Simplemente fue “la Emperatriz del blues”. Ese fue el apodo que se ganó a fuerza de talento a finales de la década de 1920, cuando comenzó a caminar el mundo de la música que ya habían iniciado otras mujeres, pero fue por más. Fue su estilo y fue su voz los que dijeron que era distinta: supo expresar su dolor, el lamento de su raza y el de las mujeres agobiadas por relaciones tormentosas, pero también su alegría. Cantaba y cuando la hacía no había más en el aire que su canción.
Bessie Smith vivió la vida a su manera, como quiso: sexo, vicios, placeres, derroches... Todo fue a su antojo y no tuvo tiempo para más: la muerte la llevó temprano.
En la madrugada del 26 de septiembre de 1937 sufrió un accidente automovilístico. Las versiones sobre su muerte siguen siendo dos: como Bessie era de raza negra los médicos blancos se negaron a atenderla cuando llegó al hospital y la dejaron morir desangrada, asegura una. Otra sostiene que murió en la sala de emergencias en un hospital para negros debido a las graves heridas y tras la amputación de un brazo. Esta ultima remarca que ese lugar estaba muy lejos del lugar del siniestro. Tenía 43 años.
“La emperatriz” intentó quebrar las fronteras impuestas por el racismo a puro ritmo, casi lo logra. Su cuerpo, se desconoce el motivo, terminó en una tumba sin lápida; recién tuvo una cuando su excepcional precursora Janis Joplin se ocupó de que la tuviera: “La mejor cantante de blues de todo el mundo nunca dejará de cantar. Bessie Smith, 1895-1937”, dice el epitafio.
“Bessie Smith combinaba un inusual sentido del ritmo con una extrema sensibilidad para el tono y la dicción correctos, rasgo que le permitió llegar a una audiencia muy amplia. Su forma de articular notas y palabras, empleando gran variedad de enfoques rítmicos y tonales, aportaba a sus interpretaciones una gran elegancia y cierta apariencia de improvisación”, Frank Tirro, Historia del jazz clásico (2001).
Las versiones sobre los primeros años de Bessie Smtih y su salto a la fama
Muchos supuestos rodean los primeros años de la vida de una de las voces femeninas más importantes de la canción y las pocas investigaciones biográficas sobre su vida tienen distintas versiones sobre la infancia y muerte de “la Emperatriz”. Una asegura que nació el 15 de abril de 1894 en Chattanooga, Tennessee y era única hija de un predicador y una mujer de la que se supone se llamó Laura. La otra no estima fecha ya que, entonces, los afro-descendientes no tenían actas de nacimiento, y asegura que tenía cinco hermanos que fueron obligados a trabajar desde pequeños. Ambas coinciden en que provenía de una familia humilde, que su infancia era de penurias y que pronto salió a cantar en las calles de su ciudad natal.
Fue así que la escuchó Ma Rainey —una cantante negra considerada como “la madre del blues”— cuando la niña tenía apenas 9 años. Bajo su tutela, Bessie pasó a integrar la T.O.B.A (Theatre Owners Booking Asociation). Allí comenzó a bailar y a cantar de la manera que más disfrutaba hacerlo: sin micrófono.
Video: Bessie Smith interpreta
En 1912, Bessie tuvo su primer concierto profesional: fue contratada como bailarina por la compañía de vodevil Moses Stokes y acompañó a Will y Gertrude Rainey en las giras por Baltimore, Atlantic City y Filadelfia, donde finalmente se estableció.
Con 24 años grabó su primer sencillo, Down hearted blues que en seis meses vendió 780 mil copias. Era imparable.
La consagración, el alcoholismo y su libertad sexual
Su carrera discográfica duró solo 10 años, pero le bastó para fundar el sonido del blues clásico y el del siglo XX. Marcó el ritmo más allá de su época.
Su primer sencillo fue Downhearted Blues (1923), un lamento escrito por la pianista Lovie Austin y letras de Alberta Hunter, la consagró: vendió cientos de miles de copias y logró que el sello Columbia Records saliera de la crisis financiera.
Siguió grabando y vendiendo discos al punto de convertirse en una de las artistas que impulsó el floreciente mercado de la música que apuntaba al público negro, pero a ella simplemente la escuchaban los amantes de la buena música. Antes, en 1920, Mamie Smith lanzó Crazy Blues.
Lo que restó de la década del ’20, Bessie Smith se convirtió en una de las primeras cantantes del bues clásico, un género dominado por mujeres afroamericanas, pero ella era la mejor paga: llegó a ganar 2.000 dólares por semana y se convirtió en la primera figura estelar de su raza, otro mérito en años en los que los negros carecían de muchos derechos civiles y sociales.
Grabó con los artistas más importantes de su época Louis Armstrong, James P. Johnson, Joe Smith, o Fletcher Henderson. Con Armstrong grabó el clásico St. Louis Blues, que “constituye el epítome del blues clásico y destaca por el extraordinario equilibrio existente entre la interpretación vocal y el solo de corneta”, definió el historiador de jazz Frank Tirro.
Uno de los considerados “despilfarros” fue la compra de un tren en el que ella y su banda (llegó a reunir 40 artistas) viajaban para poder cantar en distintas ciudades. Por aquellos años, la gente de piel oscura no podía viajar tren con los de piel clara y ella quiso evitar conflictos.
El dinero no era un problema para ella. Ganó mucho, gastó mucho y pudo recuperarse económicamente todas las veces que cayó. “Fui pobre, fui rica, pero prefiero lo segundo”, llegó a decir.
Para 1929, la crisis financiera azotó los Estados Unidos. La Gran Depresión afectó y debió vender su tren. Cantó en lugares pequeños, bares y hasta prostíbulos, pero siguió cantando. Bessie pudo más: su sonido y actitud traspasaron las fronteras y llegan a los sonidos de este siglo.
Ese mismo año participó del corto St. Louis Blues de Dudley Murphy donde canta el clásico homónimo.
El 24 de noviembre de 1933 grabó por ultima vez.
Bessie vivió como quiso y la libertad de su espíritu no fue perdonada, sobre todo por los hombres que pasaron por su vida que le reprochaban su vida sexual y consideraban que tenía “adicción al sexo”. Smith se casó y se separó. Se volvió a casar y adoptó un hijo. Estuvo durante años en pareja con una mujer y encontró en el alcohol una salida de escape. Muchas veces no pudo controlarlo, pero como siempre encontró la salida para ponerse de pie una vez más.
Su vida estaba calma cuando el 26 de septiembre de 1937 salió en su auto junto a Richard Morgan, su ultimo compañero. Iban a Memphis para actuar en un teatro. Chocaron. Morgan salió ileso, pero Bessie quedó gravemente herida. Aquí, en el final de su vida al igual que al inicio, las versiones se apoderan de su historia.
La que persiste es que murió desangrada a causa de las graves heridas. Habría sido abandonada por un cuerpo de médicos racistas que no quisieron atenderla. Esa versión la refuerza la letra de la canción de Edward Albbe, “The death of Bessie Smith”, de 1960: “Cuando el auto salió de la carretera, Bessie todavía estaba viva | Si ella hubiera sido blanca habría sobrevivido”.
Murió y el blues quedó de luto, pero su estrella aún sigue brillando.
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