Por Guillermo Heras
El pasado día 19 asistí en Madrid en la Real Academia de la Lengua a la toma de posesión de su sillón de Académico del gran dramaturgo Juan Mayorga. Días antes, en la Sala Andamio 90 de la calle Paraná había estrenado como director una de las más importantes y bellas obras de este autor La paz perpetua. Estos dos hechos concatenados me llevaron a reflexionar sobre mi profunda relación con Juan, remontándose esta a finales de los años 80 cuando yo dirigía el Centro Nacional de Nuevas Tendencia Escénicas y él estaba terminando sus tesis doctorales en matemáticas y filosofía.
Todo un cerebro que, sin embargo, ya en sus primeros textos me sorprendió por la profunda teatralidad con que encaraba temas que, en otras manos, podrían pecar de retóricos o pretenciosos. Pero es que Juan siempre ha sido un gran amante del teatro, tanto leído como representado, y en esos años 80 que Madrid despertaba a una cultura libre y renovada, él se movía por las salas teatrales ávido de aprender en las tablas, algo que complementaba acudiendo a talleres de dramaturgia con maestros como José Sanchis Sinesterra o Marco Antonio de la Parra. Yo tuve la fortuna de invitarlo a uno de esos talleres de donde, con el paso del tiempo, se crearía el colectivo teatral "EL ASTILLERO", en el que Juan tuvo un protagonismo muy importante.
En mi larga relación con él creo que ya he montado sus obras en cerca de 12 ocasiones, algunas con estrenos en Buenos Aires, tales como El traductor de Blumemberg en el Cervantes o El crítico en el San Martin. Su obra Cartas de amor a Stalin la he puesto en escena en cuatro países diferentes. Tener una dramaturgia contemporánea cercana es siempre un tesoro para un director de escena.
Llevaba años desde que vi su estreno en Madrid y deseando hacer mi propio montaje de La paz perpetua. Y los hados han sido propicios al juntarse un espacio mágico como es Andamio 90, la ayuda del CCEBA para realizar esta aventura y un magnífico equipo creativo que me ha acompañado en el mes y medio de intensos ensayos antes de su estreno el 7 de mayo. Sin estos actores, Francisco Donovan, Mariano Mandetta, Gustavo Pardi, Julián Pucheta, Carlos Sims y Pedro Risi, junto a la enorme tarea de Natacha Delgado, no habría podido llevarse a cabo esta experiencia de teatro independiente en esta excitante ciudad teatral que es Buenos Aires.
La paz perpetua, escrita a partir del referente del polémico tratado de Emmanuel Kant, es una certera parábola de alguna de las atrocidades de nuestra actual sociedad. ¿Cuáles son los límites que el Estado tiene para controlarnos? ¿Todo debe estar permitido? ¿Frases como "daños colaterales" no son una enorme atrocidad? ¿Cómo se combate al terrorismo desde los aparatos del Estado? ¿No tiene el ser humano un gran componente de animalidad?
Mayorga nos presenta su fabula moral a través de su estrategia cervantina, donde el humor está muy presente a lo largo de su propuesta textual que, personalmente, he intentado que esté muy presente en su representación. Estos personajes nos hablan a través de su corporalidad animal de perros (recordemos el referente de Cervantes en El coloquio de los perros), pero en realidad son mucho más humanos que el propio HOMBRE que aparece en el relato escénico.
En este mundo en que vivimos donde la postverdad convive con los atentados terroristas en cualquier parte del mundo, junto a unos jefes de Gobierno que nos están devolviendo a los más oscuros movimientos totalitarios de los años treinta del siglo pasado, luchar por un puesto de trabajo como detector de terroristas nos parece algo tan normal como cualquier otro oficio tradicional. ¿No es esto una gran obscenidad? ¿Cuáles son los límites de la democracia para no jugar con el interés común? ¿Quiénes son los buenos y los malos?
No son preguntas fáciles de contestar. Juan Mayorga es un pensador, pero es también un dramaturgo comprometido con la realidad de nuestros días, por eso su acertado equilibrio entre discurso y teatralidad. Nuestro montaje quiere ser abierto y basado en la esencialidad del teatro: unos actores viviendo un texto en un espacio escénico a través de todos sus recursos vocales y corporales. Una ceremonia básica que adquiera todo su sentido en la comunicación con unos espectadores de hoy que entiendan que debe ser cómplice activo de la propuesta escénica.
Filosofía, humor y fábula, son nuestras modestas proposiciones que transitamos en este espectáculo para representar un texto de indudable valor social y artístico en la dramaturgia iberoamericana contemporánea.
*La paz perpetua
Funciones: martes 20 hs
Dónde: Andamio ´90
Dirección: Paraná 660, Buenos Aires – Argentina
Entradas: $ 300,00 / Estud y Jubil $ 250,00
Informes y reservas: 4373-5670
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