El cierre de la emblemática librería porteña Clásica y Moderna fue un mazazo. El espacio, con 80 años de historia, fue un faro al que acudieron Borges y Bioy, entre otros, y que durante la última dictadura cívica y militar se convirtió en un reducto abierto al debate, lo que lo transformó, además de otros factores, en una referencia ineludible de la cultura de la Ciudad.
La noticia del desalojo se propagó. Pero tras los lamentos y la indignación, se abrió un nuevo debate cuando Enrique Avogadro, Ministro de Cultura de la Ciudad, compartió en su cuenta de Twitter que van "a ayudar para mantener en marcha a un espacio central para la cultura de nuestra Ciudad". El eje entonces, con esa velocidad que permiten las redes sociales, se convirtió en si corresponde o no que el Estado ayude a un espacio privado, aún teniendo éste una rica tradición e identidad.
Nos juntamos recién con Fernando Monod, actual administrador de Clásica y Moderna. Vamos a ayudar para mantener en marcha a un espacio central para la cultura de nuestra Ciudad pic.twitter.com/MduqJgKHMN
— Enrique Avogadro (@eavogadro) February 20, 2019
Horas antes del encuentro con Avogadro, Fernando Monod, administrador de la librería, le dijo a Infobae Cultura que "el propietario debería ser la Ciudad, esa es la única manera en que lugares como éste y tantos otros no cierren nunca. No importa quién la administre, si unos no funcionan que vengan otros, pero la librería ya es un patrimonio. Esa sería la única manera de volverla eterna".
Para conocer diferentes posturas y posibles soluciones, Infobae Cultura dialogó con Avogadro y otros referentes de la cultura y la política, como Daniel Filmus, Diputado Nacional por la Ciudad; Darío Lopérfido, ex Ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires y director artístico del Teatro Colón, y el autor Federico Andahazi.
Tras el tuit de Avogadro, muchísimo usuarios sostuvieron que un espacio privado no debe ser solventado con el dinero del Estado; o sea, de los contribuyentes. Sin embargo, para Avogadro la librería no es un negocio más: "No cualquier lugar tiene 80 años de una presencia muy potente en la cultura de su ciudad como Clásica y Moderna. De hecho, hay espacios culturales que abren y cierran habitualmente. El cierre, lamentable, afectó a muchas personas porque se reconoce el valor específico que tiene, porque es parte del patrimonio".
Y Clásica y Moderna lo es. No solo por una cuestión, si se quiere, romántica, sino histórica y por eso, en 2013,fue declarada de "Interés Cultural", por parte de la legislatura de Buenos Aires. Pero, ¿debe el Estado hacerse cargo de una deuda entre privados? Para Avogadro la respuesta es sencilla: No.
"No sería correcto pagar el alquiler. El ideal sería otorgar un crédito para que paguen la deuda y así encontrar una solución de fondo, como también ayudar con la programación cultural a partir de actos en el edificio. O sea, ayudar de manera temporal para encontrar una solución de fondo".
Sin embargo, esa solución temporal no parecen nada sencilla. Antes de que la cartera de cultura porteña pueda intervenir se necesita un acuerdo entre los privados: el dueño del local y los inquilinos. "Vamos a acompañar de una manera transitoria, pero falta que se sienten con los dueños para ver si hay margen para estirar esta decisión", dice Avogadro.
Por otro lado, la deuda -que devino en desalojo y que debe solucionarse en el período de un mes de manera definitiva, por sí o por no- no sería el único impedimento para que Clásica y Moderna siga funcionando. De acuerdo a algunas versiones a las que Infobae Cultura tuvo acceso la valuación del local, ubicado en Avenida Callao al 800, resultaría en una tentación para sus locadores, quienes no verían con malos ojos vender el espacio para que se desarrolle algún proyecto inmobiliario. Interesados no faltan.
Filmus, por su parte, comentó que apoya las intenciones de Avogadro, pero no a cualquier costo: "No me cabe dudas que se deben defender los bienes que fueron declarados de 'Interés Cultural', sino desaparecería todo. Y hay dos temas a resolver: analizar y estudiar los mecanismos con los que se va a ayudar y cómo será ese acuerdo. Allí es cuestión de sentarse y discutir. Podés acordar que si tiene una situación económica difícil, que esa ayuda se devuelva en un tiempo determinado o, por ejemplo, que sean devueltos a la comunidad a través de actividades gratuitas".
Por su parte, Lopérfido manifestó no estar de acuerdo con la postura de la participación estatal: "Soy un poco escéptico. No creo que el Estado deba intervenir en los problemas societarios de una compañía. Entiendo el valor histórico y patrimonial de Clásica y Moderna. La librería tiene un problema importante, creo que Natu Poblet (NdR: su antigua dueña, fallecida en 2017) era una persona increíble y que podía llevar adelante todo y producía una empatía muy grande. Y es lo que pasa con las instituciones que pierden grandes líderes".
Es que más allá de la cuestión económica, Clásica y Moderna atraviesa una crisis existencial. Fernando Monod, ingeniero zootecnista de profesión, es el hermano de Alejandro Monod, marido de Poblet, quien tras la muerte de su esposa permaneció al frente de la librería por unos meses, pero debió ceder el control debido a una enfermedad: "Es un momento muy difícil. Me hice cargo de la librería el año pasado, debido a la enfermedad de mi hermano, y en diciembre nos enteramos de esta deuda y buscamos diferentes maneras de llegar a una solución que, al día de hoy, no encontramos". Avogadro también entiende que detrás de esta crisis hay una cuestión familiar: "Sin Natu, dejó de estar en el mapa de la cultura o lo hizo con menos fuerza y eso se notaba".
Confitería El Molino, ¿un ejemplo a seguir?
El ex Ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Daniel Filmus, está al frente de la Comisión de la también emblemática confitería El Molino, que quebró y estuvo abandonada por décadas hasta que "con la aceptación de todos los partidos políticos", explica, "se decidió que el Estado se haga cargo y le dé un uso cultural, porque es parte del patrimonio cultural".
"Por ejemplo, con la ley El Molino se pactó que el primer piso, como los subsuelos, serán destinados a usos comerciales y que el dinero que se saque de esa explotación vaya a la producción de las propuestas culturales de los pisos superiores", agrega.
Pero además llamó a proteger a todas las librerías, no solo a las históricas, a partir de algunas medidas que alivien su carga tributaria: "Las librerías están en crisis y hay que protegerlas, porque son el vehículo a través del cual los libros llegan a la mayor cantidad de gente. Nosotros propusimos un proyecto a partir de cual esperamos lograr que posean un descuento en el cobro de los servicios. Hay que realizar acciones ad hoc si efectivamente se quiere salvar el patrimonio, sea edilicio o inmaterial. Eso sí, si hay un aporte del Estado debe ser en beneficio del usufructo cultural de la ciudadanía, no de un privado".
Mecenazgo, una alternativa
El mecenazgo es un estilo de patrocinio, a partir del cual se le otorga una subvención a artistas -de pintores a escritores- o científicos, con el objetivo de permitirles desarrollar su obra. La Ciudad tiene una Ley de Mecenazgo (2264/06), conocida como Régimen de Promoción Cultural, a través de la cual los contribuyentes que tributan en el impuesto sobre los Ingresos Brutos pueden destinar parte del pago de los mismos a apoyar proyectos culturales.
Sin embargo, la ley apunta a personas o sociedades sin fines de lucro, aunque para Avogadro "no es imposible que la ley sirva para que un espacio como Clásica y Moderna pueda funcionar. Solo hay que ponerse creativo, se podría armar un festival, por ejemplo", aunque aclaró que el problema "es que se necesita una solución urgente y las inscripciones abren en abril y es un proceso de cuatro meses, en el que se deben cumplir ciertos pasos".
Para Lopérfido "los mecanismos de salvataje nunca terminan bien": "¿Después cómo sigue?, ¿eso recompone a la empresa? En realidad, lo ideal sería más que poner dinero del Estado, que además comprendamos que el mundo de las librerías está en crisis, con la aparición de los libros digitales. Por ejemplo, ahora en Nueva York, hay un problema con Strand, para mí la mejor librería del mundo, y que está localizada en una propiedad que hoy tiene una valuación muy grande y es posible que la cierren.
"Es una desgracia que en Argentina no exista una tradición fuerte de mecenas, como sucede en EE.UU., porque si se lo quisiera preservar como patrimonio cultural, lo mejor es que haya una cantidad de gente que todos los años ponga una cantidad de dinero si el negocio no es rentable y que ese sea su aporte a la sociedad, como hacen los millonarios".
"Desconfío de los aportes del Estado, porque ¿qué hacés si en un año la cosa sigue mal? Además, no es justo con una librería en Avellaneda, de Tigre o cualquier barrio, que tenga problemas similares que, de hecho, muchas los tienen. Lo que le dije a Avogadro, con mucho respeto, es que busque sponsors porque si es solo dinero del Estado puede terminar en una ecuación injusta".
Para el escritor Federico Andahazi "el Estado tiene mucho que darle a la Cultura y a su industria y, a la vez, la Cultura tiene que darle mucho al Estado": "No tiene que ver con posiciones dogmáticas, ni por el estatismo, ni por el liberalismo. Es un tema mucho más profundo y los nexos entre la cultura y el Estado son muy sólidos y tienen una gran historia. Ahora están cambiando los formatos, por primera vez en muchísimo tiempo, estamos asistiendo al equivalente del invento de Gutenberg. Entonces, claro, toda la industria cultural queda tambaleando y todavía no se sabe muy bien cuál va a ser el curso que va a tomar esto. Todas las librerías están en crisis, acá y en todo el mundo. Esto no es algo que se resuelva por vía de la industria, de los privados, ni exclusivamente por el lado del Estado. Así como la imprenta estuvo presente y fue el nexo entre el Estado y la Cultura, me parece que ahora el Estado también tiene que intervenir en el pasaje entre un formato y otro. El libro tal como lo conocemos, no sé cuánto tiempo va a durar".
Para Andahazi "el problema del mecenazgo, sobre todo en este país, es que la voz del mecenas se apropia de la voz del autor": "A mí me sucedió. Cuando gané el concurso Fortabat, que de alguna forma era la gran mecenas de las letras, por la novela El Anatomista, que tenía una voz muy diferente a la de ella, no tuvo la amplitud de criterio para acoger esa voz diferente y al contrario, fui violentamente rechazado. Cada país tiene sus bemoles, pero me imagino que a esta altura de la soiree ya se habrán renovado un poco las personas y los criterios".
"También creo que el mercado termina por acomodarse. El Estado o los mecenas tienen que apoyar a la cultura, hasta que el mercado ponga las cosas en su lugar. No me parecen conceptos opuestos", finaliza Andahazi.
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