Suiza es un país, se sabe, célebre por su neutralidad política, trenes a horario, escuelas de relojeros y chocolates que se disfrutan en prácticas de ski. También es, a juzgar por los acontecimientos que conciernen a un grupo abigarrado de escritores argentinos, una nación interesada por la literatura y sus confines. Días atrás se realizó el Festival de Literatura Argentina en Zurich organizado por la Literaturhaus de esa ciudad, que convocó a Selva Almada, Martín Caparrós, Leila Guerriero, Washington Cucurto, María Luque, Ariel Magnus, Alan Pauls, Claudia Piñeiro, Beatriz Sarlo y Samanta Schweblin, entre otros. Fueron tres jornadas prolíficas en mesas de debate, lecturas y hasta performances musicales para presentar la última novela gráfica de Luque, Noticias de pintores. El cierre del festival, que se realizó el domingo, tuvo como eje central el debate entre Sarlo y Caparrós, a partir de la pregunta que hizo la moderadora Gabriela Stöckli sobre la relación de la figura del escritor argentino con América Latina.
–La idea es que tengan una conversación y desarrollen su pensamiento sobre algunos temas. Luego de presentarlos, podría agregar que Beatriz es una especialista en tenis y Martín un especialista en fútbol…
Martín Caparrós: –Lo cual demuestra que tengo una pelota más grande.
–Me gustaría tirarles una primera pelota, ya sea de tenis o de fútbol. ¿Cómo ven la posición del escritor argentino ante Latinoamérica? Samantha Schweblin dijo acá que desde que vive en Berlín se considera más una escritora latinoamericana.
Beatriz Sarlo: –Quizás los argentinos hemos pasado muchos años sin reconocernos parte del continente latinoamericano. Dicho esto, sería necesario precisar un poco la cuestión porque ningún autor brasileño se considera escritor latinoamericano. Se considera escritor brasileño. Yo fui muy amiga de algunos grandes escritores mexicanos, como Carlos Monsiváis y él se consideraba escritor mexicano. México como parte de Latinoamérica. Y no vamos a decir que en México no había latinoamericanismo. Sin duda hubo grandes intelectuales que tuvieron siempre una perspectiva latinoamericana y voy a mencionar a uno que está casi olvidado porque cometió el error de morirse hace 35 años, que es Ángel Rama, el que era el gran intelectual de la gran revista uruguaya Marcha. Ángel Rama tenía una perspectiva latinoamericana: leía a los autores del boom latinoamericano y expandía ese fenómeno del boom, creado como sabe todo el mundo en Barcelona y no en Latinoamérica, a toda América Latina. Pero el gran crítico brasileño, para nombrar a un país que ha sido no nombrado en esta reunión, Antonio Candido, escribió una historia de la literatura brasileña y, en diálogo con Rama, decía: "Te dejo a vos Latinoamérica, yo tengo un continente tan grande como Latinoamérica en mi Brasil". Cosa que, uno piensa, también podría decir un intelectual mexicano. Me parece que es un lugar común decir que los argentinos no nos consideramos latinoamericanos. Quizás Latinoamérica sea más bien un concepto, como bien dice Samanta Schweblin, que se aprende afuera más que adentro de cada uno de los países. Porque en Europa sí nos ponen el casillero de "latinoamericano": somos todos un poquito más morochitos, hablamos todos con un cierto acento, no parecemos españoles. Pero habría que pensar qué es Latinoamérica y cuáles fueron sus utopías, que de eso podemos hablar también. Y para terminar, así como nadie acusaría a un británico de ser estrechamente insular porque su escritor de referencia es Shakespeare o Milton, o nadie acusaría a un italiano de ser estrechamente peninsular si su escritor de referencia es Dante, y eso sucede hasta hoy, hasta con Pasolini sucedió; los latinoamericanos también tenemos escritores locales de referencia. Sor Juana Inés de la Cruz, una escritora barroca que vivió en la corte de México y los argentinos, siempre más tardíos porque estamos al sur, tenemos a Borges que durante años, ya que no se pronunció su nombre en esta reunión, referenció la literatura argentina.
Me parece que es un lugar común el decir que los argentinos no nos consideramos latinoamericanos (Sarlo)
M.C.: –Si de verdad no se pronunció el nombre de Borges en esta reunión deberíamos anotar este momento como histórico de algo. Habría que chequearlo, pero es probable que haya sucedido y es sorprendente que haya sucedido, o al menos a mí me sorprende, pero yo de literatura argentina no sé nada. Estoy casi de acuerdo con lo que decís sobre Latinoamérica, que es una manera amable y correspondiente al respeto que te debo, de decir que no estoy de acuerdo. Por supuesto que cada escritor se siente antes que nada escritor de su país, pero me parece que hay una diferencia grande en la medida en que un mexicano, un colombiano, un venezolano, chileno o lo que sea, sienten que su ser mexicano, su ser colombiano, etcétera, implica en segunda instancia un ser latinoamericano. Suponen, es una parte significativa de ese ser mexicano o colombiano o chileno o peruano. En cambio los argentinos durante muchísimo tiempo pensamos que no. Pero yo creo que no es que pensamos por una cuestión de capricho, que también lo había por supuesto, sino porque vivíamos en un país cuyas variables más apreciables no eran latinoamericanas. Para sintetizarlo mucho, la polarización social, las desigualdades muy extremas y la ausencia de una clase media; el desinterés del Estado en la salud, la educación y la seguridad de sus miembros, el hecho de que eso fuera básicamente privado para los que lo necesitaban y desdeñable para los demás; todo eso no se verificaba en la Argentina. Pero empezó a verificarse poco a poco: si hubiera que poner un hecho fundacional simbólico creo que sería la Guerra de las Malvinas cuando entendimos que no éramos más que un país latinoamericano sólo porque los países latinoamericanos se hacían cargo de nuestra desgracia, mientras los demás se reían al lado de la pérfida Albión…
B.S.: –Y España…
M.C.: –Ah, porque son enemigos, cierto. Digo: empezó un lento proceso de latinoamericanización de la Argentina que en algún momento habría que investigar para ver qué efectos culturales y artísticos produce. Ya lleva casi treinta y pico de años, los mismos que lleva Rama muerto, y creo que es hora de empezar a leer en términos culturales y artísticos el efecto de la latinoamericanización. A mí me interesa cada vez más el tema de qué es América Latina. Yo me paso la vida diciendo que no formaba parte de eso, pero por otro lado, tengo la conciencia de que de algún modo sí y la curiosidad de que no sé a qué me refiero cuando digo: "Formo parte de eso". Llevo como un año tratando de trabajar sobre ese tema y me di cuenta de que el año que viene se cumplen cincuenta años del último gran relato unificado sobre América Latina que es Las venas abiertas de América Latina, que fue la última vez que hubo una tentativa de presentar una idea homogénea, completa de América latina. Se cumplen cincuenta años, son muchos años y no se ha producido o sintetizado una idea opuesta a esa. Por supuesto hay una cantidad de datos que circulan, pero no están sistematizados y me parece que es un momento interesante para pensar esa cuestión.
Con la Guerra de Malvinas entendimos que no éramos más que un país latinoamericano (Martín Caparros)
B.S.: –Sobre los cincuenta años de Las venas... Es cierto, es un bestseller y es un libro muy legible. Hay una historia latinoamericana completa que es la que escribió Tulio Halperin Donghi, el gran historiador latinoamericano. Es una historia fundamentada, por cierto es más difícil de leer, tienen que leerla los profesores antes que leerla los estudiantes mientras que Las venas abiertas… se les tira a los estudiantes y vaya a saber qué pasa con eso, después terminan interrumpiendo la llegada de ayuda a Venezuela. La historia de Tulio Halperin Donghi es una historia grande, pero no gigantesca, de quinientas o cuatrocientas páginas. Creo que es más corta que Las venas abiertas… si vamos al caso, más difícil pero existe una historia de América Latina…
M.C.: –Más cerrada que Las venas…
B.S.: –Existe una historia que es necesario colocar en relación con la literatura de ficción. Quizás hace cincuenta años nadie hubiera hablado de literatura argentina sin incorporar a Martínez Estrada. Hoy hemos pasado sobre el ensayo argentino como si no formara parte de un cuerpo de escritura que constituye una cultura del mismo modo que la literatura. En el caso de Tulio Halperín Donghi no sólo sus libros difíciles sino, si alguien quiere leer una invectiva contra el peronismo, puede leer lo que escribió en Argentina en el callejón.
–Beatriz, en tu libro iViajes,/i cuando hablás sobre un momento de conocimiento de algo inesperado lo llamás salto de programa. ¿Podrías desarrollar esta idea?
B.S: –Es una idea muy elemental. ¿Cuál es la observación que dicen los viajeros cuando vuelven de un viaje? "¿Sabés que estuvimos en París y descubrimos un restaurante genial?" o "Estuvimos en Italia y descubrimos un pueblito genial". Se usa el verbo descubrir. El viajero espera un cambio, por más leve que sea, en aquello que realizó. Mi salto de programa es que yo era completamente latinoamericanista. Porque latinoamericanismos hubo desde principios del siglo XX de manera ininterrumpida, como el de José Carlos Mariátegui, que teorizó la condición dependiente indígena y campesina del Perú como una condición latinoamericana. No estamos descubriendo el tomate.
M.C.: –El tomate, justamente…
B.S.: –El tomate sí lo descubrimos acá. Latinoamericanismos hubo siempre, de contenido ideológico diferente. Mi latinoamericanismo es el que surge con la revolución cubana, que es nuevo, pero no nuevo porque se dé por primera vez: debe ser el décimo en América Latina. Pero Cuba y La Habana… La Habana en un momento democrático en la década del sesenta era la meca de los escritores latinoamericanos. No mía, pero sí de los del boom en adelante. El latinoamericanismo de La Habana es el que yo heredo y hago esos viajes. Que es distinto al de Mariátegui y es distinto al de la década del veinte, que era el de la reforma universitaria que recorrió Latinoamérica y que fundó el APRA peruano. Latinoamericanismos hubo siempre.
M.C.: –Estuve en La Habana hace quince días, ya que hablabas de eso, si querés te cuento para que lloremos un rato. Lo subrayable de ese latinoamericanismo al que te referías encuentra en Las venas… el intento de darle las razones para ser un latinoamericanismo redentor. El conjunto de agravios históricos que hace legítimo levantarse, incluso en armas. Es una fase redentora del latinoamericanismo y constructora ya que fueron los últimos escritores que se dieron a la tarea de construir una Latinoamérica en sus ficciones. La idea de lo latinoamericano ahora son las historias de narcos. Latinoamérica es Netflix.
Hubo otro latinoamericanismo luego del de la Revolución Cubana que fue el del comandante Chávez, que fracasó. Nos guste o no (Beatriz Sarlo)
B.S.: –Hubo otro latinoamericanismo luego del de la Revolución Cubana que fue el del comandante Chávez, que fracasó. Nos guste o no. El comandante Chávez fue a un acto a Buenos Aires mientras George Bush estaba en Mar del Plata. Yo fui a cubrir el acto de Chávez como periodista. Chávez era un gran orador. El campo de fútbol estaba repleto. La gente tomaba vino en tetrabrik y tenía cigarrillos de marihuana y Chávez hablaba y hablaba y hablaba. En un momento pide un libro, a las dos horas y media de discurso, y ante ese público lee una carta del preceptor Simón Rodríguez a su niño custodiado Simón Bolívar escrita desde Londres a América Latina. Yo pensaba que no iba a escucharse ese texto porque nadie lee una carta a un público de comienzos del siglo XIX…
M.C.: –¿Nunca fuiste a una iglesia?
B.S.: –¡Eso era una iglesia! Y sin embargo Chávez logró el silencio para esa carta. Esa mezcla de carisma eclesiástico y latinoamericanismo puro y duro. A mí no me gusta, pero no describo sólo lo que me gusta.
M.C.: –Una pregunta, ¿no te parece que ese latinoamericanismo chavista era más o menos el mismo que el castrista?
B.S.: –Es el mismo. Con variaciones.
M.C.: –Como decías que era otro latinoamericanismo…
B.S.: –Era otro latinoamericanismo. "Tuvo otro hermano", ¿qué quiere decir? Que nació otro hermano.
M.C.: –Pero de la misma familia. Yo esperaba cambiar de familia.
B.S.: –"Tuvo otro hermano" quiere decir que nació otro hermano, vamos.
La costumbre de la polémica a veces se muestra reticente a hacerse presente entre los intelectuales argentinos. Como si la literatura no fuera un campo de disputa y, por el contrario, cada posición pudiera valer por sí misma sin confrontar con otras. No sucedió esto en Suiza, que en el imaginario social promueve la paz de las ideas. Luego de las intervenciones de dos de los más prestigiosos intelectuales argentinos de estos tiempos, la moderadora leyó pasajes del libro Viajes, de Sarlo, y El interior, de Caparrós. De ese modo se cerraron tres jornadas en Zurich, que por unos días vio interrumpido su ritmo de horarios exactos por la llegada de unos escritores argentinos dispuestos a debatir.
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