“Diseño en acción”: cuando la arquitectura alerta, critica y toma posición

En Fundación Proa, en el tanguero Caminito de La Boca, se exhibe una peculiar muestra que conjuga disciplinas profesionales que reflexionan sobre los problemas sociales que generan las leyes que regulan los espacios urbanos. “Es necesario que arquitectos y diseñadores tomemos una posición”, asegura el curador

(Patricio Pidal)

En la muestra que actualmente se exhibe en Fundación Proa, en La Boca, se conjugaron la arquitectura, el diseño de cerámica y el de indumentaria para ocupar las salas en una experiencia estética y política llamada iDiseño en acción/i. Los dos pisos del museo están ocupados por una sala que recrea in situ los problemas urbanísticos que crean las nuevas regulaciones en la ciudad, otra muestra el proceso de creación de la cerámica y la última se detiene en las connotaciones políticas de la moda más reciente o posible. La parte dedicada a la arquitectura cobra especial interés ya que se trata de instalaciones "urgentes": si la regulación que permite la construcción de departamentos de 18 metros cuadrados fue aprobada en 2018, diversos estudios de arquitectos señalan los problemas que tal legislación supone. Infobae Cultura conversó con Martín Huberman, arquitecto y curador de la sección, que brinda una mirada política sobre recreaciones de problemas acuciantes en el escenario de un espacio de arte contemporáneo.

–Esta muestra se realiza en un museo, pero la parte de arquitectura no tiene una presentación usual para las exhibiciones de la disciplina. ¿Cuál es el concepto?

–La tradición de que la arquitectura es una bella arte se basa en que se enseñaba en las mismas escuelas de bellas artes. Cuando se disociaron y aparece la conexión más explícita con la técnica y el diseño se desarma la idea de que la arquitectura forma parte de un elemento cultural. Mi enfoque al respecto es que la pérdida del espacio de la arquitectura como un actor cultural de la ciudad es negativo para la propia ciudad. Buenos Aires muchas veces se vanagloria de ser la París de Sudamérica haciendo una comparación sobre la belleza de sus edificios, es decir, su arquitectura. Hoy se puede entender la arquitectura, sobre todo después de la crisis de 2001, como una actividad regulada por el mercado especulativo: la gente pierde confianza en los bancos y los ladrillos empiezan a tener un rango de salvataje de tener propiedades que siempre aumentan su valor. Entonces se empiezan a poner los ahorros en inversiones en propiedades inmobiliarias. Ahora, si no hay nadie velando por la calidad de lo que estamos construyendo, el mercado regula la forma de habitar: no me importa que la casa esté buena, sino que sea un buen negocio. Y es un mercado bastante voraz que rompe con la vieja tradición construida con buenos edificios, por eso es fundamental que la arquitectura vuelva a formar parte de la discusión cultural de Buenos Aires. Y por eso es la primera vez que se hace una muestra de arquitectura de este calibre en un museo pero no por el tamaño, sino por el enfoque y porque plantea una agenda. En general, las muestras sobre arquitectura exponen planos y maquetas de edificios, es como ir a la ópera y que, en lugar de sentarte a escuchar, te den la partitura para que leas. En este tipo de muestras la obra arquitectónica está lejos, no se vivencia, se entiende a partir de las anotaciones. Y es un acto intelectual que implica un lenguaje muy complejo, muchas veces. Cuando pensamos esta muestra buscamos interpelar al usuario desde la cualidad específica de la arquitectura y que lo toque a partir de la piel, que pueda sentir el espacio.

Martín Huberman

–En ese sentido, la construcción de un departamento de 18 metros cuadrados, ¿seguiría este curso de pensar la arquitectura como inversión?

–Esa parte de la muestra intenta hacer ver cómo el código de construcción urbana regula la forma en la que vivimos y cómo ese código por lo general deja agujeros. Tratamos de visibilizar las agendas que están ocultas en la redacción del código. Hay una agenda política que intenta que la ciudad duplique su población, pasar de tres millones a seis millones de habitantes en una situación de poca accesibilidad al crédito para la vivienda que produce que prolifere en Buenos Aires la vivienda mínima, que hoy cuesta entre cien y ciento veinte mil dólares para un monoambiente de 27 metros cuadrados. Con esta nueva tipología aún más mínima se especula con que ese precio baje a la mitad. Eso plantea una problemática de orden especulativo inmobiliario donde todo lo que el código regula tiende a lo mínimo, no hacia la calidad del espacio. Para el desarrollador está bien porque donde antes podía poner dos monoambientes sobre la fachada hoy puede poner tres monoambientes. Y el usuario no lee el código: por ejemplo, el esquema de ventilación no es fácil de comprender para quien no fue educado en las disciplinas de la arquitectura y el diseño. Por eso decidimos construir el modelo "1 en 1" para que la gente entienda la espacialidad, la sienta y se dé cuenta de qué es lo que se viene en el futuro inmediato.

(Patricio Pidal)

–Eso significaría aumentar una población de Buenos Aires que permanece en tres millones desde hace décadas.

–Por primera vez en la historia de la humanidad, y desde hace alrededor de cinco años, la población urbana es mayor que la rural. Hoy la ciudad es el mecanismo esencial y necesario para la vida de las personas. Es estratégico. Tener un hospital a cinco cuadras es mucho mejor que tenerlo a cincuenta kilómetros. Tener el colegio a tres cuadras que a veinte kilómetros.

–Pero una perspectiva de esta naturaleza plantea una reforma de la ciudad en términos de transporte, energía, todo…

–Si no se regula en pos de esa perspectiva, como sucede con los códigos que se aprueban hoy, queda la posibilidad de no enfrentar las problemáticas a futuro. Se trata de plantearse los problemas que puede generar este tipo de regulaciones. La unidad de 18 metros cuadrados, de 21 metros cuadrados al incluir el baño, plantea el problema de que no va a entrar toda la vida del usuario ahí. Pero la ley no regula sobre dónde se va a tener que hacer toda esa otra vida. La ley no pone los lugares de reunión, de estudio, para guardar la bicicleta. Lo mismo pasa con la basura o con las políticas de compra excesiva de aires acondicionados sin una política energética que acompañe ese aumento del consumo. O el crecimiento de la cantidad de autos. Los chicos del estudio Fram investigaron el plan Procrear y concluyeron que para acceder a esos créditos en los casos estudiados implicaba cambiar la vida entera, dejar la ciudad e ir a los suburbios. Todos los casos implicaban una mudanza a más de 40 kilómetros de donde vivían originalmente, por el precio de los lotes. Era una herramienta de gentrificación. Es necesario que los arquitectos y diseñadores tomemos una posición, participemos de una agenda sobre lo que está pasando y lo que va a pasar.

(Patricio Pidal)

–El problema de la gentrificación es doble, porque por un lado expulsa habitantes de ciertos espacios de las ciudades que, por otro lado, son tomados por sectores más pudientes.

–La videoinstalación de CCPM que trabaja sobre la ley que permite que usuarios habitacionales, comerciales o industriales puedan producir energía, inyectarla a la red y que les paguen por eso genera un escenario similar a ese. La ley regula esa posibilidad pero no las intermediaciones de los usuarios. La video instalación toma a la Vuelta de Rocha, que está justo frente a Proa, como un escenario posible de estos conflictos. Donde la ley dice que se pueda generar energía, del mismo modo que la superpoblación de aires acondicionados también supusiera que se le tirara todo el calor al aire de la ciudad, se podrá usar la medianera para poner un panel solar pasando por encima del vecino, que quizás también tenga un panel solar. Y cuando se sanee el Riachuelo, un río abierto de carácter urbano, habrá una estructura de conflicto especulativo.

(Patricio Pidal)

–Los videos de CaZa plantean una crítica interesante y divertida sobre los departamentos mínimos.

–Hicieron un relevamiento sobre cómo los medios levantaban la noticia sobre estos departamentos de 18 metros cuadrados. Usaron frases publicadas en diarios y revistas como: "Es una vivienda para aquel que sólo ve Netflix y come delivery". Ellas diseñan entonces una tipología frente a esa frase, que muestra cómo los medios cancelan el conflicto que estas unidades mínimas plantean. Esos departamentos no están pensados para una familia, pero si eventualmente se crea una familia y sus habitantes no tienen recursos para mudarse, se las van a ingeniar para colgar la cuna en algún lugar. Con un diseño más sofisticado, se va a generar el hacinamiento que existe hoy, por ejemplo, en una villa miseria. Entender los conflictos genera nuevas miradas sobre estas leyes que regulan el universo de la ciudad. No nos podemos hacer los boludos y sólo ejercer nuestro conocimiento para la realización de los escenarios que marca la ley, sino también intervenir.

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