Es nieto de represores, rompió los lazos familiares y llevó su historia al teatro

Autor, escenógrafo y director, en “Arismendi”, su primera obra de teatro, Nicolás Ruarte da cuenta de la experiencia que marcó su vida. Sus dos abuelos militares fueron juzgados por su participación durante la dictadura. Hoy Ruarte milita en la agrupación Historias desobedientes y formó una nueva familia

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Nicolás Ruarte (Franco Fafasuli)
Nicolás Ruarte (Franco Fafasuli)

Toda la noche hasta que salga el sol / quemando subversivos contra el paredón. El escuadrón se abre paso por el pasillo, entre medio del público, e inicia su marcha circular en el escenario. Toda la noche grita el jefe al ritmo de las botas. Contra el paredón, responde el resto con la misma entonación que marines entrenando en una película norteamericana. La imagen inicial de Arismendi es una mano helada prendida al cuello que no suelta hasta el final y un poco más, hasta salir a la calle, hasta el viento en la cara y la exhalación.

Con elementos del teatro físico, la performance, el musical, la ópera rock, la danza butoh y el teatro griego de máscaras, Arismendi muestra el horror de la última dictadura desde una perspectiva única: la casa de jefes militares, hogares patriarcales católicos sin cuestionamientos permitidos, donde la vida de los hombres se desarrolla entre tanques y casinos, la de las mujeres entre la cocina y la crianza, familias cerradas a pactos de silencio ante las desapariciones y apropiaciones de bebés. Construcción desde adentro del infierno, posible gracias a un testigo impensado, un joven que creció en ese mundo y rompió los lazos para fundar otra familia, para cambiar el estigma de su identidad.

Soy Nicolás Ruarte, nieto de genocidas: con esta declaración hace dos años, salió del closet. Integrante del grupo de teatro La Jauría, que dirige Nuria Vadell, participó en 2017 de la obra Habitus donde se reflejaban distintos tipos de violencia social. Cada actor y actriz terminaba con un monólogo biográfico que dejaba a la luz esas marcas sufridas. Entonces Nicolás, con la gorra de uno de sus abuelos, una de esas pocas cosas con la que se había quedado de su pasado, contó ante todos, los amigos que sabían y los que no tenían idea, qué pesos pesados cargaba en la mochila.

“Mi papá es arquitecto e hijo de Orlando Miguel Arcángel Ruarte, teniente coronel del Batallón 101 de Comunicaciones de La Plata. Con ese abuelo casi no tuve relación. Con el padre de mi mamá, profesora de secundaria, sí. Era muy cariñoso conmigo, me iba a buscar al colegio, me contagió su amor por el tango, me enseñó a hacer asados: Luis Jorge Arias Duval, teniente coronel del Batallón 601 de Inteligencia de Buenos Aires, es decir, recibía los informes de los grupos de tareas. Si bien cuando empezó ‘el Proceso’ no tenía un cargo alto, después fue ascendiendo y tuvo a su cargo la Contraofensiva de Montoneros en 1980. Los dos estuvieron en prisión domiciliaria. Arias Duval hasta que murió, en 2011, y Ruarte hasta el cambio de gobierno, cuando fue liberado. Pero de Ruarte no sé mucho, nunca me importó. Al que conocí e investigué es a Arias Duval.”

(Franco Fafasuli)
(Franco Fafasuli)

Nicolás Ruarte tiene 29 años, vive en La Boca con su mujer, la actriz y bailarina Cintia Trobbiani, mamá de su hijo, Astor, de un año. Al finalizar el secundario, estudió Ingeniería en sistemas pero no terminó. Después cocina y se recibió de chef. Por último, y por ahora, Escenografía y digitalización de obras en la UNA. También es fotógrafo, pintor, escultor y músico, toca la guitarra y la mandolina. Usa el pelo rapado pero supo llevar rastas, crestas punks y largo hasta la cintura. Hoy es el autor y director de Arismendi.

-¿Por qué Arismendi?

-Era el alias de mi abuelo. Los milicos se ponían alias para hablar entre ellos por temor a los teléfonos pinchados. Y Arias Duval era Arismendi. En la obra no es un personaje definido, es el patriarca familiar que marca las reglas.

-Entre los personajes, hay uno especialmente inquietante, un ginecólogo u obstetra, siempre con máscara. ¿Pertenecía a tu familia?

-Sí, yo lo vi dos veces en mi vida pero encontré su nombre en el Museo de la ESMA. En realidad era ecografista y lo llamaban para los partos. Se llamaba Alberto Arias Duval, primo de mi abuelo, y murió antes de ser condenado.

¿Qué hace un ginecólogo en la Esma? ¿No son todos hombres? En la reunión familiar, un chico pregunta a su mamá pero no hay respuesta. Ese chico que observa y no entiende, en la obra es una marioneta de madera más elocuente que cualquier explicación. De a poco, Nicolás buscó las respuestas. En la adolescencia, la mamá de una novia con parientes desaparecidos le contó quiénes eran sus abuelos. En su casa, otra vez, preguntó.

“Cuando Arias Duval cae preso (al derogarse la ley de punto final y obediencia debida), yo tenía unos 15 años. Cada vez iba menos a verlo a la casa pero en una de esas, le pregunté por los 30.000 desaparecidos. Empezó una discusión por el número, a los militares les encantan las cifras, me dijo que era mentira y me trajo un listado, un montón de papeles con nombres. Quería demostrarme que eran muchos menos pero lo que hizo fue corroborar que él sabía, que tenía información y que no la entregaba. Los militares guardan todo”, dice Nicolás para explicar otra de las escenas de Arismendi.

-¿Qué fue de esos papeles?

-Mis tíos los habrán quemado cuando murió mi abuelo. No sé, no es un proceso de un día para el otro el de tomar conciencia de lo que había pasado. A los 20 años, me mudé con una novia. Hoy que ya tengo mi familia, mi mujer y mi hijo, solo veo a mis padres y a mi hermano, el núcleo más cercano.

-¿El teatro fue lo que permitió sanar el dolor de la verdad?

-En cierto modo, sí. Pero no sé si voy a seguir como director y autor. Lo que más me gusta es la escenografía. Lo que pasa es que tenía que hacer esto y lo hice por el apoyo del grupo La Jauría, ellos me impulsaron. Pero a su vez eso fue posible gracias a Historias desobedientes. Ser parte de esa asociación me sacó la vergüenza, el temor al rechazo, me dio apoyo, permitió un abrazo desde otros sectores como Madres de Plaza de Mayo, Abuelas y distintos referentes de HIJOS. Marchar todos juntos me dio pertenencia. Sí, me sacó del clóset.

El colectivo Historias desobedientes: familiares de genocidas por la Memoria, la Verdad y la Justicia surge en 2017 como reacción al fallo “2x1” de la Corte Suprema de Justicia. Primero fueron cinco hijas de genocidas y un hijo. Muy pronto se sumaron más y la primera acción política fue el 3 de junio, en la manifestación de #NiUnaMenos. Con los relatos de estos familiares se compiló un libro, Escritos desobedientes (Marea), donde está incluida la voz de Nicolás Ruarte.

-¿A partir de Historias desobedientes pudiste llegar a hacer Arismendi?

-Sí. Primero Habitus y después Arismendi. Y a eso sumale el nacimiento de mi hijo, todo está encadenado.

-¿Cómo fue el proceso creativo de Arismendi?

-Más de un año de ensayos, con mi mujer que además de actriz es la coreógrafa y asistente de dirección de la obra, proponíamos escenas basadas en el material que reunimos y a partir de ahí, se improvisaba. El libro de Historias desobedientes, con relatos muy pesados de gente que sufrió mucho más que yo -porque no es lo mismo ser hijo de militares que nieto-, los expedientes de las causas judiciales, el libro de cocina de Doña Petrona C de Gandulfo que mi abuela consultaba, novelas de la época, a partir de esos materiales muy diversos se improvisaba. Recién después lo pasaba al formato texto.

-¿Pensaste alguna vez en cambiarte el nombre?

-Mi nombre completo es Orlando (como mi abuelo) Nicolás María Ruarte. Uso Nicolás Ruarte. Pero tengo un nombre artístico, Nicolás María o Noma, con el que firmo lo que hago como artista plástico. Tengo una página web: nicolasmaria.com.ar.

-¿Qué te dijeron tus amigos cuando se enteraron de tu historia?

-Algunos pocos ya sabían pero muchos se enteraron con la obra, me abrazaban y me decían “qué valiente”. No me siento particularmente valiente, no podía dejar de hacerlo. Son crímenes contra la humanidad entera, no puede haber grises. Aunque estemos en democracia hace tiempo, se siguen repitiendo las mismas cosas, es el mismo adoctrinamiento. Esa canción del principio, la marchita esa, no es de aquella época sino de ahora, lo sé por alguien que pasó por ahí. Por eso hacemos esta obra, mi público son los jóvenes, queremos hacerla en escuelas y centros culturales. Después de Espacio Urbano, donde terminamos este mes, vamos a estar muy pronto en el Centro cultural Haroldo Conti, en la ex ESMA. Es lo que yo puedo hacer. Mi obra no va a cambiar al mundo pero puede ayudar a algún chico con familiares militares, no sé, pienso en ellos, eso es lo que más me importa.

*Arismendi

Autor y director: Nicolás Ruarte. Elenco: Melanie Bloeck, Enzo Dupré, Martín Dupré, Juliana Espinel, Marcelo Lahitou, Pierina Marinangeli, Florencia Prieto, Nicolás Rad, Mateo Saccomanno, Natalia Santillán, Cintia Trobbiani, Manuel Vizán y Anggie Zamora

Funciones: Sábado a las 19 y domingo a las 17, en Espacio cultural Urbano (Acevedo 460).

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