La Llorona se pasea por las calles de Pinamar asustando a los turistas incrédulos que se la topan de frente. Entre las dunas de la playa, se escucha la risa diabólica de Pennywise, el payaso de IT. Leatherface, de La Masacre de Texas, persigue a unos chicos con su motosierra por un tenebroso camino de tierra. La máscara de Jason Voorhees, de Martes 13, se distingue iluminada entre los árboles. Una masa de zombies, que incluye desde niños hasta adultos, avanza por el bosque de la ciudad balnearia.
Así Pinamar se convirtió durante cuatro días –del 17 al 20 de abril– en un escenario de terror de la mano del Festival de Cine Blood Window, organizado por el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) junto con el Festival de Sitges y la Municipalidad. El evento contó con una concurrencia masiva: más de 20 mil personas disfrutaron de las películas de terror proyectadas en el Teatro de la Torre y en el medio del bosque y de las actividades especiales, según confiaron los organizadores a Infobae Cultura.
"En esta segunda edición, quisimos completar la propuesta de 2018 e instalar un evento de calidad dedicado al cine de género. Decidimos sumar un día más de programación y extender las actividades al bosque. Para nuestra sorpresa nos visitaron más de 20 mil personas, una señal de que el cine de género fantástico provoca curiosidad e interés en espectadores de todas las edades", aseguró el director artístico del festival, Javier Fernández Cuarto.
"Este ha sido nuestro segundo año de colaboración y es maravilloso, sobre todo la parte de comunidad y de cómo se ha conseguido crear ese espacio lúdico con las proyecciones y la ambientación en el bosque. El balance es extremadamente positivo porque se ha logrado reproducir uno de los elementos del cine fantástico, el bosque, junto con la concurrencia masiva del público", destacó, por su parte, la subdirectora de la Fundación Sitges, la española Mónica García Massagüe.
Por la tarde del sábado, una fila larguísima espera pacientemente en la entrada de la carpa del INCAA para lookearse como un muerto vivo. Dos chicos de unos 10 años posan con tres tajos ensangrentados en la cara, ponen las manos como si fueran garras y tiran las pupilas para atrás: "Mirá, papá, sacanos una foto como si fuéramos zombies".
Minutos más tarde, un multitudinario grupo de personas disfrazadas y maquilladas caminan con la misma pose por el bosque, comandados por un Drácula. Hay varios gritos y algunos llantos, aunque principalmente son zombies que ríen. Con esa caminata de muertos vivos que invadió Pinamar y una maratón que duró toda la noche, empezando con Gremlins a las 20 y terminando a las 7 de la mañana con Cuerpos Invadidos, de David Cronenberg, se dio cierre al festival.
"Es increíble, no pensamos que iba a estar tan bueno", dice una familia que llegó de Buenos Aires por Semana Santa. Su hija luce un disparo en la frente hecho con papel y pintura roja. Además de la carpa de maquillaje artístico y realidad virtual, hay un escenario con la música de los DJ Ezequiel Zucarino, Juan Pablo Marinovic, Alejandro Coca y Martín Labb y las visuales de Fernando Notari, y donde también se hizo un concurso de cosplay. Lo rodea un patio con food trucks. A la izquierda, un camino con un cartel que reza "Bienvenidos a la sala Crystal Lake" conduce en medio de los árboles al espacio al aire libre donde se proyectaron clásicos como Proyecto Blair Witch, Poltergeist, Carrie y El Exorcista.
Si el bosque ofreció la programación más popular y familiar del festival, en el Teatro de la Torre tocó la parte de culto. Con entrada libre y gratuita, se proyectaron 16 películas y una selección de cortos con lo más nuevo del cine del terror, bajo la curaduría de Sitges y la programación de Pablo Conde.
La cartelera incluyó desde la disruptiva Mandy, de Panos Cosmatos, hasta la aplaudida Muere, monstruo, muere, de Alejandro Fadel. También se adelantaron los trabajos de dos producciones nacionales: Los que vuelven, de Laura Casabé, y Bruja, de Marcelo Páez Cubells, con las actuaciones de Érica Rivas y Leticia Brédice.
El plato fuerte fue la visita del representante del giallo italiano, Sergio Stivaletti, quien trabajó con realizadores de la talla de Darío Argento y devino él mismo realizador. Ofreció el sábado una masterclass sobre efectos especiales y presentó su última película, Rabbia Furiosa: Er Canaro. El director venezolano Flavio Pedota, que presentó Infección, una alegoría versión zombie de la crisis en su país, y el subdirector del Festival de Sitges, Mike Hostench, fueron otros de los invitados.
En un momento, en la entrada del teatro antes de un panel sobre Factoría Fantástica Nacional, una señora se acercó a ver qué estaba pasando y huyó despavorida. "No es para mí", dijo y se fue en dirección a la playa. En su escape, inevitablemente se habrá topado con Jason, con la Llorona o con el loco de la motosierra. Porque todo Pinamar se tiñó de rojo durante el fin de semana largo y turistas y vecinos sin excepción quedaron aterrados. O mejor dicho, encantados. De yapa, para los que no pudieron viajar, del 22 al 26 de abril el cine fantástico y de terror se instalará en Buenos Aires, con la Semana de Sitges en el Gaumont.
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