"El día no amanece, Polaco Goyeneche cantame un tango más", suplica Garganta con arena, la canción homenaje que le escribió Cacho Castaña al hombre que logró que las nuevas generaciones se acercaran al tango y se enamoraran (enamoremos) de él hasta caer rendidos.
Su fraseo, su interpretación, su representación tan porteña y popular del ritmo por el que el mundo nos conoce lo hicieron único. Irremplazable.
El Polaco había nacido el 29 de enero de 1926 en el barrio de Saavedra. Desde chico mostró su amor incondicional por el club Platense —una de sus tribunas lleva su nombre—y por la música: comenzó a interpretar tangos muy pronto y a los 18 años participó de un concurso de nuevas voces. Él deseaba vivir de su pasión, pero la realidad le decía que fuera a lo seguro para llegar a fin de mes. Así, encontró el sustento en distintos oficios: mecánico, taxista y chófer de la línea 219 (actual 19), empleo que mantuvo aún cuando ya era cantor.
En 1944 se sumó a la orquesta de Raúl Kaplún: después de hacer el recorrido Plaza Miserere-Estación Carapachay se presentaba a cantar. Pasaron 8 años para que Horacio Salgán lo llamara para reemplazar a su cantor, en 1952. Abrió la boca, conquistó al público y se ganó el apodo con el que pasó a la inmortalidad: Polaco.
Pasaron otros cuatro años para que se convirtiera en cantor de la orquesta de Anibal Troilo. Su voz, su fraseo, su manera de decir el tango, quedaron marcados a fuego en esa etapa y entonces se convirtió en el cantor de Buenos Aires. Todos los amaban. Su talento y personalidad, simplemente enamoraban.
El Polaco crecía y, como buen amigo, Pichuco le aconsejó que siguiera solo. Debía volar. Lo hizo y en su andar inigualable se convirtió en el modelo a seguir de la nueva generación de la música argentina: los roqueros de los años 80.
En parte, el cineasta Fernando "Pino" Solanas fue parte responsable, o quizás del todo, del amor que le profesaban esos jóvenes pelilargos. Su personaje Amado en Sur (1988) lo puso frente al rosarino que comenzaba a hacerse oír en Buenos Aires, Fito Paéz.
El Polaco era cantor. Y tenía el talento de ser el indicado en cada orquesta en el momento exacto. Lo había sido al lado de Pichuco y lo fue, brevemente, con Astor Piazzolla cuando en 1969 se acercó al magistral bandoneonista para poner su voz a la excepcional Balada para un loco. En 1982, se unió al quinteto de Astor y grabaron el incomparable álbum en vivo en el teatro Regina.
Volviendo a Sur: ese protagonismo fue una especie de puente cultural que hizo que el tango quebrara el muro que se había impuesto para quedar del otro lado del rock. En la película comparte solo una escena con Fito, pero tras el rodaje nacía una amistad cercana a la de un padre y un hijo.
También quebró límites más allá de la pantalla. "A partir de la película Sur, en la que veo al Polaco, descubro al tango. Él es el vehículo por el cual me llega el tango", dijo a Infobae Adriana Varela.
La cantora confesó que "nunca había escuchado y comprendido el tango y a sus poetas. Y escuchar al Polaco fue una revelación, no sólo de él como artista, sino que me estaba contando cómo era Buenos Aires".
Varela y el Polaco se conocieron en el Café Homero. Ella se colaba así en el mundo que le despertaba la pasión. Él estaba ahí, de público y ella cantó. Al bajar la llamó:"'De dónde saliste', me dijo. Le dije 'Soy fonoaudióloga, nada que ver, estoy haciendo esto de onda…'".
Pero no la dejó escapar: "Yo quisiera proponerte que donde yo vaya, vengas y donde yo cante, cantes vos…' Se da vuelta, mira a la mujer y al hijo y les dice:'¡Es ella!'…Dejé todo y lo seguí", reveló una de las voces femeninas más importantes de las últimas décadas.
Fue Rubén Juárez el que hizo las presentaciones para lo que se convirtió en una relación magistral: Goyeneche se convirtió en el padrino musical de Varela.
El Polaco seguía cosechando admiradores y traspasando fronteras mentales: participó en Yo canto tangos (1989), álbum del cantante español Dyango. Cantó junto a Mercedes Sosa —cantaron Los mareados, en 1994—y también había grabado con Litto Nebbia, en 1993. Y no se achicó a los programas que lideraban el ráting en televisión.
Entre 1985 y 1987 participó de los programas televisivos Operación Porcel y en Las gatitas y ratones de Porcel, ambos encabezados por el humorista Jorge Porcel.
El Maestro Atilio Stanpone habló con Infobae poco antes de cumplir los 91 años y lo recordó: "Creo que Goyeneche fue EL cantante de tango, por la forma de expresarse, de sentir la melodía y la letra. El Polaco era un fenómeno".
Lo fue y quizás ello hizo que aquellos jóvenes del rock lo hayan homenajeado tras su muerte debido a una neumonía, el 27 de agosto de 1994. Quizás por esa grandeza tan humilde el barrio que lo vio nacer, trabajar y crecer lo honra, al igual que su amado Platense.
La tribuna popular del Estadio Ciudad de Vicente López se llama Roberto Goyeneche al igual que una avenida del barrio de Saavedra, en la ciudad de Buenos Aires; como también el paso bajo nivel ubicado en la Av. Balbín debajo de la Estación Saavedra del Ferrocarril Mitre (Goyeneche-Gatica).
Una estatua tamaño real de él sonriente espera para la selfie en la entrada al histórico Parque Sarmiento.
El paso del Polaco por el cine
Interpretando a "Amado" en la película Sur (1988) de Pino Solanas.
Video: Roberto Goyeneche, acompañado por Ernesto Baffa (bandoneón), en la película "El derecho a la felicidad' (1968)
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