Tenía 75 años. Hace tiempo que estaba batallando contra el cáncer. Finalmente, y para tristeza de todos, Ricardo Monti murió. Fue este viernes y esta pérdida en la cultura argentina dejó un casillero vacío que no lo podrá llenar nadie. ¿Quién fue este renombrado dramaturgo, tan querido y admirado?
Nacido en Capital Federal el 2 de junio de 1944, cursó estudios de Filosofía y Letras en la UBA y es considerado uno de los hombres del teatro más importantes de habla hispana, narrador y guionista de cine, además de docente de dramaturgia y director de varias de sus obras.
Uno de sus últimos proyectos fue su novela La Creación, cuya escritura le llevó numerosos años y debió editar por su cuenta ante el desinterés de la industria.
Pionero de una escuela de dramaturgia basada en la imagen generadora, continuada por dramaturgos como Mauricio Kartun, Jorge Huertas y Eduardo Rovner, estrenó obras como Visita (1976) y Marathon (1980), esenciales de la dramaturgia rioplatense de las últimas décadas, que le dieron fama en escenarios nacionales, así como de Venezuela, Uruguay, Francia, Italia, Alemania, Portugal, Brasil, Puerto Rico, España y Estados Unidos.
Claudio Tolcachir escribió en sus redes sociales: "Gracias Ricardo Monti por tu obra y por tu generosidad". Por su parte, la también directora teatral Corina Fiorillo manifestó su dolor: "Qué enorme, enorme pena me da esta noticia". Muchos autores, dramaturgos, actores y trabajadores del mundo del teatro lamentaron la muerte de Monti, un hombre muy querido, respetado y admirado.
Hombre comprometido con su tiempo histórico —lo que se puede observar en la profundidad conceptual de su novela La Creación—, al contrario de muchos de sus colegas que partieron al exterior, sufrió un doloroso exilio interno durante la dictadura cívico-militar establecida en 1976 y fue puntal de Teatro Abierto, junto a colegas como Roberto "Tito" Cosa, Osvaldo Dragún, Carlos Gorostiza y Ricardo Halac.
Esa postura lo llevó a rechazar un importante premio que en 2010 le ofrecía una empresa periodística a la que él consideraba cómplice de aquel régimen, lo que tuvo amplia repercusión en el medio intelectual y subrayó una forma de entroncar la ética con la productividad cultural.
Además de las obras citadas, que suelen montarse con inusitada intensidad por toda clase de elencos, su producción teatral está integrada por Una noche con el Sr. Magnus & Hijos (1970), Historia tendenciosa de la clase media argentina (1971) y La cortina de abalorios (1981).
La lista sigue con Una pasión sudamericana (1989), La oscuridad de la razón (1993), una versión teatral de Rayuela de Julio Cortázar que dirigió Jaime Kogan (1994), Finlandia (2000), Apocalipsis mañana y No te soltaré hasta que me bendigas (2003).
Si bien fue un hombre de teatro, el cine lo contó como guionista de Saverio, el cruel (1977) de Ricardo Wullicher sobre obra de Roberto Arlt, Borges para millones (1978) de Wullicher compartido con Vlady Kociancich y el propio Wullicher, y Afrodita, el sabor del amor (2001, inconclusa) de Pino Solanas, según una novela de Isabel Allende. Ese último año codirigió con Mario Sabato el mediometraje Visita y en 1989 apareció dando su testimonio en el documental País cerrado, Teatro Abierto de Arturo Balassa.
Según sus comentaristas, "su obra es acotada y precisa, construida a partir de imágenes internas que guardan diferencia con la imagen cinematográfica, generalmente asociada con la narrativa; así, su teatralidad no resulta complaciente, sino de una densidad y una profundidad inusitadas".
Con información de Télam.
SEGUÍ LEYENDO
Teatro Coliseo: la historia del corazón cultural italiano que late en Buenos Aires
Guía de Arte y Cultura: semana del 5 al 12 de julio