La muestra Dos museos y un río, que inaugura Bienalsur en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro), pone en diálogo obras de esa colección con las del Museo Castagnino para crear nuevas líneas de sentido en una escena artística crispada, que busca eludir la falsa dicotomía del museo mausoleo o shopping center.
Con la llegada de la Bienal de Arte Contemporáneo de América del Sur (Bienalsur) a Rosario, su cartografía contrahegemónica se expande por la ciudad -el Centro Cultural Parque de España, el de Expresiones Contemporáneas, el Museo de la memoria Álvarez-Nuñez-, atravesada por un clima electoral efervescente que suma agitación a una agenda cultural ya movilizada por la Feria del Libro, que cerró el lunes.
Con la idea de responder a los desafíos de la cultura globalizada y aprovechando el binomio Castagnino + Macro, dos museos que forman una sola institución -con un acervo clásico uno, contemporáneo el otro-, la muestra curada por Ticio Escobar, educador y ex secretario de cultura paraguayo, exhibe "con naturalidad y sin privilegios" desde lo más encumbrado del arte europeo y la pintura del siglo XVII, hasta lo más actual del arte Latinoamericano, básicamente argentino.
Concebida en salas y niveles, ocho desde la planta baja del Macro abierta al río hasta, las obras de ambas colecciones interactúan asumiendo las diferencias, desde el tenebrista San Andrés, patrono de los pescadores, pintado por José de Rivera en 1631, o las aguafuertes de Goya (1746- 1828), a fotografías fundacionales de Rosario, pinturas de Antonio Berni, Nicolás García Uriburu y Marta Minujín, fotomontajes de Grete Stern, videoinstalaciones de Graciela Sacco o registros de Tucumán arde por el Grupo de Vanguardia de Rosario.
Hecha sobre la idea de que "los museos deben promover la democratización de la cultura sin renunciar a sus funciones tradicionales de colección, exposición, archivo, conservación y difusión, ni a sus compromisos críticos, poéticos y políticos", la muestra -que participará en la 14° Bienal de Curitiba con piezas de León Ferrari, Nicola Constantino y videastas como Graciela Taquini entre el medio centenar de obras que la integran-, podrá visitarse hasta el 24 de septiembre, con entrada gratuita, en avenida Estanislao López 2250, de martes a domingo de 11 a 19.
– Ese río al que refiere el título de la exposición, ¿de qué manera la atraviesa?
– Ticio Escobar: Las obras están expuestas con un criterio topográfico, de modo que no existen obras principales: cada una juega un papel. La figura del río está tomada como una cuestión no siempre explícita, tiene una presencia tan fuerte en el Macro que, de por sí, es un elemento expresivamente ineludible. Por otra parte, se pretende que su figura promueva preguntas y movilice conceptos en torno a la metáfora de las orillas, la idea del flujo, la señal de territorio regional y la memoria de herida. Un río se cruza en ambos sentidos y siempre levanta una amenaza o una promesa.
– El anacronismo que postula la muestra como vocación, ¿puede resultar en una temporalidad particular, incluso matérica?
– El anacronismo es una característica de lo contemporáneo que recusa el concepto lineal y secuencial, funciona como una idea teleológica en el sentido de que responde a una finalidad predeterminada, al destino o a los dioses. Trabaja no tanto la idea de tiempo como la de temporalidad, admitiendo muchos registros, muchas contemporaneidades en perspectiva de diferencia: tiempos, culturas, géneros, procedimientos. Según Martin Heidegger el arte se pelea con su tiempo, no lo acata sumisamente. "Time is out of joint", dice Shakespeare en Hamlet, y eso es lo que quiere el arte hoy: rebelarse contra la carrera vanguardística que busca siempre estar en primer lugar e introducir cuñas que disloquen el lugar-tiempo establecido de la obra para renovar sus significaciones de cara a nuevos sentidos.
– ¿Qué abre esa mirada?
– El anacronismo se abre a una de las posibilidades más propias del arte: romper la pura lógica lineal pasado-presente-futuro para señalar tiempos posibles, virtuales, destiempos, contratiempos. La dimensión de lo que pudo haber sido o de lo que podría ser a contramano de lo que anuncia la historia.
–Esas identificaciones y colisiones entre las piezas de esta exposición ¿qué dicen del arte, hoy, qué escena diagraman?
– Aventuran tránsitos posibles sin descartar los ya establecidos. El arte actual es contingencia: su puesta en obra siempre depende del espacio, las otras obras, el tiempo histórico y la ocasión en la que ocurren las conexiones, pero también de los conceptos y propósitos del guión curatorial. Una obra potente es capaz de desencadenar significaciones de modo incesante: no clausura nunca su potencia polisémica y, en contacto con otras, esa posibilidad crece y se complejiza, un proceso donde la percepción del público es fundamental.
Fuente: Télam
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