pasiva.
M.: –Claro.
–Mariano, usted empezó de muy chico a adentrarse en el mundo del jazz. ¿Esto supuso un cambio en las inclinaciones musicales o culturales de su vida hasta entonces?
M.: –Sí, sin duda. Yo crecí escuchando folklore, tango en casa más que nada algo de música clásica, después empecé a estudiar música clásica y tocaba eso, tocaba en la orquesta sinfónica juvenil de Rosario, la orquesta de la ópera tocaba todo el repertorio sinfónico. Cuando salí a escuchar jazz tuve que meterme en un cultura que no conocía, sólo conocía cuatro nombres, Louis Armstrong, Glenn Miller y un par más. De pronto me encontré con toda una cultura que no conocía para nada y había toda una historia que tuve que leer, que aprender, toda una cultura que tuve que trabajar, desde Bach para atrás, que para mí es importante para tocar este estilo, que es conocer de dónde viene la música y saber las etapas que ha tenido la música, como vivía la gente que tocaba la música, por qué se creó y demás...
–¿Usted también Sebastián?
S.: –Sí, sí, nosotros creemos que esto es así, y por lo que hemos hablado con los músicos que vimos en EEUU, con los que fuimos a estudiar, todos te dicen lo mismo, esto es una forma de vivir.
M.: –El jazz es una forma de vivir, viste. Hay que respetar la historia, hay que conocerla para luego, en el mejor de los casos crear una voz propia.
–Ustedes son jóvenes y empezaron de más jóvenes todavía. Uno piensa que su generación está más marcada por el rock. Por el Indio Solari. Sebastián, usted que tiene 29 años, ¿iba a recitales de rock?
S.: –No, nunca. Nunca vi un recital de rock en vivo. En mi pueblo no había, no iban las bandas al pueblo.
–¿Y cómo llegaron al jazz?
M.: –En el pueblo había un festival de jazz, se organizaba un festival de jazz, lo organizaba la escuela de música, entonces iban músicos de jazz a tocar de acá de Buenos Aires, algunos de Rosario más que nada. Entonces cuando me empezó a interesar de escuchar ahí, ver los músicos que tocaban, la cuestión de la improvisación y demás, entonces ahí entré, y Sebastián por ahí entró más porque yo ya había entrado.
S.: –Yo empecé a tocar de hecho porque escuchaba.
–Hay un crítico que rescata, Theodore Adorno, la improvisación en el jazz, que es música que habla por sí misma, sin forma de explicarla. En el sentido de que cuando se pinta se puede percibir un mensaje en cambio en la música es música solamente.
M.: –Yo creo que hay un mensaje que es el que el músico quiere dar, que para mi es igual digamos que un cuadro.
–A ver, ¿cuál sería?
M.: –Depende del momento, en mi caso particular depende de muchas cosas el mensaje, depende del estado de ánimo, el momento, la gente, el lugar.
–Pero eso depende de la interpretación del espectador, del público…
M: –Pero yo intento dar un mensaje, después que el otro interprete lo que yo quiero decir es una cosa y si interpreta otra cosa es otra cosa. Vos te parás enfrente de un cuadro que no sabés que el autor no te dijo qué es lo que quiso explicar y vos tenés tu interpretación de eso, y tal vez pueda ser la misma de la del autor o puede ser otra completamente opuesta.
–Claro. Ahí el autor no interesa. Pongamos que usted está triste y quiere dar una sensación. Y dice: “Esta es la obra más triste de mi vida”: Y de pronto una persona la escucha y dice: “Ah pero qué bien me siento”. El autor está difuminado.
M.: –Claro, obviamente, sí. Digamos que es así.
S.: –Es un arte, es un arte que sujeto a interpretaciones, como la interpretación cuando se hace, lo mismo cuando se recepciona, son interpretaciones.
–Déjeme volver, Sebastián, a lo que conversábamos acerca de que no iba a recitales de rock. ¿No se sentía un poco extraterrestre?
S.: –No, nunca. Igual allá se escuchaba mucho mas cuarteto y cumbia, digo, cuando yo era adolescente así que, no, nunca iban grupos de rock ni nada, es un pueblo muy chico, pero si escuchaba jazz. Tendría 16 años. Mariano lo trajo a casa.
–Tampoco le llamó la atención el rock en Rosario.
S.: –No, a mí la música que me gusta es el jazz. Entre otras, pero la que más me gusta hacer es el jazz, el rock nunca me atrajo demasiado, entonces por más que sea masivo en la Argentina a mi no me atrajo esa música, así que no, no sentí nunca la necesidad de ir detrás de ella.
–También existe el mito de que los músicos de jazz, como Miles Davis, podían tener una vida rockera.
S.–Es que no sé que es una vida rockera.
–Pero si usted pensas en Miles Davis, en Charlie Parker, saxofonista como usted. Son vidas llevadas al límite.
M.: –Pero igualmente Parker estaba antes que el rock. O sea, en todo caso sería al revés. Cuando Charlie Parker tenía la vida que tenía, el rock no existía. O al menos no llegó a conocerlo.
–Al tocar, ustedes que son jóvenes, usan saco, corbata...
M.: –Para nosotros, para mí por lo menos pero para él también, es parte de un respeto hacia la música que durante mucho tiempo tocamos nosotros, más cercana al hard-bop y eso se tocaba en traje mayormente, y despues tambien respeto al público, también respeto a la gente a la audiencia, que pagó una entrada.
–¿Pero un rocker que se ponga una remera no respeta a la audiencia?
–Sí, pero son maneras distintas de respetar. O sea yo no digo que si alguien viene en cuero a tocar que le están faltando al respeto. Digo que es su manera en todo caso de respetar, porque digamos si sé que lo hace para faltar el respeto a la audiencia imagino que la audiencia no viene, o sea nadie quiere que le falten al respeto. Mi manera, nuestra manera de respetar, es viniendo así vestidos.
S.: –La música no es solamente el sonido, es todo lo que involucra es todo el contexto, nosotros consideramos que la música que hacemos corresponde a este contexto que es como nos vestimos y todo, es una manera de respeto, a la música, a la tradición y a el público, porque así también lo ven ellos.
M.:–Si tocamos con un número uno del saxo alto mundial como Antonio Hart, que vino a tocar conmigo en febrero, dimos, no sé, 5 conciertos y trajo 5 trajes diferentes. Entonces si Antonio Hart viene y se pone un traje distinto todos los días, yo también tengo que hacerlo como mi manera de respetar eso, para mi me corresponde hacerlo, ahora el de al lado puede pensar que no.
–Una última cuestión, ¿tocar entre hermanos le brinda algo especial a su música?
M.: – Eh, yo creo que es difícil saber si crea algo, obviamente es especial tocar con tu hermano no es lo mismo que tocar con un vecino. No sé si al resto del grupo le causará algo especial tocar con dos hermanos pero… A mí sí, obviamente, claro, es algo especial tocar con tu hermano. Es más placentero tocar con él que con cualquier otro
–¿Y a usted, Sebastián?
S.: –Sí, también obvio.
–También es un hermano mayor.
S.: –Sí, está bien, es una guía para mí. Desde el principio.
*Adrián Iaes New Trio meets Mariano Loiácono. Bebop Club, Moreno 364 (CABA); Viernes 25 de octubre, 21 hs. Entradas desde $ 330.
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