Hace poco más de un año, el artista argentino César Paternosto recorría toda su carrera y dialogaba sobre su obra junto a Infobae Cultura. En aquel encuentro, que duró más de una hora, confesaba: “Si hay algo de lo que me siento orgulloso es estar en colecciones públicas importantes en el mundo. La colección privada sirve para vivir, pero una colección pública te da el contacto con la gente, le da sentido a una vida de trabajo. También las muestras institucionales, algo de lo que estoy necesitado”.
Hoy, aquel anhelo se vuelve realidad, ya que el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) presenta César Paternosto: la mirada excéntrica, una retrospectiva con unas 40 obras de los años ’60, ’70, trabajos recientes y un sitio específico inédito que resume la obra del artista argentino de 88 años, referente ineludible de la pintura abstracta, para quien “el lenguaje geométrico es un paso previo a las formas puramente espirituales”. En ese sentido, el MNBA continúa con su labor de poner en valor la obra de artistas locales reconocidos en el mundo, pero que debieron esperar décadas para ser profetas en su tierra, como fue el caso de Julio Le Parc.
Muchas de las obras de la muestra –provenientes de la colección del artista, y de colecciones públicas y privadas, como el Bellas Artes, el Museo Emilio Pettoruti, el Museo de Arte Moderno y la colección Eduardo Costantini– se exhibirán al público por primera vez. Además, en la sala 40 del Museo se presentará una instalación de sitio específico inédita, titulada Deconstrucción pictórica, que es la consumación de la pinturaobjeto del artista, que a su vez está acompañada por una serie de trabajos en papel realizados por el autor en las últimas décadas.
Nacido en La Plata en 1931, este integrante de la generación Di Tella su obra se encuentra en los principales museos del mundo: desde el MoMa, el Guggenheim y La Fundación Ford en Nueva York; el Museo de Bellas Artes de Boston; el Kunstmuseum Bern, Suiza; el Museo Nacional de Arte Reina Sofía y el Thyssen de Madrid, España: la Colección Patricia Phelps Cisneros y Ella Fontanals-Cisneros en Venezuela, al Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) y el Museo de Arte Moderno (MAMBA) en Argentina, entre muchos otros. Incluso, en la madrieña estación de trenes de Atocha.
En su La Plata natal, Paternosto integró el Grupo Sí, que practicaba la pintura informalista, el movimiento surgido en España durante la dictadura franquista, paralelo al expresionismo abstracto estadounidense, y que tuvo a principios de los 60 una importante e influyente exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes. Para el final de aquella década, ya había “dado por finalizada su etapa post-informalista” y se radica en Nueva York, donde vivió hasta 2004.
Elige la Gran Manzana por sobre París, por el impacto que le había causado el expresionismo abstracto, el pop y el minimalismo. “Fue como una onda que afectó a una gran cantidad de artistas de latinoamérica y la ciudad se convirtió en un imán para los jóvenes”, dijo a Infobae Cultura.
El artista, que desde hace 15 años vive en Segovia, España, dialogó sobre su tradición abstracta, un lenguaje “muy cercano a lo musical”. “El verbo ser en español es muy fuerte. Yo tengo el título de abogado, pero soy artista”, dice el creador reconocido por el concepto de “mirada oblicua”, que consistía en dejar en blanco el frente de los cuadros y pintar sobre los bordes que envuelven el bastidor.
“En la producción de Paternosto, la abstracción significa; abunda en connotaciones físicas e ideales que solo una visión lateral permite descifrar. Se trata de una geometría que reclama un pasaje al orden oculto de las cosas”, escribió Andrés Duprat, director del MNBA. Y agrego: "En estas obras, la idea misma de cuadro como soporte es discutida. Telas en blanco, con sus laterales pintados, proponen desplazar la mirada. Lo que el artista denomina ʻvisión oblicuaʼ es una mirada excéntrica que refiere también a su voluntad de ampliar el repertorio del arte por fuera del canon occidental”.
-¿Qué propone este arte abstracto y geométrico que se verá en Bellas Artes?
-Al eliminar la necesidad de representar objetos, se acerca más a las formas puramente espirituales, formas que nacen de una necesidad interior. Hay una analogía con lo musical, a lo que no se le pide una anécdota, contrario a lo que pasó en la pintura durante siglos. Yo uso una geometría empírica muy básica, simple, voy inventando un pequeño lenguaje para cada obra. De niño salía a la calle en mi casa de La Plata y ya había una orientación a 90° o a 45° en , a lo mejor eso quedó ahí y me hizo artista abstracto, no te olvides que ahí también estaba Pettoruti. Estoy convencido de que es un lenguaje que entra por los sentidos pero que no es verbalizable, como la música.
-¿Cómo se afianzó ese lenguaje?
-En los 70 viajé a Perú y encontré rocas talladas en forma geométrica. Fue una epifanía: en medio de los Andes di con esculturas extrañas incluso para la tradición precolombina. Me conmovió ver un arte abstracto anterior al de Occidente en el cual me había criado y del que casi no había referencias, porque el antropólogo, el arqueólogo, confrontado con un objeto antiguo, si no ve la representación de una figura reconocible no ve arte, le falta la educación de una evolución abstracta, cree que el arte termina en la representación realista y naturalista. Terminé escribiendo el libro Piedra abstracta que interpreta el arte precolombino incorporando el modelo abstracción: la piedra le daba un sentido metafísico a la vida andina y esas modificaciones que le hacían rescataban su materia sacra en lugar de representar.
-¿Cómo pensó esta muestra?
-Hay un eje de los años 60, donde el planteo era salir del soporte pictórico tradicional, enfatizando la cualidad de objeto de las pinturas más que de ventanas, lo importante era sorprender a un espectador, acostumbrado a ver paisajes y vaquitas en el campo. Después está la zona de ruptura, la de los 70, donde borro el frente de los cuadros y pinto solo en los marcos para provocar una lectura inédita: hay que moverse de un lado a otro mirando los laterales para reconstruir la obra mentalmente.
De la instalación es de lo que estoy más orgulloso, Deconstrucción pictórica permite entrar a un cuadro: el viaje que hace el ojo frente a las pinturas ahora lo hace el cuerpo, transitando un espacio donde los puntos de percepción van variando. Y la obra que quedará como patrimonio del MNBA, Continuidad tectónica,es lo ultimísimo que estoy haciendo, una forma que invita al centro pero que yo vacío llevando el interés a la periferia.
-¿Cómo pasó de abogado a artista abstracto?
-Estudié abogacía por falta de orientación. De chico hacía retratos, en el catálogo hay unos muy buenos de mis padres, los profesores de dibujo me ponían 10 pero ninguno me dijo ‘porqué no estudiás Bellas Artes’ y yo quedé en mi vida de adolescente, anodina, vulgar, sin estímulos de ese sentido porque en casa no había ningún antecedente artístico. Papá era profesor de química por ejemplo. Un buen día entré en crisis, hice una prueba de actor, me interesaba el cine y decía ‘pero yo pintaba’, ‘yo dibujaba’, era como acordarse que uno tenía buena voz. Empecé a tomar lecciones privadas y cuando fui a las clases de Héctor Cartier me cambió la vida. Ahí me di cuenta de que había nacido para eso. Fue muy arduo el pasaje pero gradualmente me fui metiendo más y más en el arte, no como profesión, porque eso era impensable, pero cuando me dieron el premio de la Bienal de Córdoba salté a Nueva York, tiré la corbata, me puse los vaqueros y no me los saqué nunca más.
*César Paternosto: la mirada excéntrica, MNBA, avenida del Libertador 1437, hasta el 2 de febrero de 2020.
Con información de Télam
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