Si algo fractura la máscara de shopping literario de la Feria del Libro, ese algo es la edición independiente. Como en cualquier centro comercial metropolitano, la gente entra, pasea, mira, chusmea, y a veces compra libros —en mucho casos, la única compra literaria del año—. ¿Y qué es lo que realmente se lleva? Desde luego, las ventas mayoritarias las tienen las librerías de cadena y los grandes grupos editoriales por su nivel de exposición. Sin embargo, sobre este gigantesco mostrador montado en La Rural, la edición independiente propone un catálogo arriesgado, revelador y, en muchos casos, de vanguardia.
Pero la pregunta es también otra: ¿cómo se está viviendo la Feria del Libro en medio de una crisis económica que se profundiza mes a mes? En principio, resistiendo, desde luego, pero sin perder el ingenio. Han encontrado la forma de tener una presencia cada vez más importante. Se han unido entre varias editoriales, se han colectivizado, para formar un stand, que no es uno solo, sino varios. Por ejemplo, en el número 627 está La Coop. Lo atiende Iván Kazi, hoy de camisa floreada, con "la postura de que estamos acá, que existimos, que hay otra manera de trabajar y de ver el mundo editorial; es más eso que una cuestión de rédito económico".
A unos metros, Carbono, el 727. "Hemos encontrado un lugar para meternos en los intersticios de la Feria que son estos stands colectivos. Hubo que hacerlo por los costados. Este stand, que debería ser para una editorial, nosotros lo compartimos entre siete u ocho", cuenta Leandro Donoso, editor de Gourmet Musical, y continúa: "Muchas de las cosas más interesantes que se están publicando en Argentina y en Latinoamérica vienen de editoriales pequeñas que trabajan con otros conceptos, con otro tipo de dedicación, con otro tipo de búsqueda y con otro tipo de riesgo".
La categoría quedó: editoriales independientes. Sin embargo, todo lo que se fosiliza en el lenguaje pierde algunos sentidos. Salvador Cristofaro, editor de Fiordo, lo señala. Estamos en el stand 1915, Sólidos Platónicos, cerca de la entrada por Avenida Cerviño. "No somos independientes de un sistema, somos parte", sentencia. El asunto es que si bien "la rentabilidad está y es la base para que el proyecto siga funcionando", Cristofaro asegura que "no es lo único"; y en lo que se destaca este tipo de edición es en la propuesta de "un catálogo más diverso, donde hay un poco más de riesgo tal vez".
Hace cuatro años, la Feria del Libro cuenta con el Nuevo Barrio, un lugar donde participan doce editoriales de Argentina y del exterior con stand propio que exhiben por primera vez sus catálogos o que regresan luego de haber discontinuado su presencia. Entre esas doce, Analía García de Amanuense, editorial uruguaya, cuenta que "la intención es dar a conocerse. Es importante que no sólo los lectores sino también libreros y la gente del sector conozcan a las editoriales más chiquitas". Algo similar ocurre en el stand de la Ciudad —aunque con menor magnitud, claro—, que cuenta con un lugar dedicado al sector. Son 25 editoriales en total y entre ellas se encuentran Ediciones en Danza, QEJA y Bärenhaus.
Otra "colectividad" está en El Salto, el stand 427, donde son ocho editoriales agrupadas. "Cuantas más seamos las voces que podamos poner productos en el mundo, más justo y más democrático va a ser ese conocimiento o esa palabra que está circulando", comenta Juan Manuel Garrido, editor de Abre y El gato y la caja. Para Néstor González, editor de Las Cuarenta (stand 626) la Feria es "un lugar de legitimación" y el objetivo es "dar visibilidad a un catálogo que tiene menos circulación que las editoriales más grandes".
En este sentido, y pese a todo, el sector crece, gana presencia y podría decirse que no se trata de un fenómeno pasajero —lleva casi veinte años el "boom" de la edición independiente— sino de una parte constitutiva e identitaria del mercado editorial. Sin embargo, la crisis avanza y asusta. Lo ha dicho la presidenta de la Fundación María Teresa Carbano en su discurso de apertura de la Feria: el primer trimestre de 2019 fue el peor de los últimos cinco años. Frente a este panorama, ¿cómo resisten los que viven resistiendo?
"Es un año malo, en general para el país, después de otro año malo y de otro año malo y de otro año malo. Esperamos cubrir los costos. Hay menos gente, menos capacidad de compra, mucha tarjeta, mucha financiación", explica Donoso sobre los hábitos de consumo, mientras que Cristofaro cuenta que "la Feria arrancó bastante floja en ventas. Las jornadas profesionales no fueron malas, pero sí hubo menos gente. La primera semana, como también agarró fin de mes, no fue muy buena. Pero en el arranque de mayo levantó un poco, viene reputando".
"Las ventas vienen tranquilas. La gente pasea y compra menos. Es lo que todos sabemos: el contexto económico hace que las ventas sean menores a las de otros años", dice Néstor González. Y continúa: "En las jornadas profesionales, donde viene gente de todo el país y también de otros países, la proyección general es de un 20% por debajo del año anterior". No es el caso de Analía García, que viene de Uruguay y participa de Nuevo Barrio. O al menos, no tan así. "Las ventas vienen bien. En esta editorial vinimos con pocas expectativas, más que nada vinimos a ver qué onda. No es una gran cantidad de ventas pero se cumplieron las expectativas", comenta.
"Se nota un descenso considerable del consumo —sostiene Kazi— pero es algo que se viene arrastrando de dos o tres años atrás. Cada año hay más gente. Si bien la cantidad de ejemplares vendidos es más y la plata también, es una comparación que no se puede hacer porque es otra moneda. Y estamos malabareando con los números, como siempre". Malabaristas, eso son. Y poco a poco tienen un lugar más importante en el espectáculo circense de la literatura.
VIDEO:
Cámara: Lihue Althabe
Edición: Rocío Klipphan
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