Como todo clásico, Molière tiene la virtud de no envejecer. Y es ese costado muy actual de sus personajes y sus temas lo que el director francés Michel Didym quiere rescatar en esta puesta, que para él es la primera de un autor no contemporáneo.
Como explica en esta entrevista, en su larga carrera teatral, siempre abordó autores contemporáneos vivos, pero una circunstancia personal dramática lo llevó a cruzarse con esta comedia-ballet del muy célebre dramaturgo Jean-Baptiste Poquelin (1622-1673), mundialmente conocido como Molière- que es, dice, "su obra maestra".
Didym ve un paralelo entre Argan, el enfermo imaginario, obsesionado por males inexistentes mientras a su alrededor transcurre la vida, y nuestra contemporánea obsesión por el cuerpo y por negar la vejez.
Michel Didym, que también es actor, es el director artístico del Centro Nacional de Arte Dramático Nancy Lorraine – La Manufacture desde 2010, y creador de acontecimientos teatrales como el Festival RING (Encuentros Internacionales de Nuevas Generaciones), Neue Stücke (Semana de Dramaturgia Alemana) y el Teatro de Verano (espectáculo itinerante en la región de Lorena, Luxemburgo y Alemania).
La versión de El enfermo imaginario de Molière, que el público argentino podrá ver en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, es uno de los espectáculos más exitosos de Didym y ya ha sido interpretada casi 300 veces: desde su estreno en Francia en 2015 salió de gira por ciudades de Suiza, Bélgica, Alemania, Marruecos y China.
Lo acompañan actores y bailarines de su elenco francés, ya que la obra incluye intermedios musicales que así combinan comedia con ópera.
El espectáculo, auspiciado por el Complejo Teatral Buenos Aires, cuenta con el apoyo del Institut Français y la Embajada de Francia en Argentina.
— Usted viene en junio para hacer El enfermo imaginario y será en francés, para un público argentino.
— Sí, hemos trabajado con un muy buen subtitulado y no habrá problemas. Este espectáculo ya lo presentamos con mucho éxito en Alemania, en Italia, en China, y el público ríe en el mismo momento que en Francia. Es la lengua de Molière la que funciona sea cual sea el país.
— Es con un sistema de subtitulado.
— Sí, ahora el público está muy acostumbrado, en el San Martín hay durante la temporada internacional varios espectáculos en idioma original, subtitulados, y eso no ofrece dificultad.
— Hábleme de la compañía que viene a presentar la obra.
— Es una compañía increíble, con actores muy acostumbrados a Molière, pero en mi caso es la primera vez que monto una obra de Molière, solo había hecho autores contemporáneos. Son actores eméritos que al mismo tiempo hacen comedia, cantan y bailan porque es una obra que Molière llama comedia ballet, es decir que hay al mismo tiempo comedia, con baile y canciones en los entreactos, lo que le da una increíble densidad a la obra y le permite contar historias en paralelo a la historia central. Esta es la obra maestra absoluta de Molière. Le recuerdo que murió durante la cuarta representación de esta obra, porque estaba realmente agotado por todo el trabajo de más de un año y medio para montar, producir y resolver todos los problemas que tenía en torno a esta representación. Es una obra en la cual concentró todo el savoir faire de una vida: puso comedia italiana, pero también un casamiento forzado, es decir, la obligación para su hija de desposar un médico porque tiene miedo a la muerte, hay también una historia de captación de herencia, es decir, comedia burguesa, y por supuesto filosofía. Estamos en el pensamiento elevado de Mollière y del destino del hombre frente a la vida, frente a la muerte. y el diálogo filosófico del enfermo con su hermano en el cual ha tomado prestadas ciertas ideas de Montaigne y de varios filósofos que han influenciado mucho el espíritu francés. Es una obra magistral que tiene una gran actualidad porque vemos mujeres obrando, pero mujeres que no están para nada en posición de debilidad. Es Toinette la que tira de todos los hilos. Ese personaje de Toinette…
— ..la criada, la empleada doméstica.
— … es realmente increíble, es la criada pero tiene una palabra totalmente libre. El patrón, el enfermo imaginario, trata de hacerla callar, pero ella tiene tanto ingenio, tanta inteligencia, que logra, al final, dar vuelta toda la situación. Esto es muy infrecuente, porque en el teatro de la época es una intervención divina o una intervención del rey o algo del más allá lo que trae la solución y con frecuencia obras como La escuela de mujeres o El Misántropo o Tartufo terminan bien porque el rey interviene al final pero en El enfermo imaginario es Toinette la que da vuelta toda la situación y hay muchos otros personajes femeninos importantes…
— Quería preguntarle si ese recurso a la persona sencilla, la persona del pueblo, que al final por su sentido común se revela mucho más inteligente o más realista que la gente formada… ese recurso a la voz del pueblo, por decirlo de un modo tal vez exagerado ¿es algo corriente en la época?
— No, es algo revolucionario, algo filosófico muy poderoso porque lo que demuestra Molière es que incluso si hay una dictadura no se puede evitar a los hombres ser seres humanos. Los hombres tienen un pensamiento, son seres humanos que logran pese a todo liberarse de sus cadenas.
— ¿Qué representa la obsesión del personaje central por su salud?
— Lo que creo que es muy cautivante es que uno se reconoce en esta necesidad de tratamiento, de medicamentos, de píldoras, de cosas para retrasar la vejez, tonificarse, curar pequeñas nanas y, sobre todo, para extender la vida por largos años. Eso es realmente el hombre contemporáneo y la otra cosa muy contemporánea en la obra es que desde el comienzo se habla de dinero. Y el dinero y el cuerpo es lo que me decidió a dar en una puesta moderna de este espectáculo porque no hay nada más contemporáneo. Apenas se prende la tele, nos hablan de cuerpos, de fútbol, de tenis, y de dinero, de la economía, de la bolsa. El cuerpo y el dinero son los temas que están permanentemente, que estamos buscando siempre, y Molière lo señaló muy bien. El personaje cuenta su dinero, quiere muchos medicamentos pero son muy caros, es avaro… Entonces, como dije, pone aquí todas sus obras, El Misántropo, Tartufo, La escuela de mujeres, El avaro, todo eso está puesto en una sola obra que se llama iEl enfermo imaginario /ien la que aborda todos los temas difíciles o bien en los intervalos donde hay canciones: Están también los falsos médicos que le dan el título, que lo coronan médico en una ceremonia completamente alucinante, para hacerle creer que con simplemente un sombrero y una gran capa se convierte en médico, no hay necesidad de estudio…
— ¿Hay un gran desprecio hacia la medicina en esta obra?
— No, no es la medicina lo que ataca sino lo ridículo de la medicina, es decir, la medicina que se toma a sí misma demasiado en serio, que no presta demasiada atención al hombre, la que se vende a un tratamiento tan violento que la gente muere no de la enfermedad sino del tratamiento. Yo puedo dar fe de eso: cuando estuve gravemente enfermo, soporté tratamiento súper duros y menos mal que hago algo de deporte, que camino, porque mi amigo médico me dijo que si yo no hubiese estado saludable no habría sobrevivido a la enfermedad. Por lo tanto, cuando se está enfermo hay que tener buena salud (risas).
— Claro, para soportar…
— …la enfermedad y los médicos y los tratamientos y esto no ha cambiado desde la época de Molière. Una de las razones fundamentales es nuestra impaciencia que arruina todo porque cuando estamos enfermos queremos una reparación en una semana, en tres días, exigimos que nos den algo que nos permita rápidamente de pie, pero la naturaleza tiene otro ritmo…
— A veces es mejor dejar que la enfermedad haga su ciclo…
— Exactamente, hay que darle tiempo al tiempo, hay que dejar al cuerpo, si ha atrapado un virus, el tiempo necesario para eliminarlo y tener la inteligencia de no querer trabajar demasiado cuando uno está enfermo. Hay que decirse, bueno, la vida es muy larga, se puede tomar el tiempo, cuando se está enfermo, el necesario para curarse. Es una lección muy simple que da Molière a través del tiempo; es sobre todo un gran dominio de los procesos humanos, de todo lo que nuestra vanidad pone por delante, de la vanidad de los médicos que quieren dominar a los enfermos.
— Moliere es un verdadero clásico porque no envejece, dice usted. Pero también me decía que nunca había hecho teatro clásico. ¿Cómo fue que…?
— Yo monto principalmente autores contemporáneos desde siempre. Trabajé en la Comedia Francesa, en el Teatro Nacional de Chaillot, en todos los grandes teatros de París, en el Teatro de la Ville, y siempre me pidieron hacer autores vivos y contemporáneos, y luego, como le decía, estuve gravemente enfermo y me encontré por mucho tiempo en el hospital y para hacerme reír mis amigos me trajeron El enfermo imaginario: "mira esto, tal vez te guste". Estaba en mi cuarto de hospital y me reía y los otros pacientes me decían "de qué te ríes" y entonces les leí la obra y vi que lograba entusiasmar a gente que estaba en cama, gente que iba a morir, les daba mucha risa. Entonces cuando salí de ese hospital, gracias a Dios, decidí montar esta obra. Y me llevó un cierto tiempo reunir a los artistas que quería, y luego convoqué a un músico contemporáneo para hacer nueva música para los intermezzos, un coreógrafo para crear las danzas y las coreografías apropiadas, y montamos este espectáculo que ha sido un gran éxito porque ya hemos dado 280 funciones en el exterior y ahora tendremos el placer de actuar en la temporada internacional del Teatro San Martín.
— Recuerdo haberme reído mucho leyendo El médico a palos, no me acuerdo de la trama pero sí que me reí realmente.
— Es una pieza genial. El tema de la medicina fue abordado muchas veces por Molière, es algo en lo que se luce, y su obra maestra es El enfermo imaginario porque allí logró dar una percepción muy moderna y muy irónica, ridícula, de la medicina y nos hace reír de los poderosos, porque en definitiva somos muy impotentes frente al médico, escuchamos, tomamos los remedios que nos ordenan, pero Molière no es así, quiere no tener que recurrir a tratamientos, a remedios que considera muy violentos. La medicina de la época es muy violenta.
— Para terminar, volvamos al tema de las mujeres, ya que está de moda. Tenemos un casamiento forzado y la rebelión de una mujer. ¿Es una gran transgresión para la época?
— Molière no esperó a que las mujeres estuvieran de moda para ponerlas en primer plano. En estos textos que son del siglo XVII, hay una libertad de acción, una voluntad de liberarse, de emanciparse, totalmente revolucionaria para la época. Cuando presentamos esta obra en África, especialmente en países musulmanes, puedo asegurar que para las muchachas que asistían al espectáculo, con velo, el casamiento forzado no es una broma del siglo XVII, el padre que decide con quien se van a casar es una realidad cotidiana, y de hecho, esas chicas lloraban y reían al mismo tiempo durante el espectáculo.
— ¿Cuántas personas vendrán para esta puesta?
— Somos una troupe de quince y hacemos trabajar actualmente a tres niñas de Buenos Aires, la primera semana hay una niña que viene de París, para jugar el rol de Louison, la hija más pequeña del enfermo imaginario, de 8 años, que en la segunda semana será interpretada por niñas de Buenos Aires. Hicimos una selección, y tenemos un profesor que las hizo trabajar todos los miércoles, y yo mismo trabajé con ellas durante tres días, y su gran premiere será el 12 de junio. Pero nosotros empezamos el 8 y 9 de junio.
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