Marta Minujín tardó más de un minuto y medio, por reloj, en transitar los 50 metros que la separaban del encuentro con los 20 vecinos que participaron de una recorrida especial por artebBa, donde ella hizo de anfitriona y guía, en una tarde repleta de historias, anécdotas y mucho "arte, arte, arte".
"Lo que yo les voy a contar no lo van a encontrar en ningún libro, eh, son anécdotas mías, cosas que viví en tantos año con otro artistas, en el país y afuera, ¿están de acuerdo'", comenzó. La respuesta fue unánime, un síiii efusivo.
Antes de ese inicio, al momento de su llegada, el caos se adueñó de la escena. Curiosos, sibaritas del arte, y más curiosos comenzaron a agolparse al ver su pelo blanco y su mono azul brilloso. "Marta, te amo", gritó un joven con esa impunidad que da la muchedumbre, y ella, con ese humor por momentos maternal, por momentos sardónico, le responde con un "Yo también". Es que su sola presencia se convierte en un imán, como sucede con las estrellas de rock, con las figuras importantes de la cultura -se las conozca en profundidad o no- y despierta una necesidad en todos por retratar el momento, por robar una selfie incómoda.
Así, todos con auriculares para poder oírla ante un bullicio, comenzó su recorrido junto a 20 vecinos que fueron elegidos por sorteo como parte de Experiencias BA, un programa que busca promover la participación ciudadana a través de convocatorias y actividades organizada por la Dirección General de Desarrollo Cultural y Creativo del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Junto a Minujín estuvo la crítica de arte Laura Batkis, quien con sus preguntas y comentarios llevaba los hilos de la recorrida.
La suerte puso a los vecinos, de los de alrededor de 6 mil que se anotaron, de diferentes profesiones, edades y barrios, como el arquitecto Alejandro Urta, quien "hace años que intenta pintar" y consideró la oportunidad como única para oír a Minujín. O a Mariana Jáuregui, administrativa, que si bien admitió "visitar museos de Argentina y el mundo cada vez que puede", visitaba arteBA "por primera vez". Y mejor debut no pudo tener.
Minujín recordó sus inicios en el arte, cuando "no existían en el país ferias de arte, solo galerías" y como cuando tenía 16 años conoció a Alberto Greco "en un momento en que las galerías se abrían al arte informalista, al action painting". De repente, se detiene, se produce un silencio: "¿Escuchan?, ¿sienten las vibraciones? Están viviendo el arte, ahora ustedes son partes de una gran obra de arte". Y retomó: "Ahora que no nos escucha nadie les cuento que no soy muy fanáticas de las ferias de arte. Hoy, se convirtieron en una Feria de Ansiedades, todos los galeristas quieren vender, las personas quieren comprar y no pueden".
El recorrido comenzó con la obra The explanation de Liliana Porter en galería Ruth Benzacar, donde reflexionó sobre cómo el escenario artístico cambió en las últimas décadas. "Ella hizo toda su carrera en Nueva York, yo me tuve que venir por mi hijo. Antes, vivir en Estados Unidos era muy importante para ser conocido, hoy se puede tener éxito en Argentina, todo está más conectado". Luego, en la misma galería comentó la pieza de Mariana Telleria Morir no es posible. "Me encanta Telleria. Esta obra es conceptual, lo bueno de esto es que te ayuda a pensar, busca que vayas más allá de lo que ves".
Continuó con Utopías modernistas II, de la chilena Valuspa Jarpa, en Mor Charpentier, que la llevó a reflexionar sobre las similitudes entre política y arte: "Los políticos también son artistas, pero que trabajan con el tema de las frustraciones porque quieren el poder y solo lo pueden alcanzar pocos".
Luego, siguió en Maman Fine Art, con un viejo conocido: Alberto Greco y su pintura El Rey petiso. "Nos conocimos cuando teníamos 16 años. Él era genial, parecido a Dalí. Quería ser reconocido, lo que producía muchos celos en otros artistas, porque decía 'yo soy genial', lo gritaba, y yo también lo soy, pero no lo digo".
"Alberto era único. Recuerdo una vez que fui a su departamento y en su habitación el piso estaba todo colorido, con una mezcla hecha de orín y pintura. O cuando en una muestra en Galería Bonino, expuso a una familia de trabajadores y un lustrabotas. Alberto era genial, pero tenía su lado depresivo. Muchas veces tuvo que ir a la clínica a buscarlo, llevarlo a la casa y ayudarlo a que se desintoxique. Pero además era generoso, muy generoso. Recuerdo que comenzó a vender muy bien y una tarde comenzó a tirar plata en la calle".
En ese mismo espacio, recordó a Pablo Suárez a través de su escultura Dormí tranquilo, a quien también conoció íntimamente a tal punto que estuvo el día que el artista encontró a su padre ahorcado. "Fue algo muy difícil, lo tocó profundamente".
"Lo que tenemos los artistas es que en la vida somos proclives a vivir cualquier peligro en cualquier momento. Tu mente es una esponja diferente que capta las ondas de los demos, entonces a veces la presión es tan grande que no lo soportás. Y algunos no lo aguantan".
Marta propuso un paso por Rubbens Internacional, donde recordó el movimiento de Nueva Figuración, que tuvo a Yuyo Noé como uno de sus máximos exponentes. El recorrido prosiguió en MCMC, donde se encuentra la obra sin título de Jorge de la Vega, que esa misma tarde era adquirida por más de 1,2 millones de dólares.
"Jorge era un arquitecto de traje perfecto, pero tenía un lado loco. Dormía siempre con la madre, que era gorda, gorda, gorda. Y cuando se emborrachaba perdía totalmente el control y se transformaba en otra persona, pero nunca pintaba cuando estaba borracho como otros artistas solo se perdía". Y agregó: "Él dejó de pintar porque era mucho más feliz cantando El gusanito con Nacha Guevara que pintando. Nos divertíamos mucho juntos, la vida de los artistas es muy sintomática".
La anteúltima parada fue en Roldán Moderno. Allí destacó a Antonio Berni, de quien dijo: Venía todos los días al Florida Garden donde estábamos y cuando nosotros explotamos en el Di Tella creando cosas totalmente insólitas para un museo de arte nos comenzó a copiar a los Pop. Cuando inauguré La Menesunda, sus cuadros estaban en el buffet del Di Tella y la gente ni los miraba e iba directo a La Menesunda, entonces ahí nos copió poniendo todos esos bichos, esos pájaros que salen mucho de los objetos que hacíamos nosotros".
"Berni era un pintor absolutamente popular, sus presentaciones eran una caja de Pandora, como un concierto", comentó Minujín mientras observaba Juanito en el basural, a lo que Batkis asevera: Como vos. Y ella, con esa rapidez que la caracteriza, respondió: "No, menos, porque no había redes sociales".
Allí, en el Cabinet pintado de verde de Nicolás García Uriburu, recordó: "Venía de una clase más alta, entonces lo mirábamos con desconfianza. Lo más interesante de él son las coloraciones de Venecia. Tiño el agua de verde, fue increíble".
El recorrido finalizó con una obra suya en Herlitzka + Faria. "Todos los días tengo que ir a mi taller y hacer estas cosas porque es más barato que terapia. El arte te protege. Hace 35 años que no voy ni a un médico, ni a un dentista, ni a nada. Quizá me estoy volviendo loca y no lo sé".
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