Siempre pensé que El Farmer era un material profundamente teatral, es así que cuando Jorge Ribak, el hijo de Andrés Rivera, me acerca el texto y me dice que lo imagina para teatro no dudé en ponerme a trabajar.
La idea de actuar un monólogo sobre Rosas escrito por Rivera me produjo un estado de excitación febril. Comencé a trabajar la adaptación y fui entendiendo que era imposible situar en mi cuerpo semejante material, era inabarcable teatralmente, no le encontraba la vuelta. Mi obstinación no podía dar con un modo de abordarlo, estaba en un problema, tenía en mis manos un material excepcional, ese texto soñado me había sido confiado por el hijo del autor y yo no estaba pudiendo encontrar la clave de acceso a su materialización teatral.
En esa disyuntiva estaba cuando una noche, en un restaurante me encuentro con Rodrigo De La Serna que se había enterado de que yo estaba trabajando con El Farmer. Rodrigo me cuenta que hacía una semana le habían regalado el libro y que estaba fascinado con Rivera, que quería hacerlo él, que yo lo dirigiera. Quedé impactado, recordé lo que Rivera dice sobre la casualidad: “El destino es la casualidad organizada”, pensé que quizá esa era la solución, correrme a la dirección y que Rodrigo lo actuara.
No le dije nada en ese momento y me fui caminando, excitado, pensando en eso... al llegar a casa ya me había dado cuenta de que por más que yo dirigiera, el problema de hacer entrar en un cuerpo todo ese material seguía existiendo... estaba perdido, ahora tenía una doble frustración, no solo no podía con Rivera, sino que además, tenía a Rodrigo, el mejor actor argentino de su generación, dispuesto y yo no encontraba la clave de la adaptación. Me fui a dormir angustiado.
A las cuatro de la mañana me desperté... ¿y si dividiéramos en dos cuerpos el personaje, el Rosas físico que se está muriendo esa noche en Inglaterra, y el Rosas mítico, que nace esa noche a la inmortalidad? Al día siguiente lo llamé a Rodrigo y le propuse que trabajáramos juntos en esa dirección la adaptación y la actuación y que compartiéramos la dirección con Andrés Mangone. Aceptó de inmediato.
Nos pusimos a trabajar. Fue un largo y rico proceso de tres años de gestación, primero de la adaptación y luego de poner los cuerpos en la escena. Rodrigo traía consigo, en su ser, la impronta de Rosas, me sorprendió sobremanera su mirada histórica, su apasionamiento y su saber sobre el tema, también su aguda mirada sobre lo teatral en un sentido metafísico e histórico, es un artista integral y sobrenatural.
Fue una experiencia de autogestión extraordinaria. En todo este tiempo de El Farmer nos hermanamos en el escenario. Tuvimos la suerte de poder hablar con Rivera varias veces antes del estreno, luego vino a ver la obra dos veces, una en el San Martín y otra en Córdoba, salió encantado, fue increíble, ese monstruo sagrado nos daba la venia y nos miraba a los ojos contento. ¡Que más podíamos pedir! Ah, sí, el público aplaude emocionado, la conmoción teatral desata los nudos.
*El Farmer se presenta los viernes y sábados a las 22.30 hs en Teatro La Comedia, de Rodríguez Peña 1062.
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