Tomás Balmaceda: “Las películas, las series y los cómics pueden ser un puntapié inicial para la filosofía”

El multifacético periodista muestra ahora en su nuevo libro su faceta como filósofo e invita al lector a hacerse preguntas y a pensar

¿Quién es ese chico? Tomás Balmaceda publica en Instagram y Twitter, escribe notas en varios medios, es autor de varios libros, condujo un programa junto a Fierita Catalano dedicado a la tecnología, admira a los practicantes de cosplay, además, da clases de filosofía en la Universidad de Buenos Aires y acaba de publicar su primer libro sobre la temática. Una persona dúctil, que le dicen. Tanto que, una semana después de La Noche de la Filosofía, este sábado 6 será el anfitrión de #Filopalooza, un festival de filosofía descontracturado en el que habrá microponencias de 7 minutos, debates sobre clips de series y películas, "impro filosófica" y debates sobre temas como "¿Debemos seguir escuchando a Michael Jackson después de las denuncias en su contra?" "¿Cómo sería el matrimonio si se inventara en 2019?" "¿Quién debería sentarse en el trono de Game of Thrones de acuerdo a la Filosofía Política?" "¿Los emojis enriquecen o empobrecen el lenguaje?". El #Filopalooza se realizará hoy, sábado 6 de julio, a partir de las 20 en el centro cultural Feliza, Córdoba 3271.

Balmaceda conversó con Infobae Cultura sobre su libro #Piénsalo, 10 casos para la filosofía (Ediciones Lea) que puede pasar de StarTrek a la cuestión del amor; de Netflix a la muerte, de una tormenta a la existencia de Dios. Un mundo pop y contemporáneo como sedimento para los problemas más profundos de la filosofía que, como se sabe, intenta entender al mundo y sus alrededores. Pop como es, Balmaceda respondió unas breves preguntas.

–¿Por qué elige este método de divulgación de la filosofía que, podría considerarse, pop, actual, bien contemporáneo?
–La divulgación puede ser realizada por un filósofo profesional y creo que yo lo soy. Me considero filósofo analítico así que, para mí, el análisis del discurso y del lenguaje como herramientas para poder elucidar, por ejemplo, problemáticas en las ciencias y otras disciplinas, toman un rol central. Pero también pienso que hay otras maneras de hacer filosofía que no deben ser estrictamente las de un filósofo profesional, que usan más la pregunta, la duda, el cuestionamiento, como herramientas. Al hacerte preguntas que quizás nadie en su sano juicio se haría y, además, al sospechar de ellas, revelan una profundidad increíble.

–Sin embargo, existe algo novedoso en su propuesta.
–Es que yo creo que al usar las preguntas para pensar, se puede tomar la ficción, las obras de ficción, ya sean películas, series, cómics y todo lo demás, que invitan a pensar escenarios distintos que pueden servir para que se indague sobre vínculos humanos, sentimentales. Estamos viviendo un momento en el que las series y los comics están muy presentes y pueden ser un buen puntapié inicial para la filosofía, para preguntas que en la vida cotidiana no se hacen, porque no sos filósofo profesional, pero sí te las despierta la ficción. Hice un recorte de diez capítulos y quise buscar los disparadores para unas preguntas que nos podríamos hacer en 2019.

–¿Pero cómo se puede conjugar una serie de Netflix con un problema profundo como es el pensamiento y la filosofía? ¿No temió que se minimizaran los alcances de su libro en términos de rigor y seriedad académica?
–El libro tiene al final de cada capítulo sugerencias de lecturas para que aquellos que percibieron las puntas que surgieron a través de la ficción las puedan profundizar. También traté de balancear textos clásicos con contemporáneos y, como soy filósofo analítico, incluí autores con los que me siento cómodo y que quizás no son tan populares. Por ejemplo en el capítulo sobre la muerte te dirían que hay que hablar un montón de Heidegger, pero a mí me interesó pensar sobre el suicidio, sobre la interrupción legal del embarazo, la eutanasia, con autores de un recorte personal y con caminos de respuestas para que el lector pueda elegir, aunque también se traslucen las cosas que yo creo, claro. Además de que sea un buen momento para filosofar por las nuevas narrativas y la ficción, también es un buen momento porque los materiales y las ideas son mucho más fáciles de encontrar que cuando yo empecé a estudiar la carrera, que había que buscar en libros y eventualmente fotocopias. La disponibilidad de una gran cantidad de textos para descargar o comprar de portales on line promueve ese gran momento.

Las preguntas, las indagaciones, son el alma de la filosofía, que no es más que preguntarse por el mundo, el ser, el discurso, las acciones. Por eso la virtud del libro de Balmaceda se encuentra en dirigirse a los sectores más contemporáneos, aquellos que a cada generación piensan que la filosofía es una materia filtro, un aburrimiento nerd o una cosa de intelectuales. Cuando, en realidad, todo el mundo debería "tomárselo con filosofía". Por ejemplo, cuando Balmaceda se pregunta sobre la existencia de Dios -pregunta de preguntas, tan antigua como su idea misma– recuerda una jornada en la playa con amigos, cuando se desató una gran tormenta que lo llevó a pensar en que cualquiera de sus amigos podría haberse puesto a rezar para que el vendaval se detuviera. Disparador para enhebrar las distintas argumentaciones (ya que, como dice el libro, a la filosofía no le sirve la fe) para demostrar la existencia de Dios, por parte de Anselmo, a la imposibilidad de probar su existencia, sostenida por Immanuel Kant quien, pese a todo, era creyente. De este modo, un tema espinoso y polémico –sobre todo hoy cuando en algunos sectores de Estados Unidos se impugna la Teoría de la Evolución– es explicado en pocas páginas, de modo ameno pero sin evadir la rigurosidad.

Balmaceda, además, tiene una relevancia pública que expone a través de cada modernísima red social. El autor de #Piénsalo, como todos, tiene una vida privada que tiende a volverse política.

–Usted es gay, se casó, ¿tiene algo que ver con sus consideraciones filosóficas?
–Algo de eso hay. Siento que, un poco por mi trabajo que va más allá de la filosofía, soy periodista y estoy mucho en las redes sociales, tengo una incidencia en el discurso público, aunque sea muy menor. Represento un tipo de vida que no se ve en todos lados, que tiene que ver con ser gay, con contarlo, con defender ciertas causas y cuando conocí a Franco (Torchia, también periodista) una de las primeras cosas que hicimos fue tratar de redefinir qué es la vida privada. Uno habla todo el tiempo de vida privada como si fuese un ámbito no regido por la política y creemos que no hay nada más político que la vida privada. Cómo la vivís y cómo la mostras. Tal vez haya por ahí algún Tomás con sus dudas y gustos y, al mostrar mi vida tal como es, pueda ayudar a que se anime a dar pasos.

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