Por Mercedes Funes
Este libro surgió de charlas en voz baja, de chats apurados con amigas muy cercanas, de la sensación de que las cosas que hablábamos no podían decirse en voz alta. En algún momento pensé: ¿por qué no se puede? Si somos tantas y tantos hablando de lo mismo en susurros, si a todos nos convocan estos temas pero todos sentimos que nada de esto puede salir de la charla privada, ¿no es una razón, justamente, para convertirla en un debate público?
En estos años el feminismo sacó muchas otras conversaciones del clóset: la realidad de miles de mujeres muertas y golpeadas, las que abortan en silencio o mueren en el intento, las que fueron sometidas a abusos por el solo hecho de ser mujeres. Uno de los slogans más poderosos que repetimos las feministas es, justamente, que no nos callamos más. ¿Por qué, entonces, ahora hay cosas que no podemos decir dentro del feminismo? Quizá porque esos debates eran tan urgentes que preferimos guardarnos las críticas para no debilitar nuestras luchas.
Pero eso ya cambió. Escribí Feminista en falta con la certeza de que hoy sí se puede discutir de feminismo en público sin que eso amenace nuestras conquistas. Porque esas conquistas y nuestro compromiso con ellas no significan que nuestro pensamiento también sea colectivo. Las feministas somos muchas, muy diversas ideológica y socialmente, y obligarnos a actuar siguiendo un manual no parece muy lejos de los mandatos patriarcales que nos propusimos dejar atrás. El patriarcado nos mandaba a pensar, sentir y actuar a todas igual para encajar en el molde de la feminidad perfecta: ¿por qué ahora querríamos acatar nuevos mandatos en nombre de nuestra liberación?
Mi libro se llama Feminista en falta porque a veces me siento fallada, tan fallada como me hacía sentir la bajada de línea heteropatriarcal que nos decía que había medidas, estilos y profesiones de mujeres aceptables y otros que nos podían dejar afuera. Es una sensación que compartimos muchas, cuando escuchamos que hay formas correctas de ser feministas y otras que nos expulsarán de la lucha, como si sólo se pudiera estar de un lado o del otro en todos los temas y como si hubiera un único lado correcto, un lado que sí sea "todo lo que está bien". Como si esa frase hecha no fuera en sí misma moralizante, la de alguien (¿un grupo de elegidas?) que señala desde su supuesta superioridad moral.
¿Hay una sola forma correctamente feminista de querer, hablar, criar hijos, seducir, trabajar, elegir nuestras lecturas y pensar el cine y el arte? ¿Hay una sola manera feminista de procesar nuestros dolores o de contener a las víctimas de los abusos y la violencia machista? ¿Hay una manera correcta de ser feminista? Son preguntas que las feministas nos hacemos muchas veces, en charlas privadas, con un poco de culpa, porque la humanidad es contradictoria y no podemos eximirnos de esas contradicciones como feministas ni como mujeres. Porque la vida muchas veces nos pone en off side respecto de la teoría.
Feminista en falta es un libro sobre esa experiencia, muchas veces contradictoria, de ser feminista. Un intento de pensarnos con honestidad y sin la exigencia de una uniformidad impostada, ésa de la que se suponía que nos íbamos a liberar. Quise escribir un libro para sacarnos, al menos por un rato, el corset de la feminista perfecta. Un libro que fuera "sororo" en el mejor sentido del término: el de la reflexión sin chicanas que nos permita abrazarnos con nuestras diferencias y contradicciones, con la certeza de que estamos juntas en la lucha que más nos importa, la de nuestra libertad y nuestros derechos.
*Mercedes Funes es periodista y fue una de las organizadoras de la primera concentración de Ni una menos el 3 de junio de 2015.
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