"Después de mí, es el mejor dibujante del mundo", dijo Pablo Picasso, sin impostar humildad, sobre Lajos Szalay (1909-1955), artista húngaro cuyas obras realizadas en Tucumán, Buenos Aires y Nueva York -más de 70, entre dibujos e ilustraciones para libros- se ven por primera vez en Argentina en una muestra que puede visitarse en el museo Sívori, que se encuentra en El Rosedal, en los bosques de Palermo. La curaduría estuvo a cargo de Peter Fertoszögi.
Szalay había nacido en Budapest, Hungría, en 1909 y se dedicó al dibujo desde muy temprano, enrolándose en la Academia Nacional de Bellas Artes de la capital húngara, donde se recibió con honores en 1935.
Se dedicó a la docencia artística en la misma academia, sin dejar de producir su obra, hasta que comenzó la Segunda Guerra Mundial y fue reclutado como soldado en el Frente Oriental. Hungría formaba parte del Eje y la ofensiva alemana Barbarroja, que intentaba derrotar a las fuerzas soviéticas, tenía como núcleo central lo que luego se llamaría Frente Oriental, que acabaría con poblaciones enteras, aniquilaría a judíos y gitanos mediante el genocidio, supondría las acciones bélicas más salvajes de la conflagración mundial. Allí estaba Szalay, quien nunca pudo borrar esas imágenes terroríficas de su cabeza y que las plasmaría luego en obras que retratarían el horror de la guerra misma. Los temas de la fe también abundan en sus obras.
Cuando los Aliados vencieron a Adolf Hitler, el artista pudo hacer profesión de fe antifascista y fue invitado a la Conferencia de Paz de 1946 en París, Francia. El encuentro tenía como objetivo que las fuerzas aliadas establecieran el mapa político de Europa después de la guerra. En tanto Hungría había sido integrada a la órbita de los países "socialistas" bajo la égida de la Unión Soviética, Szalay fue contactado por Partido Comunista francés y por uno de sus militantes, Pablo Picasso, cuyas palomas habían sido declaradas como símbolos de la paz.
Picasso conoció la obra e historia del húngaro y lo proclamó como el mejor dibujante del mundo, después de él, claro. Szalay y su esposa no regresaron a Hungría luego de que concluyeron las negociaciones, sino que se quedaron en París, donde él colaboraba con ilustraciones para la revista cultural Les Lettres Francaises, que se encontraba entre las apuestas intelectuales del PC francés y que luego dirigiría Louis Aragon, el poeta que alguna vez fuera surrealista y que se convertiría en el escritor oficial del PC, llegando a ocupar un puesto en su comité central.
Con los contactos que Szalay había recabado, obtuvo una beca de la UNESCO para estudiar con el pintor fauvista y expresionista Georges Rouault. En 1948, por consejo médico, decidió emigrar hacia un clima más caliente y elige viajar hacia la Argentina de Juan Perón y, más específicamente, a Tucumán.
En la provincia del norte rápidamente se integró al naciente Taller de Pintura del Instituto Superior de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán, bajo la conducción de Lino Enea Spilimbergo y la dirección de Guido Parpagnoli. El cuerpo docente contaba con personalidades tales como Víctor Rebuffo, Ramón Gómez Cornet, Pompeyo Audivert. Se trataba de un dream team que dejó una impronta, a lo largo de los años, en pintores de la talla de Carlos Alonso o Aurelio Salas, entre otros, que cursaron en el Taller durante esos años.
La Revolución Libertadora de Aramburu que derrocó a Perón hizo tabula rasa en las universidades y comunistas (que también habían sido perseguidos por Perón) y peronistas fueron removidos de sus puestos en las universidades. En 1956 le tocó el turno a Szalay, que viajó entonces a Buenos Aires. Allí escuchó momento a momento los acontecimientos de la rebelión húngara contra la ocupación soviética. El movimiento se había organizado en las fábricas mismas, se habían tomado las radios, las calles de Budapest se llenaron de jóvenes estudiantes y obreros que habían decidido que su revolución no era la que les había impuesto Stalin desde arriba y que buscaban un camino propio para desarrollar a la nación.
Las acciones habían comenzado el 23 de octubre y la masividad de la protesta condujo a la caída del primer ministro y su relevamiento por Imre Nagy, partidario de la rebelión. El levantamiento fue aplastado por los tanques de la Unión Soviética que barrieron con las barricadas y abrieron fuego contra los manifestantes, que respondieron. El 10 de noviembre, la revolución húngara había acabado, con el saldo de más de dos mil húngaros y setecientos soldados soviéticos muertos. Los acontecimientos fueron trasladados a la obra de Szalay en la publicación SOS: el drama de Hungría.
En 1960 el artista emigra junto a su familia a Nueva York, Estados Unidos. Entre la obra argentina y la realizada en el país norteamericano se produce una de las más potentes expresiones de la tinta y el dibujo. Ilustró pasajes de las novelas de Dostoievski, además de La metamorfosis de Kafka, Impresiones de un inmigrante, El Génesis. Solía decir que prefería ilustrar libros, ya que la impresión masiva de esos objetos y sus tapas harían que su obra perdure. No fue necesario limitarse a ese formato, como demuestra la exposición en el Sívori. Lajos Szalay es considerado uno de los mayores artistas de Hungría, patria a la que regresó en 1988. Allí murió en 1995. No sólo en libros, su obra queda.
*Lajos Szalay en la Argentina.
En Av. Infanta Isabel 555, frente al Rosedal
Cierre: lunes 11 de marzo
Horarios de visita:
Lunes, miércoles, jueves y viernes, de 12 a 20
Sábados, domingos y feriados de 10 a 20
Martes: cerrado al público
Entrada General: $50. Miércoles, gratis.
Jubilados; menores de 12 años; personas con discapacidad y sus acompañantes; estudiantes universitarios, gratis.
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