Desafiando el frío y la humedad, el clásico de la agenda cultural porteña atrajo a público de todas las edades, con una fuerte presencia de los jóvenes. Durante siete horas se sucedieron ponencias de más de 50 intelectuales argentinos y extranjeros que giraron sobre una serie de preguntas filosóficas y temas de actualidad.
Apenas una hora después del arranque en el edificio que supo ser el Palacio de Correos y Telecomunicaciones, más del 50 por ciento de las actividades ya estaban agotadas. El público se adueñaba, abrigos y paraguas en mano, de la extensa superficie del CCK. Y, al igual que viene sucediendo con otros eventos culturales, la temática del feminismo impregnó esta maratón dedicada al intercambio de ideas y la reflexión.
La francesa Elsa Dorlin se refirió en su conferencia sobre cuerpos, violencia y feminismo a la violencia cotidiana que sufren las mujeres, de "vida en alerta, siempre en ascuas. Hay que tener cuidado cómo vestirse, cómo hablar, cómo contestar, cómo mirar, cómo sonreír o no sonreír, cómo caminar, qué camino elegir por la noche e incluso de día, qué actitud hay que adoptar, en qué vagón del tren hay que entrar".
Esto también implica "no saber a quién llamar, cómo pedir ayuda, a quién, odiarse, encerrarse en su casa, volver a la casa con miedo, llorar, no hacer mucho ruido para no despertar a los chicos, no moverse, recibir el golpe, soportar el dolor. Seguir viviendo, sobrevivir a la culpabilidad, sobrevivir y punto".
¿Quién puede razonablemente vivir una vida como ésta?, se preguntó la autora de Defenderse. Una filosofía de la violencia. "Nadie puede vivir así y sin embargo es lo que les toca vivir a muchas mujeres de esta vida de acecho. Aguantar, una resistencia a largo plazo, al precio de olvidarse de sí mismo, una técnica marcial que no tiene cinturón, ni medalla, ni trofeo".
El desafío no es aprender técnicas de combate ni tampoco se trata de promover o alimentar un mercado de autodefensa o de seguridad femenina, advirtió la filósofa francesa. "¿Porque acaso no somos expertas en violencia y, en consecuencia, no somos expertas en autodefensa por haber atravesado como pudimos tantas situaciones? Las mujeres tienen que desaprender a no luchar", pidió.
Simultáneamente a la conferencia de Dorlin, tomaba la palabra uno de los expositores destacados de la velada, Tomás Abraham, con una ponencia sobre Michel Foucault y Juan Bautista Alberdi, para abordar la realidad de un país mestizo. En diálogo con Infobae Cultura, explicó que la conferencia partió de su trabajo para una obra que publicará en agosto, La máscara Foucault (Paidós).
"Estuve trabajando sobre Foucault distintos temas, que lo hago desde siempre, pero además me interesó el tema de la biopolítica, que es algo que él incursionó, en Argentina. Cómo se constituyó la población argentina, que tuvo un boom demográfico que no tiene antecedentes en el mundo. Multiplicó cinco veces su población en 30, 40 años", señaló.
"Tenemos que imaginar lo que fue la epopeya argentina en tan poco tiempo, cómo cambió toda la cultura, la gastronomía, el idioma. La Argentina fue un experimento poblacional o biopolítico en términos de Foucault impresionante. Eso a mí me maravilla", añadió.
El reconocido filósofo explicó: "Nosotros somos descendientes de eso. Ya somos todos argentinos, pero en un momento dado no existía el argentino, había que hacerlo, había que inventarlo, y se lo inventó como se pudo, como hizo Mary Shelley con Frankenstein, un pedacito de acá, de allá".
Unas horas después, María Luisa Femenías se centró en cómo el canon filosófico excluyó hasta hace poco a las mujeres. "La primera idea que una tiene es que no las hubo, por lo menos eso es lo que nos contestaron cuando estudiábamos. Cuando una empieza a indagar, empieza a descubrir que hubo, que hubo muchas, y que por algún motivo ignoto que una puede presuponer no aparecen en el canon", indicó la filósofa feminista a Infobae Cultura.
"Hay toda una corriente de filósofas que hacen historia de la filosofía tratando de rescatar a las mujeres que filosofaron, que son muchísimas más de las que creemos. Nos encontramos con una característica: pertenecían a clases altas. Ellas aprendieron cuando aprendían sus hermanos, aunque no las enseñaran a ellas. Entonces despertaron en ellas un interés, un gusto por el saber, que las llevó a filosofar, a leer, a enterarse, a escribir. Y a partir de ahí rige otra prohibición, que es firmar en nombre propio femenino la obra. Es terrible", explicó.
"Incluso filósofos importantes como Leibniz confesaban que parte de lo que ellos estudiaron se lo debían a una mujer, Anne Conway, que había escrito sobre ciertos temas", recordó. "A pesar de que él declaraba que se había de alguna manera inspirado en los escritos de ella, ella sigue invisibilizada y no aparece en el canon académico. Recién ahora, porque todo el movimiento feminista tiene mucha fuerza, es que las mujeres comienzan a ser vistas como sujetos intelectuales, sujetos de conocimiento, sujetos filosóficos".
Por su parte, el escritor Gonzalo Garcés abordó el cruce entre literatura y teoría de género. "Simplificando, la teoría de género nos dice que vivimos en una sociedad que impone el binarismo. Judith Butler dice que el género es performático y que lo que entendemos por género masculino-femenino es una actuación que surge a la vez de nosotros y también nos es impuesta desde afuera", explicó a Infobae Cultura. "Simplificando, el binarismo nos dice que toda mujer tiene que ser heterosexual, frágil, maternal, pasiva, y todo hombre debe ser también heterosexual, activo, proveedor, físicamente fuerte y tener determinados gestos que se asocien con lo varonil, así como otros se asocian con lo femenino".
"Hasta ahí sigo en parte la teoría de género, porque coincide con mi experiencia de escritura, que es que los personajes encuentran su identidad en lo que hacen. Primero viene la acción y después viene la identidad. Madame Bovary es quien es por las cosas que hace, entonces hay algo performático ahí", consideró.
A la vez, Garcés aclaró: "No encuentro ese binarismo de hierro que nos condenaría solo a dos papeles en la gran literatura de todos los tiempos. Y me puedo limitar a un solo ejemplo, la obra de Shakespeare, donde tenés personajes femeninos que pueden ser Julieta Capuleto, que es joven, heterosexual, enamorada hasta la tragedia, pero del otro lado tenés también a Lady Macbeth, que es una política ambiciosa, que no tiene hijos ni quiere tenerlos. Lo maternal está ausente de su vida y está dispuesta a llegar al asesinato para conseguir el poder. Solo en Shakespeare ya hay no un binarismo, sino una multiplicidad de roles de género que lo desmienten".
Entre los panelistas argentinos se destacaron también Samuel Cabanchik, Mónica Cabrera, Jorge Caterbetti, Jorge Chamorro, Axel Cherniavsky, Pablo Dreizik, Luis Diego Fernández, Diego Golombek, Ricardo Ibarlucía, Esteban Ierardo, Alejandro Katz, Azul Katz, Diana Maffía, Pola Oloixarac, Iván Petrella, Rubén H. Ríos, Alberto Rojo, Alejandro Rozitchner y Gustavo Santiago, entre otros.
Para participar en esta fiesta del pensamiento llegaron además los franceses Mark Alizart, Jacques Galinier, François Hartog, Guillaume Hébrard, Xavier Philippe, Myriam Revault d'Allones, Michèle Riot-Sarcey, Jorge Kurchan y Michel Lussault Othoniel. Y desde Alemania viajaron Markus Gabriel, representante del nuevo realismo alemán que cuestiona la existencia del mundo, y Bernd Scherer.
Con paciencia ante las largas filas, el público pudo retirar las entradas para las actividades desde las 15 horas. La quinta edición de la Noche de la Filosofía fue organizada por el Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos, junto a las embajadas de Francia, Alemania y Grecia.
Desde las 19 y hasta las dos de la madrugada, se fueron sucediendo las conferencias de 30 minutos y con cupo limitado. Posteriormente los intelectuales se dirigieron al Ágora -un atractivo espacio que replicó a su homólogo griego-, donde se sentaron en rondas junto al público para profundizar conceptos y responder inquietudes.
Uma, Julieta y Delfina, las tres de 17 años, comentaron sus impresiones a Infobae Cultura desde un sillón en ese espacio, en la terraza de la Sala Sinfónica y bajo luces violetas. "Nunca había venido. Es muy organizado, mucha variedad de charlas", afirmó Julieta. "Acabamos de volver de la conferencia de Samuel Cabanchik. Ahora sabemos cómo se pronuncia", se rió Uma. Y Delfina, en tanto, ratificó que el año próximo piensan regresar.
Pero también se destacaron los visitantes que ya son asiduos del evento, como Adriana y Juan José. "Es la tercera vez que venimos", relató Adriana. "Me permite pensar en cosas que ni se me habían ocurrido para empezar a abrir la cabeza". Juan José, en tanto, manifestó su entusiasmo por el ágora: "Salís de una charla magistral para entrar en un diálogo".
Juan Cruz, de 46 años, aportó su punto de vista: "Me parece que esto explotó porque venimos a buscar respuestas y dónde refugiarnos en este contexto actual. Buscamos una brújula acá, aunque la filosofía está para buscar más preguntas".
Esta edición del evento recuperó la figura del pensador antiguo que, en la tradición de nombres como Tales de Mileto, Pitágoras o Heráclito, desarrollaban una vocación de ciencia universal, reflexionando sobre las disciplinas más diversas. Así, en la Noche de la Filosofía también tomaron la palabra psicoanalistas, físicos, astrofísicos, matemáticos, biólogos y escritores.
El convocante biólogo Diego Golombek inició su intervención indicando: "Hablar de ciencia es hablar de la situación de la ciencia también, que no está buena. Pero me parece que la respuesta es ésta, contar lo que hacemos los científicos, contagiar a la gente del entusiasmo por lo que hacemos y ojalá que muchos más quieran que siga habiendo ciencia y tecnología en Argentina".
Golombek reflexionó sobre qué es el tiempo, un tema que según dijo une a científicos y filósofos. Y también cuánto dura y cómo se mide. "Tenemos incorporada la culturalidad del tiempo y no nos damos cuenta. La luz eléctrica incide sobre nuestro sentido del tiempo", afirmó. Y también trazó un paralelismo con la literatura, al afirmar que "una novela finalmente es manipular el tiempo".
"Somos tiempo, somos relojes con patas que van de los milisegundos a los años. Vivámoslo de la mejor manera posible, es el único tiempo que tenemos", instó el divulgador científico al auditorio.
Daniel, de 50 años, apuntó luego de escuchar a Golombek junto a su hijo: "soy biólogo especialista en neurociencia, pero me interesa también la filosofía. Es una forma de abrir la mente de la gente para ayudar a pensar. Lástima que cuando llegamos la mayoría de las charlas estaban agotadas, se agotan rápido".
El matemático Pablo Amster, en tanto, abordó la relación de su disciplina y la literatura, señalando: "El matemático lo que hace es crear ficciones, construir universos. Esto nos pone muy cerca de la creación literaria". A poca distancia, se celebraba simultáneamente un panel con los matemáticos Pablo Ferrari, Pablo Shmerkin y Gustavo Zorzoli, que partieron de la premisa que la presencia de las matemáticas en la obra de Jorge Luis Borges "es grande, diversa y mágica".
Por su parte, Santiago centró su ponencia en la filosofía como experiencia amorosa. ¿Qué ama específicamente el filósofo?, se cuestionó. "La sabiduría, por definición. Lo que apasiona a un filósofo no es lo mismo que lo que apasiona a otro. Hay filósofos que se apasionan por la justicia, por la libertad, por la ciencia, y cada cuál buscará encauzar su amor a la sabiduría en esto. Pero tienen en común el amor, la entrega".
También advirtió que "nuestro tiempo es un tiempo en el que se nos alienta más a resbalar, a pasar, a entretenernos, a adormecernos, que a amar". Y alentó al público: "Todos podemos ser filósofos, todos tenemos alguna experiencia filosófica. Uno puede tener una actitud filosófica todos los días. La filosofía enriquece la vida, le da intensidad, le da fuerza".
Por las escaleras mecánicas abarrotadas del CCK retumbaban las conversaciones de los visitantes entusiasmados por las ponencias, mientras se dirigían de una charla a otra. Y, en la planta baja, los visitantes seguían llegando.
Como Natalia, una turista española de 31 años, que contó a Infobae Cultura: "No sabía que estaba esto. Es enorme, está gigante. Me gusta la filosofía. Yo estudié matemáticas y las dos tienen mucho que ver". A unos pasos, Alejandro, de 25 años, estudiante de filosofía de la UBA, señaló mientras analizaba la grilla de actividades: "Recién llego de trabajar. De Markus Gabriel y Michèle Riot-Sarcey me dieron referencias".
Poco después de la medianoche, los títulos más vendidos en la librería especializada "Las mil y una hojas" eran Perros, de Alizart, Defenderse. Una filosofía de la violencia de Dorlin, así como las obras de Darío Sztajnszrajber.
El arte también tuvo presencia en la programación de la Noche de la Filosofía, con un diálogo itinerante entre el artista Jean-Michel Othoniel y el matemático mexicano Aubin Arroyo por la impactante exposición "Nudos salvajes", inaugurada ayer con las obras monumentales en vidrio del francés. "Así se anuda nuestra colaboración de mezclar matemática y arte", comentó Othoniel.
Entre las novedades de este año, se ofrecieron talleres para niños y jóvenes, coordinados por Natascha Ikonicoff y Maximiliano Butera. "Una cosa que me encanta es cómo van surgiendo de ellos temas tan fuertes, que les apasionan, y que a veces a los adultos nos cuesta hablar", dijo Ikonicoff a Infobae Cultura. "Desde la muerte y que hay después de la muerte y desde las experiencias personales hasta las ideas, sin demasiados tapujos. Qué es Dios, de donde salió, porqué creemos en Dios, el sentido de la vida, si hay un propósito para nuestra existencia o no. Es muy interesante y enriquecedor abrir el espacio y dejarlos hablar a ellos", agregó.
"¿Tus ojos ven lo mismo que los míos?" fue la propuesta para generar experiencias filosóficas en los chicos entre seis y diez años, con un atelier de un artista aparentemente abandonado. Y "Me enamoré porque escuché canciones de amor", con un músico en vivo, estuvo destinada a jóvenes entre 15 y 30 años.
O sea, grandes y chicos se dejaron abrazar por la filosofía. Abraham, asiduo panelista del evento en sus diversas ediciones, destacó que "la gente es entusiasta, viene de todas partes, hay total libertad, es muy diverso todo lo que pasa. Es una oportunidad para mucha gente que no está en contacto con la filosofía de enterarse de una amplia gama de temas que se trabajan".
Y a medida que las luces de la ciudad en torno al CCK se iban apagando, la Noche de la Filosofía hizo olvidar el frío de la noche destemplada, con la pasión de las ideas y del público leal e insomne hasta la madrugada.
FOTOS: Gustavo Gavotti
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