Los 60, en su esplendor: exhiben la obra de Pablo Alonso, el fotógrafo que acompañó a Rodolfo Walsh en sus grandes reportajes

Celebridades, aborígenes y leprosarios. Las fotografías de este fotorreportero, que supo retratar de manera original a los sectores menos favorecidos así como también a los grandes artistas locales, se encuentran en la Galería Vasari hasta el 14 de septiembre

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Pablo Alonso
Pablo Alonso

En periodismo, a veces, se piensa que las fotos son solamente imágenes que acompañan el texto del redactor y se pierde, así, la posibilidad de apreciar la potencia de la fotografía para capturar la realidad en una escena y volverla un registro de la historia. Se podría decir que ese uso, y otros, le dio Pablo Alonso a las lentes de su cámara y que quedaron impresas en revistas con el carácter propio y personal del fotorreportero –que suele no reclamar para sí la categoría de artista, pero que es en todo caso un artista de la realidad–. Sus trabajos se exponen hasta mediados de septiembre en la galería Vasari, por Retiro.

Los años sesenta no sólo marcaron una transformación en la vida política argentina, sino en cualquiera de sus emanaciones, desde la moda y el cine hasta el periodismo. Uno de sus baluartes fue la Editorial Abril –que publicaba 7 Días, Claudia o Panorama–, que también se dio a la tarea de poner en pie el primer Departamento de Fotografía de la Argentina, donde revestían desde la mítica Anne Marie Heinrich (que había introducido una estética fotosurrealista a las revistas "para la mujer" y que había retratado a las divas argentinas de su tiempo) a Alicia D'Amico y Francisco Vera, entre otros. La revista incorporó la crónica larga –un texto detallado, realizado con un tiempo prudencial pero no acuciado por el cierre del número– y lo dotaba de una realización fotográfica que era en sí misma una crónica del reportaje. 

Confitería del Molino, 1965
Confitería del Molino, 1965

Un hombre de sombrero sostiene un mate acodado en un Renault Ika y una rueda de carruaje, entre dos tiempos en "El camino del diablo", reportaje en el que Alonso recorrió estancias quedadas en el pasado bonaerense junto a Mario B. de Quirós en Panorama. Junto al mismo periodista recorrió Formosa y le pusieron de título "La Bella Durmiente", que fue considerado insultante durante décadas por sus habitantes porque planteaban que remitía a su costumbre al tilo y al tereré. Sin embargo, en ese reportaje descubrió a los lectores urbanos a toda una población aborigen y su belleza y sus costumbres; mostró una mujer anciana fumando un cigarro ancho cual madraza de novela de realismo mágico latinoamericano, enseñó los colores inauditos de sus mercados de frutas y verduras. El río, las motos, los cebúes: una Argentina tierra adentro (o río adentro) estallaba en sus fotos para un público masivo.

Tato Bores, 1969
Tato Bores, 1969
Isabel Sarli, 1969
Isabel Sarli, 1969

Luego, la editorial contrató al fotógrafo Alonso y al periodista Rodolfo Walsh para recorrer el Paraná y las provincias que atraviesa. Y en ese viaje quizás se hayan configurado o terminado de configurar personalidades. 

Viajaron juntos. Retrataron en "Carnaval Caté" a la festividad correntina, donde se da cuenta de –entre la miseria– de la guerra de comparsas, además del rol de las familias de la oligarquía que promueven tal o cual agrupación. Este texto se estudia, hoy, en las academias de periodismo. También fueron hacia los leprosos.

El camino del diablo, 1965
El camino del diablo, 1965
El camino del diablo, 1965
El camino del diablo, 1965

"La isla de los resucitados" señala la estadía del periodista y del fotógrafo Alonso entre los enfermos de lepra, sobrevivientes de un mal que, no tanto tiempo atrás, lograba que se les pusiera una campana a los dueños de la enfermedad en la sangre para que sea percibida su cercanía y, así, se lograra la huida. La lepra, con los desprendimientos de piel de sus padecientes, siempre fue objeto de rechazo y lejanía. El reportero Walsh y el fotorreportero Alonso hasta allí llegaron. Y miraron y mostraron. Fueron testigos de la era anterior, sin cura, y su contemporánea, en la que la lepra era un tratamiento clínico. Y así se publicó.

La isla de los resucitados. Leprosario, Isla Cerrito, 1966
La isla de los resucitados. Leprosario, Isla Cerrito, 1966

"Por fin encontré un fotógrafo que me entienda", dijo Walsh. Probablemente, Alonso podría haber dicho: "Por fin encontré un periodista que me entienda".

Pudo retratar también a figuras icónicas del arte sesentista, a Marta Minujin junto al grupo del Di Tella, a Marilina Ross, a María Elena Walsh, a una impresionante Isabel Sarlo.

Manuel Mujica Lainez, 1965
Manuel Mujica Lainez, 1965
Raul Soldi, 1966
Raul Soldi, 1966

En 1969 en medio de una situación represiva atormentadora realizada por Onganía, el fotógrafo Alonso parte al exilio mexicano. Regresó en 1973. En 1976 volvió a la emigración política. Murió en 1988. Sin embargo, sus obras retrataron una época, quizás de las más fructíferas del siglo XX en el país. Puede sonar a un lugar común, pero la obra queda.

Formosa, la bella durmiente, 1964
Formosa, la bella durmiente, 1964
Formosa, la bella durmiente, 1964
Formosa, la bella durmiente, 1964
Formosa, la bella durmiente, 1964
Formosa, la bella durmiente, 1964

* Pablo Alonso. Recorridos
Hasta el 14 de septiembre
Galería Vasari
Esmeralda 1357 – CABA

Maria Elena Walsh, 1968
Maria Elena Walsh, 1968
Blanca Isabel Álvarez de Toledo , 1968
Blanca Isabel Álvarez de Toledo , 1968
Alfredo Alcón, 1969
Alfredo Alcón, 1969
 

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