Durante 2015 y 2016 el científico Fernando Ventura modificó el ADN de algunas personas para indagar sobre sus traumas. La manipulación genética derivó en un caso policial resonante y un final trágico para el profesional.
Ventura es el protagonista de Sapos, el falso documental que Baltazar Tokman presenta en esta edición del BAFICI y que cuenta con las participaciones del hijo de un narcotraficante, un chico trans, la sobreviviente de un accidente y un stripper internacional. Todas personas reales que se interpretan a sí mismas y que, en un marco ficticio, reconstruyen sus historias con testimonios y material de archivo.
Cuenta Tokman que Sapos nació bajo la misma fórmula que empleó para concebir su película anterior, Casa Coraggio, que también exhibía tensiones entre la realidad y la ficción: "Me propuse buscar familias o personas que estuvieran dispuestas a contarme sus vidas y a llevarlas a un terreno más ficticio, jugar con eso y actuar su realidad".
"Recibí un montón de propuestas y seleccionamos las mejores historias. Le pusimos Sapos porque son un poco como los sapos de otro pozo, y a partir del nombre surge una historia estructural, que es la del científico que vincula todos estos universos", explica el director a Infobae Cultura.
—¿Cómo definiría el criterio de selección de los personajes?
—Un poco los elegí por el peso de sus historias personales. Me parece que son personas que quizás dentro de una lógica… A mí un poco me gusta jugar a ser un subnormal. Pienso que tener algo de locura es sano. Dentro de la lógica de lo que se debe ser y hacer no entrarían estas personas. Entonces me siento identificado con ellas. Me parece que son un espejo para que cada uno se mire y que quizás al principio piense que son freaks y después termine pensado ¿por qué yo voy a juzgarlo? Es como preguntarse: ¿Quién esta más loco, el que se pone un saco y corbata y va todos los días a trabajar, el que hace cosplay, el stripper o el que sea? El ser humano vive como puede y hace lo que puede de su vida. Elegí personajes que estuvieran un poco al borde para generar esta situación.
—¿Cómo fue el acercamiento con estas personas una vez que fueron seleccionadas?
—El acercamiento que hago es totalmente sincero. A partir de la honestidad y sinceridad puedo jugar al límite. Soy totalmente franco desde el principio. Por ahí hay mucha gente que escribe y quiere hacer una catarsis de su situación personal, pero yo soy muy claro: a mí lo que me interesa no es ayudar a las personas, como el científico, que un poco hace de alter ego, sino hacer una película, y hay un acto de egoísmo en esto. Yo estoy pensando en mi obra, pero al mismo tiempo estoy trabajando con personas reales que ponen a disposición sus traumas reales. Yo no les prometo nada sino que los invito a participar, y les digo que si participan está bueno que sea a fondo. En ese transitar, un poco las cosas se empiezan a mezclar y se van generando vínculos. Yo tengo por ahí cierto don, lo digo por lo que dicen los demás: todo el mundo se alucina o no puede creer de dónde saco a las personas, o cómo hago para convencerlas, y a mí me resulta natural. No tengo que hacer un esfuerzo para convencerlos, los invito a participar y les gusta la idea. Por ahora todos los experimentos que he hecho siempre son películas como parecidas, donde hay universos reales que ponen a disposición historias para convertirlas en películas.
—Señaló al protagonista como su alter ego y se refirió a las películas que hizo como experimentos. ¿Se siente un científico en alguna medida?
—En Sapos el científico experimenta con las historias personales, con el ADN de las personas, que son sus traumas, y yo experimento con las personas, con sus vestigios del pasado, sus cintas y sus memorias. No sé si me siento un científico, pero sí me siento un director de cine que experimenta, que le gusta el riesgo y que no le sale hacer otra cosa. En Casa Coraggio intenté hacer otra cosa, algo más normal, y no me salió.
—Está acostumbrado a poner en escena este límite difuso entre la realidad y la ficción. ¿Cómo concibe la relación entre ambos universos?
—Me gusta, me obsesiona y me fascina la realidad, me gustan las personas reales. Creo que detrás de cada persona siempre hay una historia para contar, que de cada una se podría extraer una película. Y también tiene que ver con cómo pienso la vida. Creo que tu vida es tu propia obra y tu obra es tu propia vida. La vida trato de vivirla sin prejuicios y sin tener que plantearme que hay una manera de vivir, porque no la hay. Cada uno vive como quiere. Entonces es un poco jugar a animarse a llevar el plano de la realidad a un lugar como más fantástico. Es animarse a vivir como un niño. Pero bueno, con la responsabilidad de un adulto, porque pareciera que todo es anárquico y lúdico pero hay también mucho trabajo detrás de cada proyecto.
—Sapos se estrenó como película y próximamente se va a emitir como serie. ¿Son productos distintos?
—Yo diría que es una obra. Fue una serie de docuficción del Incaa: tuvimos que entregar seis capítulos de 24 minutos. Después pensé una película en capítulos: presenté 126 minutos en el Festival de Málaga explicando que era un corte largo, y una vez que entró hice un ajuste que terminó siendo de 86 minutos, que es el mismo corte que presentamos en el BAFICI. Después tenemos el formato de serie con la UN3 como coproductor: van a ser 12 capítulos de 12 minutos que van a salir este año. Luego veremos dónde más sale. Se plantea: ¿es realidad o ficción? Es lo que quieras ver. Lo mismo: ¿es serie o película? Lo que vos quieras.
Funciones:
Viernes 12 de abril a las 15 – Multiplex Belgrano – Sala 3
Sábado 13 de abril a las 19 – Espacio Cultural Resurgimiento
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