"No hay mucho que decir", dicen todos. Si el pesimismo se hizo moneda corriente en los últimos años de la industria del libro, entonces hay que encontrar nuevas formas de caracterizar este sorpresivo escenario. Para el fin de semana que se realizaron las PASO, el dólar no superaba los $47, hasta que llegó la corrida bancaria, que aún continúa. Hoy, tras una suba del 9%, cerró en $63 pesos para la venta. En el transcurso de 2019 la moneda norteamericana acumula un incremento de 60,2%, unos treinta puntos por encima de la inflación del período. Y eso afecta el consumo. Y el mercado editorial.
¿Qué ocurre con los libros, ese bien preciado y simbólico? En principio, los diversos actores oscilan entre la incertidumbre, la bronca y la resignación. Los análisis se agotan ante la cambiante coyuntura y algunos aseguran que ya ni siquiera sirve rezar. Infobae Cultura se comunicó con las grandes editoriales del país, con algunas más pequeñas, con distribuidoras de papel —la materia prima de la industria—, con librerías. La mayoría prefirió que sus diagnósticos y opiniones se publiquen sin su nombre en esta nota. Por eso, sabiendo que prima la incertidumbre, desarrollamos tres claves sobre el presente y el futuro de los libros.
El precio de los libros
A diferencia de lo que ocurre en los supermercados donde se remarcan los precios de un día para el otro, en la industria editorial existe una Ley de Precio Único, donde el valor final del libro se consensúa y se respeta en todo el país. En ese sentido, las librerías no pueden subir el precio sin consultar, lo que no quita que las editoriales puedan hacerlo. Sin embargo, si lo hacen, ¿de cuánto tendría que hacer? Eso se preguntan los editores. ¿De un 30%, 35%? ¿Alguien compraría un libro a más de mil pesos? Todo indica que no.
"Si esto no nos termina de destruir, le pega en el palo", comenta un editor. Por eso, estiman un aumento paulatino: en dos meses un 15%, o un 20% a lo sumo. Luego, más adelante, continuaría con otro incremento. Suponen, especulan. Nadie sabe qué va a ocurrir.
"Cada vez que hay una devaluación brusca, te quedás sin precios de papel, tenés que hacer malabares y ver qué mandar a imprenta. La diferencia, esta vez, es que me agarra enojado y cansado porque estamos arrastrando cuatro años de crisis". El que habla del otro lado del teléfono con Infobae Cultura mientras camina por la calle es Carlos Díaz, director editorial de Siglo XXI.
El acuerdo comercial entre librerías y editoriales es el sistema de consignación. Un "sistema medieval", como lo llama otro editor. Las editoriales dejan sus libros y 180 días después cobran por el material vendido. El resto se devuelve. Eso no significa que el precio no varíe en ese tiempo, de hecho sí puede aumentar (siempre y cuando se acuerde entre ambas partes). Las editoriales liquidan a partir del precio que las librerías venden.
Con el material importado ocurre otra cosa ya que los precios están totalmente dolarizados. Las distribuidoras son las que median entre los sellos extranjeros y las librerías. "Tenemos proveedores que incumplieron sus acuerdos. Es la primera vez que veo eso", dice Cecilia Fanti, librera de Céspedes, en comunicación con Infobae Cultura. Y cuenta un caso: esperaba materiales acordados desde España y México con libros ilustrados para chicos. Luego de algunas vueltas, le suspendieron la transacción "hasta nuevo aviso".
Las editoriales argentinas aún no han movido sus precios, pero sí algunas distribuidoras. "De los que pasaron nuevas listas de precios, el aumento es del 30% y es esencialmente material importado", dice Fanti y agrega: "El fin de semana, que es el Día del Niño, vamos a disponer de menos material para ofrecer a nuestros clientes".
El papel, la materia prima
Las papeleras trabajan con grandes cantidades. No suelen financiar a editoriales chicas y medianas, por eso estas le compran el papel directamente a la imprenta. Sólo las grandes, ante una suba del dólar sorpresiva, pueden stockearse en papel. Las pequeñas, en cambio, funcionan a partir de la financiación que les hace la propia imprenta.
En ese sentido, los editores de los grupos editoriales aseguran que tienen, ante esta suba desmedida y en continuado del dólar, un grave problema porque las papeleras se guardan sus productos porque temen, como ocurre en otras industrias, vender a un precio que al día siguiente se duplique.
"Prácticamente no tenemos precio del papel. Como es un commodity, es en dólar. Todos tienen el stock, pero no sabemos si se puede reponer", dice Gaston Etchegaray, presidente del Grupo Planeta en el Cono Sur, en una breve entrevista telefónica con Infobae Cultura. Díaz de Siglo XXI cuenta que "las papeleras nos dicen: 'no hay precio para el papel'. O sino te lo dan en dólar, pero tampoco saben en qué dolar venderte".
Las novedades de octubre
¿Y septiembre? Ya está todo impreso. Lo que preocupa no es lo inmediato, no es el mes que viene, sino cómo continuarán publicando de acá a fin de año. Octubre es un mes importante porque el domingo 20 es el Día de la Madre, pico en compra de libros dentro del calendario. Las grandes editoriales preparan su catálogo y las librerías agrupan a medida. Y las promociones. En este aspecto, lo mismo: incertidumbre. Las grandes editoriales continuarán publicando pero, aseguran, un poco menos. En el caso de las chicas y medianas, su cronograma es más extremista: piensan en cómo subsistir.
"Los once libros que íbamos a lanzar en septiembre —confiesa Carlos Díaz—, que ya están en imprenta, los distribuí en lo que va del año. En septiembre lanzaré cuatro y los otros los repartiré en el año. Hay veinte libros que saqué del plan de 2019".
"Estamos viendo día a día cómo sigue todo. Hay que ver las novedades de acá a diciembre. Por la dinámica de nuestro negocio cada mes hay novedades y si las sacamos y el mercado no responde y la gente está en otra cosa, es como que al poco tiempo el libro se pierde", comenta Etchegaray de Planeta. "Ni hablar del parate de ventas en la calle. Y también otro tema: los derechos de autor en los libros extranjeros se modifica".
Fanti, por su parte, cuenta que las librerías están "aguantando los golpes, hace ya más dos años. Veremos cómo se acomoda la industria y veremos qué ocurre en los 70 días que quedan hasta octubre y esperemos que no haya ningún otro salto. Pero esto… esto es un deseo".
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