Horacio Lavandera es un músico excepcional. Dueño de un talento único, el consagrado pianista de 34 años -reconocido a nivel mundial- se presentará en el teatro Coliseo como director y solista junto a la Orquesta Clásica Argentina. Serán dos conciertos: el 23 y 24 de agosto.
Esta agrupación fue creada por Horacio y los músicos Gustavo Cosentino (primer oboe) y Gustavo Mulé (concertino) con el fin de lograr la excelencia en interpretaciones exigentes y comprometidas con los grandes compositores de la historia.
Será la primera vez que Lavandera interprete los dos conciertos para piano y orquesta de Chopin en la capital argentina.
En esta oportunidad, se eligieron obras de Beethoven y Chopin mediante un novedoso sistema de sondeo entre todos los amantes de la música en Buenos Aires. Será la primera vez que Lavandera interprete los dos conciertos para piano y orquesta de Chopin en la capital argentina.
En una entrevista por correo electrónico con Infobae Cultura, el músico narró cómo se prepara para estas presentaciones -que serán históricas-, qué significa hacer música con Cosentino y Mulé, repasó sus inicios e hizo un análisis sobre la música clásica en nuestro país.
-La primera pregunta tiene que ver con tus presentaciones en el teatro Coliseo, como director y solista junto a la Orquesta Clásica Argentina. ¿Con qué expectativas te preparás para los conciertos de agosto?
-Espero estos conciertos con las más grandes expectativas. Sin lugar a dudas, es uno de los proyectos más trascendentes en mi trayectoria musical. Después de un sólido recorrido como pianista, este proyecto me permite desarrollar un camino dentro de la dirección orquestal, que la inicié hace unos diez años y la fui desarrollando paulatinamente con diversas agrupaciones.
A pesar de mi juventud, siendo entonces mis primeras experiencias, estoy más que agradecido de haber podido nutrirme y foguearme en el escenario directamente. La tarea de ser solista y director al mismo tiempo requiere de una preparación de entrega total. Veo esta posibilidad como un salto cualitativo en mi carrera.
Respecto a la música que interpretaremos, es resultado del diálogo que tengo con mis seguidores en redes sociales. La elegimos a través de una encuesta abierta con ellos. Los conciertos para la ocasión serán el 1º y 2º de Chopin; y 3º y 5º de Beethoven, el "Emperador". ¡La verdad que la gente que nos ha ayudado a definirlo tiene un gusto exquisito!
Espero estos conciertos con las más grandes expectativas. Sin lugar a dudas, es uno de los proyectos más trascendentes en mi trayectoria musical
-Esta agrupación la creaste junto a Gustavo Cosentino y Gustavo Mulé. ¿Cómo nació el proyecto?¿Qué es lo que más disfrutás de hacer música con ellos?
-Con Gustavo Cosentino, oboísta Maestro solista e integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional, nuestra relación data de muchísimos años. Podría decir que hay una relación casi familiar desde generaciones pasadas y de mutuo respeto y admiración profesional. Mi tío abuelo, el clarinetista Francisco Freigido ha tocado con su padre, Mario Cosentino; y mi padre, José María, ha tocado desde su adolescencia tanto con Gustavo como con su hermano Miguel, quien fue un flautista de excelencia.
Con Gustavo Mulé, violinista, Mtro. Solista e integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional, hemos tocado en múltiples conciertos a lo largo de toda mi carrera. Es el concertino ideal para la Orquesta Clásica Argentina.
Hacer música con ellos y los miembros de la Orquesta Clásica Argentina es formidable y una enorme satisfacción porque nos entendemos y coincidimos en nuestras ideas artísticas. Cada uno de ellos, en su especialidad, es un gran solista. Felizmente es muy fácil trabajar cuando tenemos el objetivo común de brindar una interpretación de la música que amamos con la mayor intensidad, honestidad y excelencia posible. Esta conexión humana y profesional no se da siempre, de modo que es un privilegio trabajar así.
-Tengo entendido que será la primera vez que interpretes los dos conciertos para piano y orquesta de Chopin en Buenos Aires. Me imagino que siempre es especial tocar aquí…
-En esta ocasión los conciertos de Chopin presentan un verdadero desafío ya que son muy pocas las ocasiones en que el pianista solista los dirige desde el piano. Hablo a nivel internacional. Esta modalidad, muy cultivada por los maestros del clasicismo como Mozart o Beethoven, permite un diálogo con cada músico. No recuerdo que se hayan hecho los conciertos de Chopin en este formato en Argentina. Será un estreno.
La música de estos conciertos de Chopin fueron compuestas en sus años de juventud en Polonia, rodeado de su familia, amigos y sus primeras novias. Eran años felices donde Chopin quería gustar y sentirse admirado. Por eso se puede leer el brillo y el virtuosismo de estas obras donde expone al solista a las velocidades más altas que se pueden ejecutar en un piano. Hay pasajes donde se deben tocar más de 12 notas por segundo. ¡Chopin logró el récord de velocidad y dificultad con estos conciertos!
Y esta velocidad igualmente está enmarcada en jugar con las emociones de los oyentes bajo un control de la forma, la temática organizativa y una riqueza melódica y armónica que es única en la historia de la música. Enmarcado en pleno romanticismo musical, los segundos movimientos lentos de estos conciertos – uno de ellos llamado "Romance"- son verdaderas joyas de poética musical y, como nota anecdótica, están dedicados a su primera novia de adolescencia.
Hay pasajes donde se deben tocar más de 12 notas por segundo. ¡Chopin logró el récord de velocidad y dificultad con estos conciertos!
-¿Cómo fue tu primer acercamiento con la música? ¿A qué edad te sentaste frente a un piano por primera vez?
-Pertenezco a una familia de tradición musical. Mi tatarabuelo Francisco Freigido, quien fuera director de orquesta, llegó de Galicia a principios del siglo XX a Buenos Aires. En esos años fue director en el teatro Avenida. Sus hijos Manuel y Francisco fueron también músicos. Mi padre es músico y, desde que nací, al visitar a mis familiares – abuela, tías, tíos-, donde siempre se tocaba y hablaba de música.
Era un ambiente donde se valoraba mucho el arte y la cultura con un gusto muy refinado y exquisito. Empecé a estudiar el piano a los siete años con mi tía abuela. Mi hermana, un año mayor que yo, practicó ballet desde los cuatro años. Muchas veces la acompañaba a sus clases y me sentaba a ver al pianista. A mí me entusiasma la música desde que tengo uso de razón. Un familiar me prestó un piano y, gracias a la empresa de mudanzas de un amigo de toda mi vida, me lo trajeron desde Rosario. Desde el primer momento me tomé el estudio con mucha seriedad y empecé a ganar concursos y premios a los 13 años.
-La música te llevó a recorrer el mundo. ¿Qué lugar te impactó al punto de llegar a preguntarte 'qué hago acá'?
-En principio, cuando tenés ilusiones, sueños y expectativas, te imaginás alcanzar todo. Y ese hambre de aprender, mejorar, hacer carrera en algo que amás tanto se te hace carne y a veces vas logrando cosas; y no sos muy consciente. Se te puede escapar la sorpresa o la magnitud de lo que estás viviendo.
Quizás ahora, que ya estoy más maduro, puedo mirar para atrás y pensar cuán surreales fueron algunas experiencias, de las que no puedo estar más agradecido a la vida. Yo tuve hermosas oportunidades de viajar y ofrecer conciertos en salas espectaculares. Pude conocer a todos mis ídolos de la niñez y trabajar con ellos. Pude crear proyectos a nivel privado, a nivel público, he tocado como solista con algunas de la más grandes orquestas internacionales como la Accademia di Santa Cecilia en Roma o la Orquesta Titular del Teatro Real de Madrid; y tocado en las más grandes salas como la Filarmonica de Berlín o Musikverein en Viena, o el Carnegie Hall en Nueva York. De pronto leo cosas como que en una última crítica en Alemania, que me comparan con leyendas como Vladimir Horowitz o Maurizio Pollini.
Sé que sin estudio y trabajo no hay carrera, pero también sé que hay muchos factores que se dan además para lograr tener una oportunidad de carrera en un mundo que es muy competitivo y, a veces, me atravería a decir, hasta injusto. Entonces sí, hay veces que pienso que tuve muchísima suerte: unos padres que me ayudaron siempre en todo sentido, una familia entera que supo ver mi talento y lo acompañó, nacer con este don para tocar el piano y transmitir la música, maestros que me dieron lo mejor con pasión y honestidad, y gente de todo tipo que a lo largo del camino puso su voto de confianza y me dio la oportunidad que necesitás para tener ese momento clave de mostrar lo que sabés hacer y seguir creciendo.
Son muchos factores que permiten tu desenvolvimiento. No es instantáneo ni mágico. Nadie se hace solo. Por eso, sí, ahora, a mis 34 años, te puedo decir que estoy agradecido por tanto, y a veces me asalta la sorpresa por tanto que he recibido, y lo único que espero es poder seguir creciendo en mi arte, ofreciendo siempre lo mejor de mí.
Mi interés está constantemente en atraer cada vez más público a la música clásica
-¿Sentís que en el último tiempo más gente se acercó a la música clásica en Argentina? ¿Creés que faltan espacios de difusión de música clásica en nuestro país?
-Mi interés está constantemente en atraer cada vez más público a la música clásica, fundamentalmente porque es una usina de disfrute y paz. Las más grandes obras de la música clásica, como los conciertos de Beethoven y Chopin, que voy a interpretar en el teatro Coliseo, son verdaderos regalos a la humanidad y todos merecen conocerlos y disfrutarlos.
Beethoven y Chopin son algunos de los más grandes genios que ha dado nuestra cultura occidental. Vale la pena cada segundo escuchar, conocer y sumirse a disfrutar lo que ellos han desarrollado con tanta pasión. Sus obras son una continua inspiración para mí.
Creo que tenés razón en que la gente se ha ido acercando cada vez más. Hay público y creo que tenemos que mantenerlo interesado en el tema. Hay gente joven también con avidez de aprender y escuchar. Para mí, que soy un músico joven aún, eso me genera mucha ilusión: compartir esta pasión con mi generación también, no sólo con los entendidos de toda una vida.
En Argentina se han abierto distintas instancias para las artes clásicas en los últimos 15 años. Creo que hubo apoyo e interés por difundir y abrir espacios. La música, como cualquier arte, permite una emancipación de la ciudadanía que no se alcanza de otros modos. Es parte de la formación de una sensibilidad humana, que es un derecho inalienable. En tanto eso es así, aseguro que es necesario siempre dar más, mejores y nuevos pasos para preservar el arte y sus instituciones, siempre con motivo de la democratización del acceso a los bienes culturales.
La gente se ha ido acercando cada vez más a la música clásica
-¿Cómo ves el futuro de la música clásica? ¿Qué músicos argentinos te gustan?
-Creo que hay que aprovechar todas las posibilidades de las nuevas tecnologías. Abrirse al diálogo horizontal con quienes se acercan, generar nuevas ideas, espacios y propuestas que posicionen a la música clásica como un arte abierto y lleno de desafíos. Al escuchar por primera vez una obra clásica, muchas personas quizás se pregunten: "¿Qué debo entender?" Y quizá lo rechacen por prejuicio. Como un idioma nuevo, requiere de cierta paciencia en un principio. Todo comienzo es difícil. Pero una vez adquirido el gusto, tendrás experiencias sensitivas y emocionales incomparables. ¡Sólo hay que animarse!
Respecto de la música argentina, admiro a todos los grandes referentes de los distintos géneros musicales, sean de pueblos originarios, pasando por el folclore, el tango, el rock, pop y por supuesto la música clásica. No te podría mencionar uno porque me quedaría corto.
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