Hace poco más de un año, las esperanzas de tener una ley que asegure el aborto legal, seguro y gratuito en todo el territorio de la República Argentina se desvaneció. Aquella madrugada del 9 de agosto de 2018 quedará grabada en la mente de muchos al ver que 38 votos en contra sobre 31 a favor en el Senado harían continuar la clandestinidad de una maniobra que mata a una mujer por semana en promedio. Bajo este panorama, nace “Que sea ley”, el primer documental de Juan Solanas que habla de las consecuencias de los abortos clandestinos, de la lucha por la legalidad en la Argentina y del debate en torno al último proyecto de ley. Se trata de una invitación a un diálogo emocionante y necesario.
La película comienza con la media sanción de la Cámara de Diputados, continua a través del relato de las y los protagonistas en un recorrido de 4000 kilómetros que el director hace en auto, buscando cientos de testimonios y voces de mujeres que tienen en común ésta lucha, y finaliza con el rechazo del Senado, lejos de mostrarlo como un hecho desesperanzador, marca un nuevo comienzo que demuestra como los derechos se ganan en la calle.
-¿Cuáles fueron tus motivaciones para abordar el tema del aborto?
- El aborto es un tema que hace más de veinte años me quema la cabeza. Yo crecí en Francia. Llegué en los años 70, por el exilio de mi familia. Tenía diez años y el aborto allá ya era legal, entonces no era tema y yo no sabía, capaz “naifmente” por ser varón, que era un tema. Además, tuve siempre en mi vida muchas amigas mujeres y jamás oí hablar del tema hasta que, a fines de los noventa, comienzos de dos mil en una cena en Buenos Aires escucho que el aborto está prohibido, que las mujeres pueden ir presas y que se mueren por abortos clandestinos. Eso me shockeó, más siendo argentino. Me marcó la bronca y la indignación a tal punto que en mi primer largo, Nordeste, la historia central de la heroína es el aborto. Desde ese entonces, sigo el tema. El año pasado cuando se presentó por séptima vez la ley, sentí que con esta cuarta ola feminista era posible lograr la sanción. Entonces lo empecé a seguir desde Montevideo, donde vivo desde hace cinco años. La mañana del voto de la media sanción me había quedado toda la noche mirando los debates y me emocioné mucho cuando salió. Ahí tuve la decisión irracional de dejar todo lo que estaba haciendo e me fui con mi cámara a filmar a Buenos Aires. No pensaba todavía que esto iba a ser una película. Llegué y a los pocos días estaba filmando un hermoso “pañuelazo” en el Congreso.
-¿Cuándo supiste que ese material se convertiría en un documental?
- Era consciente que si la ley salía no iba a hacer una película de oda la victoria. Sí, me hubiera alegrado mucho. Que sea ley nació definitivamente durante la noche terrible del rechazo del Senado. Allí estando todos mojados en la puerta del Congreso, me quedó en claro debía seguir filmando. Fueron seis meses más de grabar para lo que terminó siendo esta película.
-¿Qué cambios sociales observás de cómo se trataba el tema del aborto cuando filmaste Nordeste a Que sea ley?
- Claramente existe un gran cambio. Hoy este tema está muy instalado y bienvenido que lo esté. Hay una concientización a flor de piel. Siento que estamos llegando al momento de girar una gran página. En el 2003, cuando lo filmé Nordeste no se hablaba para nada del aborto. Me acuerdo que me comí muchos garrones por tocar de este tema en la Argentina. Recién ahora, cuando empecé a ver la violencia de los debates de ciertas posturas de los antiderechos entendí retrospectivamente el maltrato que sufrí cuando estrené mi primera película acá. En ese sentido, la sociedad progreso mucho, se puede hablar de una despenalización social y hoy este tema está en agenda.
-¿Cómo fueron seleccionados los casos que aparecen en el documental?
-Cuando empecé a hacer la película, si bien al comienzo no sabía que iba a ser un largo, me puse reglas de cómo tratar el tema. Lo que quería era registrar la realidad. Me cuidé muchísimo de no “bajar línea”. Filmé todo lo que aparecía, por supuesto con mi mirada de cineasta. ¿Cómo iba a bajar línea si soy varón, vivo afuera y encima crecí en Francia?. Soy un ser extraño en la Argentina. Si bien al filmar y editar, uno siempre está imprimiendo su mirada, aposté a integrar a todos los que quisieron contar su testimonio, no es fácil que alguien que se anime a hablar de estar situaciones tan desgarradoras. No hubo una especie de casting de historias. Es muy fuerte la realidad que se muestra. Sin embargo es muy positiva por la luz que emana el movimiento feminista en la calle. Me maravilló esa vitalidad, esa luminosidad con la cuál militan. Mujeres mueren todas las semanas pero igual la calle es vida no es violencia. Además, esas manifestaciones son extremadamente cinematográficas.
-¿Qué quisiste mostrar al filmar los testimonios en contra de la legalización?
-Estamos viviendo en un país donde las mujeres no tienen ese derecho y por lo cual mueren. Uno se olvida a veces de las consecuencias pero la realidad es que el aborto clandestino mata, nos guste o no. Después se puede debatir al infinito pero eso es muy concreto. Por esa razón, quería mostrar qué es lo que plantea la gente que está en contra. La película es cien por ciento honesta, no tergiversa ningún testimonio. Fui de muy buena fe con los antiderechos. Hice la película para contribuir en esta lucha como pude, desde mi lugar de cineasta, más que nada para informar porque constate que hay mucha desinformación. La película no es un panfleto, si bien se llama Que sea ley y tiene una postura muy clara a favor del aborto seguro legal y gratuito en la Argentina, en Latinoamérica y en el mundo. Como espectador te invita un diálogo, a que veas esa realidad porque si no la conoces es importante que lo hagas y después vos saques tus conclusiones. Si vos sos antiderecho no te falta el respeto la película, no hay una ridiculización. Te muestra por un lado, una postura ideológica dogmática y por otro lo que pasa y como la primera postura no resuelve lo que pasó, sigue pasando y pasará si esto no se cambia.
-¿Creés que la legalización del aborto está en la agenda de las próximas elecciones?
- La Argentina está pasando un momento muy complicado. Me gustaría que este tema no quede relegado. No hay que olvidar que todas las semanas mueren mujeres y siempre son las más pobres. Es un momento difícil pero no quiero que este tema quede tapado con la excusa de que divide a los argentinos y no queremos más divisiones. Hay que comprometerse ya que el rol primero de un presidente o un legislador es cuidar argentinos, en este caso que las argentinas no mueran. La película está para reforzar este tema que no hay que olvidar sino solucionar.
- ¿Cómo viviste la experiencia en el último Festival de Cannes?
- Fue extraordinaria, diría que positivamente que se nos fue de las manos. Jamás nos hubiésemos imaginado que iba a pasar lo que pasó. Primero, meter una película que es un milagro, llegan diez mil películas y quedan cuarenta. Estaba seguro que no iba a quedar, de hecho, cuando lo anunciaron no estaba terminada. Fue algo infartante. Cannes es el evento más mediatizado del mundo una especie de caja de resonancia extraordinaria, entonces nos propusimos a que fueran allá la mayor cantidad de protagonistas. Desde el festival se tiró una onda muy excepcional. La película estaba en selección oficial pero no en competición oficial entonces no tenía que pasar por la red carpet, que es dónde están todas las cámaras y se hizo una excepción para que podamos hacer ese pañuelazo. Fue muy emocionante y fuertísimo ya que casi todas de las personas que vinieron a Argentina vieron la película por primera vez ahí. Fuimos cuatro personas que hicimos la película: Victoria Solanas, que mi hermana y fue la productora, Laura Caniggia, productora de contenidos, y Nicolás Sulcic que hizo el sonido. Además nos pudo acompañar Norma Cuevas, la madre de Ana María Acevedo, que justo se cumplían el aniversario de la muerte de su hija, y la doctora Nelly Minyersky, entre otras. Tuvimos un apoyo incondicional, hasta la Ministra de Igualdad de Género de Francia viajó a Cannes para vernos y ahora está organizando una proyección para mostrar el apoyo del país a la causa de las mujeres.
-¿Qué te ocurre a vos y al público cada vez que la proyectás?
- A mí me angustia mucho. Es muy movilizadora. Uno que puede decir cuando escuchás lo que estas mujeres han pasado. Por otra parte es muy emocionante y muy lindo la militancia feminista que están vital tan llena de vida y la película muestra todos esos contrastes. Filmé muchísimo testimonios. Todos más o menos iguales. No fui a buscar el caso monstruoso, en todos se mezcla la pobreza y la indefensión. En Cannes, terminó la proyección, prendieron las luces y todos aplaudian. Cuando me doy vuelta y muchos estaban llorando, desde franceses hasta ingleses.
-¿Cómo fue el proceso de edición?
-Fue una pesadilla porque estábamos contrarreloj para entregarla y teníamos centenares de horas filmadas que superaban mi capacidad. Fue muy exigente ya que no soy un militante feminista sino un hombre que milita por la igualdad. Fue mi sentido común lo que me llevó a hacer este documental tan necesario. Sentí que era responsable del contenido de esa película, de estar seguro que mostrara bien esa realidad. Por otra parte, para mí era muy importante neutralizar políticamente la película. No tiene banderas, así como ocurre con las sororas y el movimiento feminista, es transversal. Estamos todos unidos por esta causa. No habría media sanción histórica posible sin esa transversalidad. El feminismo de repente le puede traer cierta elevación a la política. Quise dar un panorama bien completo de lo que es ser mujer en un país donde el aborto está prohibido entonces, si te quedas embarazada, la única opción que tenés es tener un hijo que no querés por determinada razón o abortan en la clandestinidad donde arriesgás tu vida y te morís. Lo único que me cuide fue que la película sea neutra políticamente para no bajarle el precio a la película.
-Cuándo te contactaste con cada caso en particular, ¿te esperabas que fueran tan crueles?
- Lo que voló la cabeza, en el mal sentido, es la violencia obstétrica a la cual someten a las mujeres que quieren o necesitan abortar. Es algo que me heló la sangre. Mujeres que pasan procesos de tortura, de una deshumanidad que no se entiende de alguien que estudió el famoso juramento hipocrático donde vos en un campo de batalla tenés que hasta curar a tu enemigo. Entonces qué pasa con la mujer que se está desangrando que de repente tiene una septicemia, la dejás toda la noche y al otro día se murió con un sufrimiento atroz. Supera a cualquier ficción, ningún guionista se hubiera imaginado algo así. Estamos hablando de procesos que están institucionalizados y son literalmente monstruoso.
-¿Qué recorrido tendrá la película?
-La película se estrena comercialmente en la Argentina pero ya fue invitada a decenas de festivales. La hice para que tenga un rol, que ayude desde donde pueda por eso tengo un ojo muy puesto en toda Latinoamérica, en lugares como Quito, donde están por tratar una ley para que una mujer violada puede abortar. Es una película que lucha por una causa y todo suma. El combate es las mujeres y tenemos que todos acompañar. Es muy loco porque la Argentina es un país que se lo asocia como de vanguardia en derechos humanos, con leyes como el matrimonio igualitario, sin embargo con el aborto somos el medioevo.
*Que sea ley se podrá ver en las salas argentinas a partir de jueves 3 de octubre
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