Una idea, un actor, una imagen que regresa, Ituzaingó. Con las más de 50 películas de Raúl Perrone se podría armar un mapa similar a una gran red neuronal, en la que a veces dos puntos distantes pueden unirse si se sigue el camino correcto, si se realizan las conexiones exactas. Esta particularidad de su obra, diversa y extraña, no solo se debe a ser el director de cine más independiente de todos los independiente, aunque reniegue -y con sus razones- del concepto, sino también por su manera única de trabajar y una voracidad por contar historias, una equivalente del escritor César Aira en la gran pantalla.
Perrone, uno de los nombres detrás de cámara fundamentales del Nuevo Cine Argentino, dialogó con Infobae Cultura sobre Ituzaingó V3rit4, el film que hoy, viernes 12 a las 20:20hs en Espacio INCAA del cine Gaumont, tiene su última pasada en la Competencia Oficial Argentina en la 21ª edición del BAFICI.
El director de la trilogía compuesta por Labios de churrasco (1994), Graciadió (1997) y 5 pal peso (1998), entre tantas otras, nació en Ituzaingó, lugar que es el escenario de todos sus filmes, convirtiéndola en su propia Cinecittà, concepto que no es ajeno en Ituzaingó V3rit4, que como se resalta desde el nombre es un regreso al Cine Verdad, con una estética de los '50 y '60, de anteojos de carey y pañuelos al viento, y en la que inevitablemente se producen viajes a grandes clásicos como La Dolce Vita.
–En Ituzaingó V3rit4 volvés a producir un cambio de registro, de estética, ¿a qué se debe esa necesidad de filmar películas unas tan diferentes a otras?
-Un poco lo ameritaba la película. El hacer todos los años una película me da la posibilidad de probar cosas. Si me detuviera únicamente en algo que funcionó me sentiría muy mal. El año pasado con Corsario, en Mar del Plata, con una cámara estenopeica y cuando pensé Ituzaingó V3rit4 se me vino un poco a la cabeza La Dolce Vita y me pareció que Ituzaingó era un lugar propicio. Si bien es el lugar de todas mis películas, tratar de convertirlo en eso era la idea.
–El filme retrata una parte de la industria del cine de manera crítica, pero también por momentos absurda.
-Quería mostrar un poco lo que es la hipocresía, la falsedad y un montón de cosas que hay dentro del cine, de los directores y los productores básicamente que son personajes siempre… raros. Me gustó mucho trabajar con Gustavo Prone y que tuviera como un reencuentro, pero a su vez también patético. Porque es de esos tipos que en vez de venir y decir 'bueno, mi carrera fue bárbara' realmente es patético, porque los tipos no tienen un mango, aborrecen el cine independiente, sueñan con películas de plata y están los estudiantes que hablan del Festival al Sur. Después está el Festival de Cannes, que yo lo hago el festival Il Can, el festival del perro. Es una gran ironía, hecha con mucho respeto, pero son todas las cosas que aborrezco del cine.
–Es una hipocresía bien aceitada, donde se aceptan las reglas y no hay cuestionamientos. Como un juego de apariencias constante donde las redes sociales tienen algo para decir sobre nosotros también.
–Yo creo que hoy la exposición mediática a hecho de que cualquier mamarracho se haga una figura. Decís dos estupideces en Instagram y te convertís en un influencer, ¿qué es un influencer? Ese tipo debería haber estudiado, laburado. Los youtubers, ¿qué son los youtubers? Yo lo vengo hablando mucho, es un tema constante en mí; el tema de la modernidad y la información y lo que son las redes sociales y las selfies. Todo el mundo saca selfies. Me pareció que los paparazzis hoy son superados por la selfie. Va un tipo con un celular, te graba algo en la calle, va a un canal e inmediatamente sale y lo conoce el mundo. Han cubierto una parte, pero que a su vez no deja de ser patética porque vemos a la gente posando todo el tiempo, ya no sabemos lo que es verdad y lo que es mentira. Me parece que hay una enfermedad en cuanto a eso que estaba bueno de mostrar. Y sobre todo tiene que ver con aquellas cosas que se creen y ellos se creen importantes con eso. Fijate lo que es Instagram, una obsesión constante, casi te diría que hasta obscena y patética por mostrar la intimidad gratuitamente, qué sentido tiene. Se ha perdido el misterio de poder conocer a la gente. Ya no hay misterios. Quería que la película tuviera toda esa trastienda de lo que la gente no puede ver, los actores que hablan de proyectos inimaginables.
En Ituzaingó V3rit4 los diálogos parecen forzados de tan naturales, los protagonistas componen personajes que componen personajes que componen personajes, como un eco que nunca se apaga y rebota de persona en persona, un baile de máscaras que refulgen bajo las luces de un flash de celular y que sueñan con realizar la próxima gran película del cine independiente y que rechazan todo lo comercial, pero que no dudan en aseverar que cambiarían su costado más artístico por un buen fajo de billetes y su nombre en marquesinas brillantes. Por estar al fin bajo esas luces que creen merecer a las que las fotos en reuniones pueden transportarlos.
–Hay una escena, la del Diario de un gato muerto, que es un resumen de todo esto que comentás, la hipocresía, el esnobismo, el de las ideas que de tan ridículas pueden considerarlas como originales.
-Lo del gato y el ropero te digo que es el 90% de lo creen estos pibes que salen a hacer cine. ¿Después sabés de lo que terminan trabajando? Hacen castings o de última atienden teléfonos. Es muy lamentable lo que pasa, porque no son auténticos. Hoy podemos agarrar una cámara, un celular, que todos te dicen 'tengo un 4K', ¿y?, ¿por qué no hacés algo con el 4K? No hacen nada, se sacan fotos entre ellos. Me parece que la tecnología hay que usarla bien, tiene un potencial inimaginable.
–Vos comenzaste tu carrera grabando en VHS y te gusta filmar con diferentes cámaras, sin seguir los mandatos de la tecnología, ¿por qué creés que los jóvenes no utilizan las herramientas que tienen a disposición?
-Van a saltar los fundamentalistas del cine y no es la primera vez que lo digo. Me parece que hoy no hace cine el que no quiere. O sea, si el prestigio significa hacer una película cada 10 ó 12 años estamos al horno. Vas a hacer cuatro películas, cinco en tu vida y te vas a morir. Me parece que hay muy poco tiempo en la vida, hay que disfrutarlo y hacer películas
–Tenés una opinión contundente con respecto al rótulo del cine independiente. Justamente porque decís que no se puede ser independiente cuando se recibe una cantidad de dinero para hacer algo y, de alguna manera u otra, en todo proceso industrial se termina afectando intereses. ¿Esa es la razón principal por la que tu sistema de trabajo está aislado de todo ese ecosistema?
-No me gusta nada que me condicionen. Por supuesto que hoy es mucho más fácil, de alguna manera, y difícil también que cuando yo empecé en los '90. Entonces era muy difícil hacer una película y era muy difícil que te tuvieran en cuenta si no lo hacías en 35MM. Y yo empecé haciendo video y me mantuve en eso y, de alguna manera, no me marginó, sino que me automarginé en el sentido de que yo quería laburar como quería laburar. De esa manera me costó un poco más, pero llegué donde quería y mucho más lejos. Yo soy un tipo que no va a festivales y sin embargo mis películas se dan en el mundo, eso no imposibilitó que mis películas se den. El viejo mito del 'y si no viene el director, no hay retrospectiva del tipo'. Y me han hecho retrospectivas y homenajes en muchas partes del mundo y Latinoamérica y yo estaba en mi casa haciendo otra película o dando charlar por Skype que eso de alguna manera me facilitó un poco más las cosas. Pero sigo manteniendo mi independencia, yo no tengo nadie que pueda gobernar o decir 'esto es así o esto es asá'. Elegí mi propio camino, yo no tengo nada que ver con el mundo del cine.
Es verdad que a Perrone no aparece en las fotos de las alfombras rojas de los festivales del mundo, ni utilizando anteojos de carey mientras abraza a la lolita del momento o con una copa de champagne en mano y una preparada sonrisa cómplice que se le escapa con algún mar europeo como telón de fondo. Pero sin embargo allí está, de alguna manera, como bien dice "haciendo otra película" mientras el Festival Internacional de Cine de Viena, la Viennale, la realizaba el tributo El hombre de Ituzaingó – el último independiente o la Universidad de Oxford le dedicó una retrospectiva sobre su obra y trayectoria.
–En la escena homenaje a La Dolce Vita, en la que los protagonistas imaginan una fuente y juegan que el agua es como una especie de declaración de principios, en la que el cine es un legado que va más allá de las posibilidades de lo que se puede hacer, el cine como un diálogo con el público sin artilugios.
-El haber hecho tanta películas me la posibilidad y de alguna manera la autoridad de poder decir que es todo una gran mentira, es todo una gran puesta en escena. Y también hay una gran mentira desde aquellos tipos que hacen cine y se la creen. El cine básicamente es imaginación, deseo, sueño. Si siento a dos personas a hablar y los hago hablar en francés, ¿quién te dice a vos que no están en Francia? Arranco con un plano de la torre Eiffel y voy ahí adentro, punto, ya está. No tengo que ir a Francia, va Francia el que tiene guista y quiere gastar. Yo no puedo ir a la Fontana di Trevi, entonces hago una puesta en escena de una plaza inimaginable sin agua, pero vos sabés lo que yo estoy contando ahí. Y lo que estoy contando ahí es más importante que si yo estuviera en la Fuente de Trevi. Vengo haciendo películas del 1800 en semi carrozas sin caballos, pero yo lo muestro de una manera que vos lo ves al caballo y lo escuchás. Y al caballo no se lo ve nunca, no necesito tenerlo, porque me sale plata. Entonces yo tengo que usar la imaginación al servicio de no tener dinero. Si lo tuviera y podría ir a hacer todo eso, estoy muy seguro de seguir haciendo lo que yo hago. Si yo tengo un castillo no voy a tener ganas de filmar, si yo me imagino un castillo, lo voy a soñar.
–Y en eso de soñar, como decías antes, la tecnología tiene un papel secundario. ¿Es un desafío filmar así o una motivación?
-Es lo que me mantiene vivo. A pesar de la tecnología y demás, en este momento estoy filmando una película en VHS. Yo hago todo lo contrario a lo que mandan los régimen del establishment. Está el tipo que te dice 'me compré la 4K' y yo le digo 'qué bueno, yo tengo la VHS' y lo voy a hacer igual. Después no sé qué va a pasar con eso, me parece que la jugada está en que vos puedas seguir haciendo cosas, tener ideas y después no importa con qué formato lo hacés. De todas maneras las películas tienen cada vez más calidad. Ituzaingó V3rit4 tiene una factura tremenda, estéticamente, de puesta en escena y demás, pero también me doy el lujo de firmar con una estenopeica, que es todo fuera de foco. Voy buscando. Yo no filmaría jamás en 35MM, es una mujer maquillada… No me conmueve.
–¿Cuáles son sus próximos proyectos?
-Estoy trabajando en tres proyectos. Una es del 1800, que se llama Oest3rn, va a durar casi cinco horas, es en capítulos, y está tanto el Marqués de Sade como un homenaje a los western de los años '20. También estamos en un proyecto de unos chicos que han tenido una vida muy difícil, de calle y demás, de 17, 18 años, que los encontré en Desarrollo Social de Ituzaingó, hice un casting ahí. Hicimos una película mostrando a estos pibes y no de la manera que la gente lo quiere ver, sino como pibes que se divierten en una pileta de la colonia de vacaciones y salen los relatos de vida que tienen, que las balas le pasaban por acá, y los robos y un montón de cosas más. Y después estoy en otra en VHS que son dos personas muy grandes en situación de calle, con sus carros y estoy contando una historia de amor entre ellos.
*ITUZAINGO V3RIT4
20:20hs en Espacio INCAA cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635
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