Hay una frase que se le atribuye a Anatole France que dice: "Un diccionario es un universo en orden alfabético". Para quienes nacieron y vivieron un buen rato del otro lado de la línea que separa el mundo analógico del digital sabe el poderío que condensan los diccionarios ampulosos. Perderse entre sus páginas es un viaje que ni Google ni Wikipedia, ni siquiera el añejo Encarta, comprenden. Un universo. Eso es lo que cabe allí dentro: la infinitud del lenguaje.
Pero, ¿para qué sirve un diccionario? El objetivo es normalizar una lengua, establecerla, cazarla en el vuelo de la oralidad y ponerla en el papel, entre dos tapas duras, para que todos podamos estudiarla. Argentina —como todo país, aunque quizás con más intensidad— tiene una complejidad etnográfica bifurca a su población en miles de dialectos. Pero todo confluye en nuestra lengua, casi caprichosamente, en el idioma argentino.
Nuestro gran diccionario regional
La editorial Colihue acaba de publicar el Diccionario de la lengua de la Argentina, un trabajo de la Academia Argentina de Letras. Allí se materializan una serie de expresiones que, por algún motivo, no fueron incluidas en los diccionarios anteriores, pero que mantienen una vigencia fundamental. "Es un diccionario de las palabras regionales de la Argentina", explica Santiago Kalinowski, jefe del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras, en diálogo con Infobae Cultura. Esto significa que hay un especial interés por el habla de las distintos regiones del país.
"Acá se reúnen las palabras que no son en general del español, pero que se usan en Argentina", dice este académico en referencia al mestizaje con lenguas indígenas y con otros idiomas que no están dentro de la formalidad. El prólogo de este libro lo escribió el presidente de la Academia Argentina de Letras, Jorge Luis Moure, y allí dice: "Del total de las 9141 acepciones que contiene la presente edición, solo 3357 llevan una marca de registro coloquial, vulgar, jergal, lunfardesco, rural, etc."
En 2008, Argentina realizó su último diccionario general: Diccionario del habla de los argentinos, que publicó la editorial Emecé. Hoy sería imposible hacer, explica Kalinowski, porque no están los recursos. Mientras lo esperamos existe este complejo e interesantísimo libro que tiene más de 700 páginas. "Un diccionario general arranca en 40 mil palabras, este tiene seis mil", comenta y agrega: "Siempre fue una de las funciones de la Academia Argentina de Letras, como cualquier academia nacional, hacer un diccionario regional. Todo este trabajo en España no podrían hacerlo, no tienen la manera de conocer todas estas palabras. Por eso el nuestro es un trabajo complementario el que hacemos".
Lo novedoso
Cuando Infobae Cultura le pregunta cuáles son las palabras más novedosas que incorporaron, el académico explica de antemano: "Hay un tema con lo novedoso. El otro día pusimos una palabra que nos traía muchas dudas, que es el adverbio recién, en el sentido que algo que se demora, 'recién mañana'. Ese uso es nuestro, esa es la más nueva incorporación, porque se hizo el jueves, pero la palabra es mucho más antigua. El hecho que se la incorpore ahora no quiere decir que sea algo nuevo en los hablantes".
Y continúa: "Pusimos la palabra re, pero que tendría que haber estado en 2008 y en 2003, cuando ya tenía uso y estaba muy asentada. Por alguna razón esto se demoró, se la consideró efímera, pero ingresó en 2019. Esas demoras son las más significativas. Quizás parecía algo juvenil, pero ya no lo es. Simbólicamente es muy importante".
La introducción del Diccionario, firmada por el Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filosóficas, se lee: "Entre las más notables [novedades], vuelve más consistente el lenguaje definicional, suprime eufemismos en definiciones de contenido sexual, que oscurecían el sentido o sugerían algún tipo de condena (…), incorpora disidencias femeninas en numerosas artículos que carecían de ella, con el consiguiente aumento de las definiciones que empiezan con 'persona' en lugar de 'hombre', amplía información etimológica e incorpora casi una treintena de nuevos recursos lexicográficos".
4 ejemplos
re (Del prefijo re-). adj, coloq. U. para intensificar determinadas cualidades del sustantivo que modifica. U. siempre antepuesto. "Es un desafío enorme. Son personajes muy complejos. La verdad que interpretar a Ladislao Gutiérrez es un honor, un re orgullo".
abarajar. tr. coloq. Sujetar, detener rápidamente un objeto en el aire. "Se le cayó la pieza de puntilla a la dependienta y el dueño, al ver que la abarajaba antes de tocar el suelo, dijo con su lengua, 'qué suerte pa' las de Miguens'".
asado, da. adl. Cuyo. coloq. Dicho de una persona: exhausto, harto, fastidiado, en pésimas condiciones físicas y mentales. "estoy asado con los ruidos que hacen los plásticos de las puertas. ¿Es habitual o es un problema de mi auto?".
manso, sa. adj. Cuyo y Centro. coloq. U. para intensificar determinadas cualidades del sustantivo que modifica. U. antepuesto. "Los bicivoladores 2 yo la vi y tiene una onda muy Karate Kid así que ojo que se pueden pegar manso embole".
Trabajo lexicográfico
Una vez por mes, los integrantes de la Comisión de la Lengua de la Academia se reúnen e intercambian sus últimos descubrimientos. "El diccionario se actualiza permanente", explica. Por eso, ya hay palabras que aquí no están pero que esperan salir a la luz cuando se reedite o se actualice este libro. "Después, cuándo se publica en un formato libro depende más de las alternativas de la industria editorial, o de la cuestión de los contratos e intereses de las editoriales. En esta edición tuvimos dificultades para conseguir editorial, pero finalmente Colihue aceptó", agrega.
Este diccionario es el resultado de diez años de trabajo. Explican los académicos que las redes sociales les sirvieron de gran ayuda para "pescar" palabras. Twitter sobre todo, donde predomina la lengua coloquial y acepciones juveniles que escapan de todo corset formal. Otro corpus que sirvió de fuente es el Corpe XXI de la Real Academia Española.
"La Academia Española —cuenta Santiago Kalinowski— es quien tiene a su cargo hacer un diccionario de todas las palabras incluyendo un buen porcentaje de las regionales del español. Este diccionario, el que acabamos de publicar, es un interés y es un proyecto que está pensado desde el origen como una división de tareas. Y eso tiene algunas beneficios, como que la lexicografía regional es más accesible, se hace con menos gente. No es un diccionario argentino aunque aspira a hacerlo, pero es un muy buen diccionario".
¿Y para qué sirve un diccionario así?
Kalinowski asegura que los usos de este diccionario son diversos. "Este diccionario tiene muchos usos, es diacrónico, relevó muchísima literatura argentina, mucha del siglo XIX, incluso anterior. Hay un uso importante para el que lee gauchesca, a Mansilla. Este diccionario va a encontrar muchas palabras que le servirán", comienza diciendo, y agrega: "Otro importante es para el que no es de esta regió. Aquí tiene un lugar para entender palabras que escucha y no comprende".
Las palabras regionales, más del uso vulgar y oral, son igual de importantes que las formales, esas que se usan en los medios y las instituciones públicas. "Existe una idea de que estas palabras regionales son incorrectas, no sirven. Pero un diccionario tiene la capacidad y el potencial de comunicar la idea contraria: todo idioma tiene palabras que comparte, pero que después está el uso regional. Ese potencial es muy importante", agrega.
"En este diccionario es un modo en que se normaliza la lengua". Se refiere a la institucionalización de ciertas acepciones. Esa es su función, y la necesidad del lenguaje. "El diccionario tiene que registrar el repertorio léxico de una comunidad", concluye el académico, categórico, del otro lado del teléfono, en este breve pero esclarecedor diálogo con Infobae Cultura.
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