Ana Gallardo, el colectivo Estrella del Oriente y Luis Fernando Benedit son algunos de los artistas que protagonizan Los artistas y los viajes, una exposición que se inaugurará el próximo martes en la Fundación Klemm. El foco está puesto en la experiencia de transformación que propone el desplazamiento, práctica que varía en sus significados y que ocupa un lugar central en la cultura contemporánea.
Lejos de la concepción capitalista del viaje como consumo, vinculada al ocio y el exotismo del turismo, la muestra repasa problemáticas que van desde los grandes movimientos migratorios, pasando por la idea romántica de descubrimiento, a la virtualidad que invierte las direcciones, dejando al viajero estático y en movimiento al espacio, o al viaje interior que logra el desplazamiento.
"Viajar tiene implicancias geográficas o físicas y temporales o imaginarias: el viaje moviliza redefiniciones en el territorio explorado y en la tierra de la que parte el viajero, pero además, quien auténticamente viaja, volverá modificado", dice Graciela Sarti, curadora de la exhibición.
La muestra reúne experiencias llevadas al territorio artístico por Gallardo, Benedit, Matilde Marín, Carlos Ginzburg, Estrella del Oriente y Alejandro Schianchi.
"Hay masas de gente que se desplazan en el mundo por placer, por angustiosa necesidad o consumismo reactivo, hay una mistificación y una realidad del viaje y en ese camino se ha perdido la cualidad de búsqueda y cambio, de confrontar lo propio con lo otro para volver enriquecido", dice Sarti.
Se refiere a la profundización de un capitalismo que transforma a viajeros en turistas y "a ciudadanos en excluidos de sus condiciones más básicas de humanidad", aporta Daniel Santoro, miembro de Estrella de Oriente.
La ballena va llena es el título de la obra que comparte con Tata Cedrón, Marcelo Céspedes, Pedro Roth y Juan Carlos Capurro, compuesta por un video y la maqueta de un barco capaz de recibir "meros migrantes ilegales y, homologados como obra de arte a través de completo circuito institucionalizador artístico, devolverlos al mundo como objetos de cuidado".
Consciente de estas catástrofes humanitarias y de los conflictos políticos de época, en la serie titulada Cuando divise el humo azul de Ítaca, Marín captura con un registro lírico que no deja atrás la ironía, en las humaredas de la represión de la Primavera Árabe en El Cairo, a esa tierra que ya no recibe al viajero cansado.
La práctica del viaje ocupa un lugar central en el presente y los artistas desvelan sus sentidos perdidos en la cotidianeidad y el lugar común.
Así, Ginzburg parodia el viajar turístico en un presente globalizado, pero lo hace como pionero, recorriendo cuatro continentes en los años 70, remarcando hábitos de consumo y la imposibilidad de asimilar culturas ajenas en esa velocidad de locomoción, a partir de series como Voyages.
La mistificación del viaje tiene que ver con el siglo XIX, cuando el viajero salía al encuentro de lo sublime pero también buscaba cartografiar un territorio que iba a ser dominado; sobre esa idea trabaja Benedit, quien revincula historia, sociología y arte para recuperar la composición de territorio que hizo el vicealmirante Robert Fitz Roy, pionero en la observación meteorológica, junto al naturalista Charles Darwin en el sur argentino, durante su famoso viaje alrededor del mundo a bordo de la nave Beagle (1831-1836).
Las acuarelas de Trece retratos fueguinos recrean los retratos hechos por Fitz Roy -"en clave civilizada y clave salvaje"- de tres de los cuatro indios que llevó cautivos a Inglaterra como experimento antropológico.
Además, Benedit cruza esa demarcación de la tierra como propiedad a través del viaje científico de reconocimiento con el diario de Darwin, en una gran carbonilla titulada Del viaje del Beagle: Delfín Fitz Roy, donde la figura de un nativo aparece catalogada como un espécimen de la naturaleza, dibujada a menor escala que un calamar y un delfín, en un intento por dar cuenta del lugar que ocupa en el relato darwiniano de la evolución de las especies.
El viaje como posibilidad inmóvil, como entorno acercándose al sujeto, es la propuesta de Schianchi, quien usa la realidad aumentada mediante una aplicación que se baja en dispositivos digitales, y que permite recuperar los neones de una obra creada por Lucio Fontana para la Trienal de Milán de 1951, que cobran forma en la sala vistos a través de la pantalla plana de teléfonos o tablets.
Esa aplicación, en diálogo con la obra de Benedit, muestra la intención de dominio territorial mediante el viaje, haciendo aparecer sobre un mapa de la llanura pampeana el trazo del primer alambrado que se instaló a la altura de la localidad bonaerense de Chascomús, bajo la histórica premisa "cerquen, no sean bárbaros".
Fuente: Télam
Hasta el 23 de agosto
De lunes a viernes, de 11 a 19.30 horas
Fundación Klemm
Subsuelo de la galería Embassy
Marcelo T. de Alvear 628
Entrada gratuita
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